La fotografía se ha hecho viral en las redes sociales y televisiones. Tawy, miembro de la etnia zo’é, transportó a su espalda a su padre Wahu, durante seis horas por la selva para que pudiera recibir una primera vacuna contra la covid-19.
En un mundo en el que un porcentaje de la población se declara antivacunas principalmente por motivos ideológicos, la actitud de ese joven zo’é se convierte en una denuncia pasiva de quienes, quizás por tenerlo todo a su disposición en las poderosas potencias occidentales, juegan banalmente con la salud propia y con la de los demás.
Como las historias de niños que recorren muchos kilómetros para ir cada día a la escuela, estos sucesos nos hacen tomar conciencia de la desproporción que hay entre la escasez de recursos en los lugares empobrecidos y tanto exceso de bienes en países enriquecidos que hace incluso que la gente pueda despreciar su valor.
La conciencia de los zo’és
El 1 de enero de 2022 el neurocirujano Erik Jennings Simões publicó en su cuenta de Instagram la que consideró su foto más emotiva del año 2021. Este médico trabaja desde hace veinte años con poblaciones nativas del Amazonas en un proyecto de cirugía neurológica y salud indígena (Martínez, 2022).
La foto la obtuvo hace varios meses, cuando se encontró a un joven que traía a su padre desde una aldea lejana. El joven en cuestión es Tawy, un nativo zo’é de uno de los pueblos profundos del Amazonas. Ese gesto forma parte de la fuerte conciencia de los zo’és respecto a los contagios. A comienzos de la pandemia, decidieron aislarse en los asentamientos más lejanos de su territorio —que se extiende 670.000 hectáreas—. Los zo’és se dividieron en grupos de 18 familias y se propusieron evitar el contacto entre ellos y con población blanca (Semana, 2022). El resultado es patente: en el territorio del pueblo de los zo’és no se ha registrado ningún caso de covid-19.
Desde el inicio de la pandemia, la población mundial prestó atención al potencial destructor que la covid-19 podía tener en los pueblos del Amazonas. Ahora aparecen ante la opinión pública no solo como un ejemplo responsabilidad, sino con un espíritu heroico.
Otros pueblos amazónicos han sufrido terribles estragos entre su población, según denuncia el mismo doctor Jennings, para quien “la covid-19 está teniendo una dimensión de genocidio para los pueblos indígenas”. En las primeras olas, la mortalidad en algunos pueblos nativos aumentó un 550% (Correa, 2020).
En colaboración con los pueblos nativos, los equipos médicos han dispuesto a lo largo de 2021 varias misiones sanitarias transitorias en la selva para que cada comunidad pudiera acudir a vacunarse. Los zo’és se organizaron de modo que cada una de las cincuenta comunidades en que se repartieron usaran distintos senderos (Montagud, 2022). Una parte pudo llegar por su propio pie, pero otros, como Wahu, tuvo que ser portado por su hijo hasta allí.
12 kilómetros a espaldas de su hijo
El miedo al contagio de su anciano padre Wahu fue lo que hizo que Tawy se decidiera a portarlo a su espalda por un territorio selvático en el que tuvo que atravesar montes, arroyos y zonas de densa vegetación. Seis horas tardó en llegar al dispensario sanitario desde su aldea, ayudado simplemente por una tela que sostenía en la frente del joven zo’é.
Al llegar a la misión médica —donde trabaja un equipo de médicos, odontólogos y enfermeras—, el padre fue vacunado y, tan pronto el anciano recibió la vacuna, volvió a cargarlo a su espalda y reemprendió el retorno a su aldea. Lo hizo sin arrogancia ni épica, sino simplemente mostrando el amor filial de un hijo a quien le ha dado la vida. El doctor Jenning contó en otro contenido de Instagram que no es la primera vez que Tawy lleva encima a su padre, que tiene una salud muy delicada.
Ni Tawy ni su padre ni los zo’és parecen haber hecho caso al presidente brasileño que había lanzado un mensaje nacional contra los que denominó “fanáticos de la vacunación” en el que ya es el segundo país del mundo con más muertes por covid-19, 620 mil a finales de 2021. La consecuencia es que no ha habido un solo contagio en su territorio.
El doble mensaje de esta historia se dirige a la salud y la filiación. Frente a la irresponsabilidad frívola de muchos antivacunas —que en una gran parte suelen ser también negacionistas de la crisis medioambiental, de la sexta extinción, del hambre en el mundo o la desigualdad social—, la simplicidad sin ademanes de Tawy y la prudencia de los zo’és señalan el valor de los recursos sanitarios cuando no se tienen. En segundo lugar, ese hijo cargando doce horas con su padre a sus espaldas habla de una solidaridad intergeneracional que es conmovedora en un mundo en el que los vínculos familiares se debilitan progresivamente por la cultura extremadamente utilitaria e individualista que padecemos.
Bajo tanto ruido, imposturas y superficialidad en las sociedades ricas, hay demostraciones de humanidad que solo podemos ser capaces de verlas en las sociedades más sencillas en donde la comunión entre la gente y con la naturaleza forma parte de la vida cotidiana.
Referencias:
- Martínez, Valentina (2022). Indígena cargó a su padre por 12 horas para recibir la vacuna covid-19. El Heraldo, 3 de enero de 2022.
- Montagud, Carlos (2022). 12 horas con su padre a la espalda para vacunarlo contra el Covid: el acto de amor pandémico de un joven indígena en el Amazonas. El Mundo, 11 de enero de 2022.
- Semana (2022). Este es el indígena que cargó 12 horas a su padre para que recibiera la vacuna anticovid. Semana, 10 de enero de 2022.