El 16 de octubre de 2021 tuvo lugar el IV Encuentro Mundial de Movimientos Populares. En dicho encuentro, como en una hermosa danza, se entrelazaron de manera harmoniosa diferentes personas vinculadas a dichos movimientos y al Papa. Unos y otro se buscan, se citan, se hacen guiños y se elevan juntos en la búsqueda de un mundo mejor.

Estos encuentros nos han traído siempre una palabra de esperanza y nuevas ideas para generar el lenguaje y el discurso en favor de los empobrecidos, de aquellos que padecen de manera sistemática el ataque de tantas estructuras de pecado inmersas en nuestro sistema económico, político y social.

En medio de esa danza de comunión, las palabras de Francisco nuevamente sonaron como aliento para continuar generando inclusión desde las periferias, animando vidas y sosteniendo posibilidades capaces de nacer de la más absoluta impotencia, de las heridas abiertas en los corazones e imposibles de cerrar sin una fraternidad que sobrepase nuestra capacidad natural de reconciliación.

El papa comenzaba llamando a los activistas de estos movimientos “queridos poetas sociales”. Una bella expresión que va más allá de las propias palabras y de la propia vida, característica esta de la poesía. Poetas sociales que escriben con su historia líneas inolvidables de existencia que nos pueden alentar y también indicar caminos cuan profetas en nuestros días.

Y lo son, decía el papa, porque “tienen la capacidad de crear esperanza allí donde solo aparece el descarte y exclusión”. ¿Qué más podemos pedir a alguien hoy en nuestro mundo? ¡Qué vida más plena y llena de sentido!

Poetas capaces de “forjar la dignidad de cada uno y de la sociedad”. Y para ello, a los ya habituales tierra, techo y trabajo, el papa añadía “cuidado” y “comunidad”. Nos invita a dialogar. Dialogar con esas vidas, con esos movimientos, con este encuentro. Porque la situación actual “ameritaba este encuentro”. Y eso porque hay que superar la situación de “ecocidio y genocidio”, recordaba el papa, forzando -como decía-, las palabras para recordar problemas actuales. Y es que hay denuncias tan evidentes… tantos “mecanismos de post-verdad” que pretenden ocultar la realidad…

“Es necesario que juntos enfrentemos los discursos populistas de intolerancia, xenofobia, aporafobia… como todos aquellos que nos lleven a la indiferencia y el individualismo”, nos pedía el papa. “Son narrativas que minan la capacidad poética”, que impiden la poética. Por eso hay que soñar, “con el corazón y la imaginación” “para no volver atrás”. Los sueños movilizan, permiten generar un mundo mejor, “superar resignaciones perdedoras”, “cuestionan las parálisis” y “desbordan los límites”.

Hace el papa una defensa de los pobres, de las mediaciones que eliminan la pobreza. Se entristece de que haya voces dentro de la Iglesia que no lo entiendan, “porque lo que está en juego no es el papa, sino el Evangelio”.  Por eso defiende la solidaridad como principio social; estimular la participación y la subsidiaridad entre pueblos y colectivos, defendiendo una economía y una política que reconozca el rol de los movimientos populares. Desde aquí invita a dar el paso del sueño a la acción. Aquí habla del salario universal y la reducción de la jornada de trabajo como propuestas que ayudarían a generar ese mundo mejor, desde una distribución más justa.

Daba el papa, y damos desde aquí, las gracias a estos poetas sociales, por sus palabras, por su ilusión y su vida, porque nos recuerdan que “no estamos obligados a repetir un fututo basado en la desigualdad, el descarte o la indiferencia”. Daba gracias por “hacerle parte del proceso histórico que están transitando”. Y en esas gracias nos obliga a nosotros a ser portavoces de sus luchas y los padecimientos de tantos, de los clamores que el pueblo esclavo en los egiptos que han generado nuestras sociedades sigue elevando a Dios. Nos toca ser, sino Moisés, sí Aarón o Miriam, para dar voz y cantar a estos Moisés que descubrieron en la fuerza de las zarzas ardientes que les salieron en el camino la presencia incuestionable e interpeladora de Dios y de las hermanas y hermanos compañeros de camino. El papa les dice a estos poetas que “siempre estaré con ustedes, pero lo importante es darse cuenta de que está Él”.

Que seamos capaces de leer la poesía generada por los movimientos sociales, de sentirla y hacerla nuestra, para descubrir la presencia de Dios en la historia.

[Imagen extraída de Vida Nueva Digital]

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Licenciado en teología y en psicopedagogía. Educador por vocación y convicción. Trabaja dando clases en un centro de secundaria. Colabora con diversas entidades del mundo social. Responsable del Área Teológica de Cristianisme i Justícia.
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