Henry Longbottom[Europeinfos] Las negociaciones políticas en marcha para alcanzar acuerdos comerciales entre la UE y los países africanos parecen incapaces de aprovechar los vientos de cola que soplan hacia el ecuador desde el hemisferio norte. Estas corrientes de aire han sido una bendición para incontables barcos mercantes en la historia del comercio europeo. En contraste, la visión general de la UE de un entramado de autodenominados Acuerdos de Asociación Económica (AAE) con países en desarrollo del Sur Global parece estancada.

Encallados. Los Acuerdos de Asociación Económica Africanos

Mientras Nigeria, la mayor economía del continente, no ha sido convencida aún de firmar el AAE del Oeste de África, el más reciente fracaso es el impasse del AAE propuesto con los cinco países que forman la Comunidad del Este de África. El acuerdo, casi aniquilado el pasado año después de que Tanzania se retirara de las negociaciones en el último momento, sufrió otro golpe más en mayo, cuando apenas dos presidentes se presentaron a la cumbre dedicada a intentar salvarlo que se celebró en Dar es-Salam.

Los AAE tienen su origen en el capítulo sobre comercio del Acuerdo de Cotonou firmado en 2000, un acuerdo marco entre la UE y un grupo de naciones, mayormente antiguas colonias europeas, africanas, del Caribe y el Pacífico, conocidas como Países ACP. Sustituto de la Convención de Lomé de 1975, el Acuerdo de Cotonou contiene nobles cláusulas cuyo objetivo es reducir la pobreza, promover el desarrollo sostenible e integrar a los Países ACP en la economía mundial. Revisado cada cinco años, recientes enmiendas al Acuerdo de Cotonou incluyen medidas para combatir la impunidad criminal mediante la Corte Penal Internacional.

En la Convención de Lomé, la UE otorgó un acceso preferente al mercado a los Países ACP, por lo que se consideró que el acuerdo infringía las reglas de la Asociación Mundial del Comercio. Los AAE, en cambio, intentan sustituir políticas a las que se podía acusar de paternalistas por el principio de reciprocidad, lo que obliga a ambos lados a abrir sus mercados. Por tanto, la UE generalmente otorga en los AAE un acceso libre de impuestos y cuotas a todos los productos de los países asociados.

Sin embargo, en contraste con los Acuerdos de Libre Comercio (ALC) entre la UE y países económicamente más desarrollados, los AAE no obligan a los Países ACP a liberalizar por completo sus mercados, dependiendo esto último del grado de desarrollo de cada nación. Muchos productos “delicados”, especialmente ciertas materias primas agrícolas, están excluidos de las provisiones de los AAE.

Dados estos laudables objetivos de los AAE, ¿por qué a menudo no consiguen emprender el vuelo? Un gran problema es que los AAE no alcanzan a cumplir sus dos objetivos nominales, es decir, la cooperación regional con los ACP y el desarrollo sostenible.

Aguas turbulentas. Cooperación regional y desarrollo sostenible

En lo tocante a la cooperación regional dentro de los grupos de los AAE, se dan conflictos entre las provisiones de los AAE y otros acuerdos económicos de la UE. Por ejemplo, los países más pobres de África, como Tanzania, ya gozan de acceso sin impuestos ni cuotas a los mercados europeos de acuerdo con la iniciativa “Todo Excepto Armas”.

Aunque estas medidas pueden ser retiradas en cualquier momento por la UE, su existencia en la actualidad significa que hay pocos incentivos para que los países muy pobres, como Tanzania, abran sus mercados a través de un AAE. Por otra parte, naciones relativamente más ricas, como Kenia, que no se benefician del “Todo Excepto Armas”, están deseosas de un AAE que les proteja de escenarios devastadores, como cuando la UE impuso aranceles a las “flores cortadas” de Kenia en 2014.

Pero una preocupación aun mayor es si los AAE realmente facilitan el desarrollo sostenible. Muchos africanos creen que no es así. Por ejemplo, quienes hacen campaña en Nigeria contra el acuerdo comercial UE-Oeste de África argumentan que una reducción de aranceles hará más barata la maquinaria importada, perjudicando el desarrollo industrial interno.

Las provisiones de los AAE ciertamente atan de manos a los gobiernos, restringiendo su capacidad de formular políticas industriales propias y de recibir ganancias por aranceles, lo que resulta una importante fuente de ingresos para naciones cuyas otras formas de recaudar impuestos son difíciles de llevar a la práctica. Estos factores han llevado a acusaciones como las vertidas por John Magufuli, presidente de Tanzania, que considera que las provisiones de los AAE parecen «una forma de colonialismo».

Una preocupación subyacente que explica la reluctancia de ciertos líderes africanos a firmar AAE es su sospecha de que los mayores beneficiados en esta clase de “asociaciones” serán los exportadores europeos. Se trata de una preocupación muy fundamentada. Los AAE pueden disparar la exportación de materias primas como el azúcar, la carne y los lácteos de las naciones africanas más acomodadas.

Sin embargo, los AAE no parecen hacer mucho por combatir la injusticia básica que supone el que África se encuentre atrapada en ser fundamentalmente exportadora de materias primas. El comercio del café ilustra este punto: la mayoría de las exportaciones africanas de café a la UE consiste en grano verde; mientras que se estima que en 2014 África obtuvo unos 2.400 millones de dólares por ello, esta cantidad debe ser contrastada con el valor de las reexportaciones de café procesado por Alemania durante el mismo período de tiempo, que resultó de aproximadamente 3.800 millones de dólares.

Este es uno de tantos ejemplos de la forma en que los actuales acuerdos económicos tienden a dificultar el que las naciones africanas sean capaces de crear valor añadido a sus exportaciones mediante el procesado o manufactura de las materias primas.

La necesidad de un mayor comercio interafricano

Hasta (y a menos) que los acuerdos económicos África-UE solucionen estos obstáculos económicos estructurales para la inversión en las economías africanas, es improbable que se demuestren efectivos en conseguir un desarrollo sostenible. Mientras tanto, quizás los líderes africanos tengan razones para depositar mayores esperanzas en la Zona de Libre Comercio Continental Africana (CFTA, según sus siglas en inglés) aprobada por la Unión Africana en 2012.

Debido a un mercado altamente fragmentado, el comercio interregional dentro de África es de apenas un 18 % del total. Al unir a 54 naciones africanas con una población de más de 1.000 millones y un PIB combinado de más de 3.4 billones de dólares, la CFTA puede resultar una forma más segura de hacer crecer las economías locales y proteger a las poblaciones de los Países ACP contra las turbulencias de las mareas crecientes y decrecientes del mercado global.

África

Imagen extraída de: …¿Y la europea?

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