Desde que en 1599, bajo el mandato del General de los jesuitas Claudio Acquaviva, se publicara la “Ratio Studiorum” como plan oficial de estudios de los colegios de la Compañía de Jesús, el deporte, en sus diversas variedades, ha estado muy presente. Siempre ha tenido un lugar tanto en el horario, como físico. Los mismos edificios escolares preservaban un patio abierto en el medio para que los estudiantes pudieran realizar actividades deportivas. En el mismo plan de estudios, además de las actividades que se realizaban los días de fiesta, todos los jueves eran “días de recreación” donde los alumnos iban a las villas vinculadas con los colegios para dedicar un tiempo a la práctica deportiva. 

Detrás de este pensamiento está la comprensión cristiana de que la persona es una unidad en cuerpo, mente y espíritu. Ignacio y los compañeros jesuitas preservan y protegen este pensamiento arraigado en la figura de Santo Tomás de Aquino para quien la moderación era una virtud. Para Santo Tomás, una persona virtuosa no debería estar trabajando o estudiando todo el tiempo, sino que debería tener espacios para descansar y jugar. 

Los jesuitas hemos querido mantener la tradición y en sus centros formativos se han habilitado lugares para que tanto estudiantes, profesores o personal puedan dedicar tiempo al deporte. 

Aunque el siglo XXI haya superado el dualismo cartesiano mente-cuerpo, expresiones modernas del mismo problema aparecen, una y otra vez, en nuestros colegios y universidades. Hoy en día nos encontramos con la dicotomía de “lo académico” (mente) frente a “lo deportivo” (cuerpo). Sin duda, los centros educativos jesuitas buscan la excelencia de sus alumnos, pero eso no quiere decir que rechacen el ámbito deportivo frente al académico. La excelencia no tiene apellido, solo nombre. El espacio dedicado a las actividades extraescolares (también llamadas paraescolares) son el complemento formativo de las actividades académicas que se proporcionan en el aula. La integridad de la formación en un centro de la Compañía de Jesús no termina cuando suena la sirena que anuncia el final de la clase, sino que continúa más allá de las aulas en los patios o terrenos deportivos. 

Desde la perspectiva jesuita, la persona humana es una unidad de cuerpo, mente y espíritu. Para los jóvenes el desarrollo de las actividades deportivas también afecta a su mente y espíritu, por ello es necesaria la figura de un capellán o consiliario que acompañe a estos jóvenes en la reflexión sobre su actividad deportiva. No se trata solo de hablar de quién ganó o perdió, sino de cómo las diferentes experiencias vividas durante el ejercicio de esa actividad afectan a su vida interior.

Si hay algún elemento que destaca por encima de los demás es la alegría. Los atletas experimentan la alegría al poner sus talentos al servicio de algo más grande que ellos mismos. Darse ellos mismos a los demás es el aprendizaje que lleva a convertirse en persona. La formación en la Compañía de Jesús, tanto en colegios como en universidades, busca ayudar a los estudiantes a que descubran aquello que les produce alegría, en sus estudios, en el servicio o en la entrega a los demás. Además, en esa búsqueda de la alegría, la formación jesuita busca en el alumno que sepan identificar sus talentos y cómo los van a utilizar en el servicio a los demás. La alegría, por lo tanto, se convierte en un elemento esencial que, con más frecuencia, aparece en los terrenos deportivos que en las aulas. 

Para San Ignacio, toda nuestra vida debe estar orientada hacia la mayor gloria de Dios. En el ámbito deportivo, tenemos que reconocer que cada persona, como criatura de Dios, está llamada a poner su vida en juego y dar lo mejor de sí mismo, en ese ejercicio estamos dando gloria a Dios porque el deporte nos muestra plenamente vivos y humanos. 

El deporte es camino de plenitud y tiene su propio bien interno, pero la alegría asociada a él apunta más allá de sí misma. Para San Ignacio, la alegría es una de las características importantes para reconocer el consuelo espiritual, por ello aparece varias veces en el libro de los Ejercicios Espirituales. Este descubrimiento no fue ni fácil ni rápido. Solo cuando se alejó de la búsqueda de su propia gloria pudo escuchar a Dios hablándole en su alegría y ese es el deseo de los centros educativos jesuitas a través de la práctica deportiva. 

[Imagen de  Freepik.es]

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Groc esperança
Anuari 2023

Després de la molt bona rebuda de l'any anterior, torna l'anuari de Cristianisme i Justícia.

Javier Bailén
Javier Bailèn Llongo és un jesuïta valencià nascut en 1980. Fins a 2015 no va entrar en la Companyia de Jesús. Prèviament ja havia estudiat Filosofia, per la qual cosa va passar directament del noviciat a estudiar teologia en Comillas (2017-2020). Va fer el magisteri en els col·legis de Canàries (2021) i València (2022). Des de setembre de 2023, està a Boston estudiant la llicència en Teologia.
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