
Un silencio entre dos gritos – Sábado Santo
Carles Marcet sj. [En estos textos se proponen algunas pautas para vivir en tono orante estos días en que recordamos las horas más intensas de la vida de Jesucristo y, por esta razón también, las horas más trascendentes de nuestro caminar como creyentes y como Iglesia. En la página web www.semanasantaencasa.es , en Instagram @serjesuita o en Youtube JesuitasESP podrás seguir en directo o en diferido otras propuesta para esta #SemanaSantaEnCasa].
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Primer punto
Tradicionalmente, el Sábado Santo es el tiempo litúrgico del gran silencio. Tiempo para acompañar y velar calladamente el cuerpo de Jesús puesto en el sepulcro. Tiempo de interrupción entre dos grandes gritos: uno que ya se ha producido («Padre, ¿por qué me has abandonado?») y otro que aún esperamos («¡Hemos visto al Señor!»). (más…)

Retiro en la ciudad (I): Jueves santo: soledad sí, pero soledad sonora
Josep M. Rambla Blanch. El jueves santo es un día para meditar y contemplar la soledad de Jesús, y en ella, la soledad del mundo. La pintura del “Anciano afligido” de Vincent Van Gogh nos puede acompañar todo este día para acercarnos al dolor callado y profundo de muchas personas. Las líneas siguientes quieren inspirar esta contemplación:
A. Inmersos en la soledad
Soledad de Jesús
Jesús se sintió profundamente “triste y angustiado” (Mt 26,37) en el huerto de Getsemaní. Los evangelistas lo expresan poniendo en sus labios esta frase: “Siento en mi alma una tristeza de muerte” (Mt 26,38/Mc 14,34). (más…)

Retiro en la ciudad (I): Hago lo que veo que hace mi Padre. Él trabaja. Yo también
Santi Thió. El discípulo amado inicia su sorprendente relato sobre la Santa Cena adentrándose en la conciencia de Jesús, en el momento que vivía mientras cenaban. Nos cuenta que Jesús sabía que venía de Dios y que volvía a Dios. También sabía que Dios lo había dejado todo en sus manos. Imbuido de esta situación, se despoja y se dispone a servir a sus sirvientes, amigos, lavándoles los pies.
El papa Francisco pide para la humanidad entera «la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos». Está convencido de que esta conciencia básica, que coincide con la de Jesús, permitiría desarrollar nuevas actitudes y nuevas formas de vida (Laudato si’, 202).
Entre la llegada y el retorno, Jesús explora a fondo un tiempo de fraternidad, de compartición y de servicio. La radicalidad desnuda de su entrega se apoya en la relación esencial de amor con Dios Padre. En efecto, los creyentes otorgan a Dios Creador el origen de todo. (más…)