
¿Quién tiene derecho a la belleza?
Pino Trejo. ¿Quién tiene derecho a la belleza? Es una pregunta que nos hacemos bien poco y que, si nos detenemos a pensar, resulta algo confusa y de difícil respuesta. El problema no radica en que esté mal formulada, sino que no casa derecho con belleza. Y aquí es cuando empiezan los problemas.
El acceso a la belleza no está reconocido como derecho, ni tan siquiera como recomendación de algún organismo internacional, ni resulta ser condición sine qua non para ejercer la ciudadanía universal. No está sujeta a leyes, ni normas, pero sí a cánones culturales y percepción de la realidad.
Podríamos decir, por lo tanto, que “lo bello” parece tremendamente subjetivo, bien sujeto a la percepción personal de cada individuo, que a través de sus sentidos, califica como “belleza” aquello que considera perfecto en sus formas. (más…)

Reflexión de fin de año: Negras nubes… pero el sol no desaparece
Cristianisme i Justícia. Al concluir 2018, oscuros nubarrones se ciernen sobre nuestras democracias y la globalización del autoritarismo a nivel mundial parece haber ahogado la esperanza de un progreso en la humanización de nuestras sociedades ¿Seremos capaces de ver que a pesar de ello el sol nunca desaparece?
Hubo un tiempo en el que fuimos optimistas
Hace medio siglo, movidos por el proyecto de construcción europea y dopados de optimismo al calor del progreso económico (¡Occidental, por supuesto!), creíamos que los derechos humanos (aprobados ahora hace 70 años) y la democracia irían extendiéndose por todos los países y culturas. La caída del muro de Berlín inflamó aún más este optimismo. En este contexto, no era de extrañar que F. Fukuyama profetizase en 1992 que el capitalismo sería el sistema económico definitivo. Y, si bien fue criticado desde la izquierda porque cerraba la puerta a toda alternativa económica, también es cierto que muchos de estos probablemente pensaban que los derechos humanos y la democracia sí iban a ser el «fin de la historia». Aunque todavía faltase algo de tiempo para culminar su imparable progreso, se tenía en ello una fe ciega como si la verdad y la razón tuviesen suficiente fuerza por sí mismas para acabar imponiéndose. (más…)

El año de la misericordia
Cristianisme i Justícia. El Papa Francisco quiere que la Iglesia mire el mundo desde esta perspectiva especial. Esta mirada misericordiosa ha de ser la que la Iglesia y el pueblo de Dios tienen que tener hacia todos aquellos que fracasan en el intento de lograr el ideal evangélico propuesto por Jesús. También debemos tener una mirada de misericordia cuando los que fracasamos somos nosotros o la propia Iglesia.
La misericordia va más allá de la justicia. Un mundo justo eliminaría la gran mayoría de problemas de la humanidad actual. Pero la justicia según la cual se tiene que “dar a cada uno según lo que le corresponde” nos aboca a una meritocracia religiosa o económica que requiere sistemas de compensación para todos aquellos que no consiguen “hacer méritos”. Sin misericordia, un sistema de justicia se vuelve cruel hacia los más débiles. Un Dios exclusivamente justo acaba siendo implacable con los pecadores. Jesús, en cambio, se rodeó de gente que no tenía ningún mérito ante la sociedad: pecadores, ladrones, leprosos, ciegos, prostitutas… (más…)

Precarias insumisas despatriarcalizando
Sonia Herrera. [Dones en xarxa/eldiario.es] Ángela Figuera Aymerich se preguntaba en uno de sus poemas lo siguiente: “¿Qué piedra de eternidad me hincaron en las entrañas?”. Y yo, desde hace algunos años –desde que todo entró en crisis en este país–, no paro de hacerme la misma pregunta.
A mi generación se le vendió durante años un relato perverso sobre un ascensor que te permitía llevar una vida mejor que la de tus padres si estudiabas mucho y te esforzabas al máximo. Esa ha sido nuestra “piedra de eternidad”. ¡Maldita meritocracia! Se les olvidó añadir en el relato que dicho ascensor solo llegaba hasta un cierto piso si pertenecías a la clase media y dos pisos más abajo si encima eras mujer.
Darnos cuenta de que todo era mentira ha sido sin duda la gran decepción compartida. (más…)