
Los aranceles del señor Trump
Manfred Nolte. Entre comienzos del siglo XIX y la primera crisis de 1840 se producen las mayores transformaciones económicas, tecnológicas y sociales de todos los tiempos, evolucionando de un sistema de producción rural basado en la agricultura y la artesanía a otro de carácter urbano, industrial y mecanizado. La explosión de la primera revolución industrial obedece a dos elementos que hoy consideremos triviales pero que entonces fueron revolucionarios.
La primera semilla del gigantesco cambio social se halla en el principio de la división del trabajo preconizado por el llamado padre de la economía, el moralista escocés Adam Smith. La economía de subsistencia en la que la agricultura de autoconsumo agrupaba a aproximadamente el setenta por ciento de la población dio lugar a la diferenciación productiva: cada ciudadano exteriorizando sus propias y peculiares habilidades. (más…)

Economía y religión
Manfred Nolte. La economía es la ciencia que trata de la administración de los recursos escasos susceptibles de fines alternativos. Por religión entendemos aquellas creencias basadas en la existencia de una fuerza o fuerzas sobrenaturales, que confieren a quien las profesan un atributo personal llamado fe, excluyéndose de ésta última las ideologías políticas y las filosofías seculares.
No parece que economía y religión sean ámbitos llamados a compartir espacios conceptuales comunes. Pero conviene recordar que aunque Adam Smith es conocido como el fundador de la economía moderna, fue sobre todo un filósofo moral. Smith puso los cimientos del análisis económico de la religión en un capitulo generalmente ignorado de ‘La riqueza de las Naciones’. El escocés argumenta que el interés propio motiva de igual manera al clérigo que al empleado común; que las fuerzas del mercado acechan a las iglesias al igual que acechan a las empresas; y que los beneficios de la competencia, el atropello de los monopolios y los obstáculos de las regulaciones gubernamentales son tan reales para la religión como para cualquier otro sector de la economía.[1] (más…)

¿Mercado o engaño?
J. I. González Faus. Estas líneas quieren ser una defensa de la llamada economía de mercado, o mejor, “con mercado” porque no todo es mercadeable: el lenguaje religioso conoce la palabra simonía para denunciar el comercio de lo que no es mercadeable; el lenguaje laico necesitaría otra palabra similar para condenar ese mismo comercio inhumano: pues el trabajo humano o el sexo son tan poco comercializables como las indulgencias…
Para no engañarnos, necesitamos una clara definición de los términos. Al mercado le es intrínseco el diálogo. Lo más opuesto al mercado es la anonimidad: ésta falsea la economía de mercado en economía de engaño. Dos anécdotas personales aclararán esto, aunque son un poco simplistas.
Hará unos 30 años, en Egipto, quise comprar algún regalo. No recuerdo ya qué compré, pero sí que, cuando el vendedor me dijo un precio y eché mano a la cartera para pagar, me gritó sorprendido: “Señor, ¿no dialogamos?”. No soy buen regateador, pero al final pagué casi un 20% menos. (más…)

¿A qué estamos jugando?
Jorge Serrano Paradinas. La continua defensa del Papa Francisco de reformar el sistema económico global, su insistencia a luchar contra la desigualdad y su denuncia contra el obsceno culto al dinero choca permanentemente con un sector de la iglesia que sigue adherido a lo que ellos llaman el sistema “liberal”. Quizás por ello, convenga profundizar en cómo supuestamente funciona dicho sistema y en cómo está funcionando realmente.
Es realmente curioso bucear en los libros de Adam Smith, “padre” de la economía moderna y releer las razones que le llevaron hace más de 200 años a apostar por un sistema económico liberal.
Podríamos resumir sus libros diciendo que Adam Smith optó por “UTILIZAR” la avaricia de los ricos de forma que, haciéndoles competir entre ellos, se pudiera conseguir que todas las personas adultas pudieran ser contratadas por los ricos, ofreciendo así a todo el mundo un empleo que permitiera una vida sencilla, digna y feliz. Quedando únicamente fuera de esta situación de felicidad los ricos que, guiados por su propia avaricia, tiraban su vida por la ventana condenándose a una vida de infelicidad. (más…)

Rescatar la economía de manos de los economistas
Manfred Nolte. El pasado 2 de setiembre fallecía en Chicago Ronald Harry Coase, a la edad de 102 años. En 1991, el Banco central sueco le adjudicaba el galardón Alfred Nobel de economía “por su descubrimiento y clarificación del significado de los costos transaccionales y de los derechos de propiedad para la estructura institucional y el funcionamiento de la economía”.
El propio Coase se autodefinió como un economista accidental que impartía sus enseñanzas en la escuela jurídica de la Universidad de Chicago, en el sugerente campo del ‘análisis económico del derecho’ (law & economics), una rama de la teoría del derecho que utiliza la metodología económica en el campo de la promulgación de normas jurídicas, para predecir su alcance y pronosticar aquellas que sean económicamente más eficientes. Un patrón comúnmente utilizado en este campo es el del llamado ‘óptimo de Pareto’. Según este criterio de eficiencia social, una norma legal merece la pena ser adoptada si aspira a alcanzar el umbral de un determinado bienestar de la ciudadanía de modo que no pueda alterarse para mejorar la situación de una persona o un colectivo sin perjudicar la de otra u otros. (más…)
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