Cristianisme i Justícia(Entrevista hecha por Xavier Casanovas, Oscar Mateos, Santi Torres y Nani Vall-llossera). 

Hablemos de Europa y de las próximas elecciones al Parlamento Europeo. ¿Europa es parte del problema o es la solución?

Europa es obvio que forma parte del problema y también debe formar parte de la solución. Forma parte del problema porque ha habido una Unión Europea que se ha construido de una forma que privilegia o potencia determinados intereses comerciales. ¿Cómo se explica que para poner un salario mínimo interprofesional a nivel europeo haga falta la unanimidad de todos los países pero en cambio para aprobar un tratado transnacional que de facto inválida las decisiones parlamentarias, sea suficiente con la acción de la Comisión? Es una Europa más comercial que social. Hay una estructuración de la toma de decisiones en Europa que sistemáticamente recorta la democracia real y la soberanía. Por tanto, no es una Europa social.

Han hecho una unión monetaria que no ha tenido en cuenta los análisis de los mejores economistas que recomendaban como mínimo un euro de dos velocidades. Estaba cantado que con una sola moneda caminábamos hacia una especie de neocolonialismo de los países del sur de Europa respecto a los del Norte. Por eso Europa es parte del problema.

Y estas medidas de austeridad, que yo llamo directamente de “criminalidad” -porque a mí la austeridad me gusta y creo que es un concepto que merece un respeto-, no lo puedo aplicar a políticas que  provocan que un 25% de los niños de Cataluña estén mal alimentados. El cambio de la Constitución española que hubo el 2011 y que permite que se pueda recortar en derechos sociales básicos, en virtud de una deuda contraída a través del rescate, es un ataque directo a la democracia y a todo lo que ésta representa. Por eso Europa es parte del problema.

¿Y también de la solución?

Sí, claro, porque si Europa no forma parte de la solución, no tenemos solución. Para mí lo bueno de la idea de Europa, es que nació como una horizontalidad que después podía ser extensible o ampliable. Pero a partir del Tratado de Lisboa, hemos construido una estructura piramidal, con un Parlamento sometido a un texto complejo y extenso que la población desconoce, no entiende y no ha votado.  Europa forma parte de la solución en tanto que es posible y deseable crear alianzas a nivel europeo para cambiar las normas de nuestra convivencia. Es preciso también a nivel europeo pensar en un modelo de ruptura pacífico y democrático. No es viable pensar en términos de continuidad con el modelo actual ni tampoco simplemente de reforma. Con la palabra anticapitalismo indicamos la necesidad y la urgencia de liberar al poder político del yugo del poder económico. Solamente así es viable la democracia.

Votando, ¿legitimamos esta situación, o el PE tiene todavía algún papel por jugar?

Es que si no votamos, ¿qué hacemos?  La estrategia dentro de la democracia para hacer una ruptura es votar una candidatura de ruptura. Hay también otros mecanismos, la celebración de un referéndum o una masiva recogida de firmas que obligase a un debate a fondo en el Parlamento. Las posibilidades imaginables son muchas.

¿Es factible una alternativa europea de izquierdas? ¿Un “proceso constituyente” a la europea?

Hay movimiento, seguro. Aquí en Barcelona por ejemplo tuvimos hace unos meses a Martin Shulz, presidente del PE, que venía casi como un bombero apagando fuegos. No dijo que era anticapitalista pero casi (ríe). Lo interpreto como un intento de evitar la verdadera alternativa. Creo que se han dado cuenta de que en la eurocámara la situación de bipartidismo puede alterarse, porque en varios países están surgiendo partidos y movimientos rupturistas. En Alemania está el partido Pirata, por ejemplo, y también en España hay alguna posibilidad de articular algo similar. Hay muchas personas que están dispuestas a votar este tipo de opciones, y que quizás no se atrevería a hacerlo en unas elecciones regionales o estatales. Quieren aprovechar las elecciones europeas para enviar un mensaje: estamos indignados y no confiamos en los partidos tradicionales.

Pero la alternativa puede venir también de la extrema derecha. Marine Lepen encabeza las encuestas en Francia, también dan un voto favorable a estos partidos en Austria, Noruega, Holanda… Parece que el euroescepticismo se está consolidando y se consolidará en las próximas elecciones.

Sí, esto es cierto. Por eso insisto tanto en que no se separe el tema nacional del tema social. Es el único antídoto frente al auge del nacionalismo de estos momentos de malestar social. El tema nacional tiene unas raíces, una emotividad y una literatura que lo pueden convertir en catalizador. Es el “nosotros”, atávico y tribal. Yo creo en esta realidad de pertenencia, es obvio que como contemplativa soy una persona de comunidad, y soy consciente de la necesidad de sentirse parte de un grupo. Creo que es un reto de las izquierdas el ser capaz de enraizar el discurso de la justicia social y los derechos individuales en comunidades que sean orgánicas, comunidades que merezcan realmente este nombre. Creo que éste es el reto para hacer frente al auge de la extrema derecha.

En ese sentido, parece que estamos en un momento crucial para que ese malestar existente en buena parte de Europa o bien se decante hacia el lado de una mayor justicia social o bien hacia el afianzamiento de las pequeñas identidades nacionales que hagan inviable el proyecto europeo.

Es cierto que se abusa de la expresión “momento històrico” o “momento crucial”, pero añadiría a estas dos posibilidades la de que se acabe por cohesionar un modelo piramidal de Europa, un modelo antidemocrático. Y digo “por cohesionar” porque afortunadamente aún no lo está, aún tiene muchas grietas. Si se da esa activación política pueden permitir penetrar en el sistema y llegar a desmontar esta estructura antidemocrática. Ciertamente no hay ninguna garantía de que la ruptura vaya hacia un proyecto de mayor justicia social, pero debemos intentarlo y trabajar por ello. Sí,  estamos en un momento crucial.

Un tema que tiene que ver con todo esto es el miedo. ¿Qué estrategias para perder el miedo en un momento como el que vivimos?

Distingo entre dos tipos de miedos. Un miedo es el de perder el sueldo que te alimenta o alimenta a tu familia. Yo a este miedo le tengo todo el respeto. No creo que se deba animar a las personas a luchar en solitario porque lo único que conseguirán es quedarse sin trabajo. Y la situación para muchas personas es realmente dramática.

El otro miedo es el miedo a que si nos organizamos colectivamente la alternativa será peor. Contra este miedo sí que debemos luchar porque es el que impide que nos movilicemos. Ante esto debemos hacer memoria histórica. Ayudar a ver qué ha pasado en otros procesos históricos de ruptura, de revolución; ver cómo esos procesos, aunque no hayan sido lineales ni fáciles, la mayoría de las veces se han traducido en avance y en mejora para el conjunto de la sociedad. Animo a todos/as los/as que nos lean a participar en un movimiento o plataforma de ruptura. O a crearlo.

Y estar informado también…

Exacto. Porque el miedo va muchas veces asociado a un vértigo del cual no se sabe la causa, y este no saber paraliza. El proceso de ir tomando conciencia es un proceso lento y no podemos pedir a las personas que lo hagan de la noche a la mañana, debemos facilitarlo, respetando al máximo los procesos y los ritmos de cada cual. Y si a pesar del esfuerzo aún seguimos golpeando el hierro de unas estructuras cada vez más duras, nos detendremos para replantear lo que haya que replantear y seguiremos. Es una lucha a largo plazo, pero para mí es una lucha con sentido en ella misma porque lo que estamos haciendo con todo el movimiento iniciado es intentar dar una respuesta digna a una situación de injusticia. ¿Cómo vivir humanamente una situación de injusticia sin plantarle cara?

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Imagen extraída de: Eldiario.es

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