Rafael Díaz-Salazar. La crisis actual está reforzando la precariedad laboral. Si este hecho ya estaba muy presente en la vida de millones de personas, ahora se ha agudizado mucho más.
En Trabajadores precarios (Ediciones HOAC), Rafael Díaz-Salazar analizó esta realidad hace años. Su texto sobre el proletariado del siglo XXI es hoy muy útil para analizar la vida precaria que afecta cada vez a más personas. Estamos ante un nuevo proletariado, cuyas condiciones de trabajo son claramente regresivas respecto a las conquistas sindicales logradas por el movimiento obrero europeo a partir de la segunda guerra mundial. Es cierto que la ausencia de una orientación sindical más decididamente anticapitalista está en la raíz histórica de la pérdida de derechos sociales. No obstante, los conseguidos hasta ahora se están desarticulando. En este contexto, nos parece interesante para los debates actuales reproducir en nuestra web la entrevista publicada en Noticias Obreras sobre esta temática. Más allá de la coyuntura en que fue editada, nos parece que la reflexión de fondo tiene, por desgracia, gran actualidad.
Imagen extraida de: diazdesantos.es
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Entrevista a Rafael Díaz-Salazar: «Los trabajadores precarios constituyen el proletariado del siglo XXI», por Matilde Gómez.
Ediciones HOAC acaba de publicar el libro Trabajadores precarios, en el que se abordan las nuevas formas de exclusión y explotación laboral, las causas de la extensión del empleo precario, la emergencia de movimientos sociales de parados y las propuestas sindicales contra la precariedad y la siniestralidad laboral. Matilde Gómez ha entrevistado a Rafael Díaz-Salazar para nuestros lectores.
– Este libro tiene un subtítulo que me suena a exceso o provocación: «El proletariado del siglo XXI», ¿no exageras?
– La situación en la que se «encuentran millones de trabajadores en nuestro país es de una indefensión absoluta. Es algo inimaginable, si tenemos en cuenta el modelo de protección laboral que se había consolidado en Europa hace décadas. Ha tenido que ser el «nuevo cine social», recuerda el reciente éxito de Los lunes al sol o las películas de K. Loach, el que ha tenido que recordar a la mayoría de la población que «el proletariado todavía existe».
– Perdona que te corte, pero efectivamente me ha interesado mucho el capítulo del libro dedicado a películas recientes sobre trabajadores precarios.
– No es cine de ciencia-ficción, sino fotografía de la realidad. El modelo neoliberal de relaciones laborales ha triunfado plenamente y quienes lo están pagando fundamentalmente son las nuevas generaciones obreras, los trabajadores inmigrantes y los parados intermitentes. Ciertamente, no todos los trabajadores españoles están proletarizados, pues millones de ellos pertenecen a eso que se denomina la «aristocracia obrera»: trabajadores cualificados con buenas condiciones laborales, protección sindical y un nivel de consumo propio de la clase media baja. La desigualdad interna dentro de los trabajadores asalariados está creciendo mucho.
– ¿Quiénes forman entonces este nuevo proletariado?
– Fundamentalmente los trabajadores con contratos temporales y los parados. Más concretamente: los empleados a través de las ETT (Empresas de Trabajo Temporal), los trabajadores inmigrantes, los jóvenes sometidos a contratos de corta duración, los trabajadores de la economía sumergida, los obreros de las subcontratas, los jornaleros. Según la Encuesta de Población Activa de finales del 2002, en esta situación se hallan algo más de seis millones de españoles. No están cuantificados miles de trabajadores inmigrantes que trabajan en la economía sumergida.
– ¿Influye la edad y el género para formar parte de este proletariado?
– Muchísimo. Las mujeres sufren mucho más que los hombres la precariedad laboral y el paro. La edad es el factor más determinante. Nada menos que el 77% de estos trabajadores tienen entre 16 y 39 años. Pero más allá de los porcentajes, están las vidas personales quebradas. Para ayudar a tomar conciencia de esta violación de la dignidad humana el primer capítulo del libro está formado por historias de vida de trabajadoras y trabajadores precarios que cuentan su situación.
– ¿ Qué es lo peor de la precariedad laboral?
– Los accidentes laborales, la desestructuración familiar y la desesperación y depresión personal. El mayor sufrimiento se concentra en el medio millón de hogares en que todas las personas están en paro. Frente a ellos tenemos más de ocho millones de hogares en que todos sus miembros activos están ocupados. Estos datos junto con el 31% de trabajadores con contrato precario nos muestran el tipo de sociedad que tenemos: dos tercios integrados, aunque con desigualdades internas, y un tercio excluido y explotado.
– Ya que hablas de la siniestralidad laboral, me ha parecido interesante la tabla en la que comparas los muertos por la violencia terrorista y los muertos por accidentes laborales. Aunque de nuevo me parece exagerado que digas que exista en España un terrorismo laboral.
– No me negarás que en el libro queda explicado el sentido de este terrorismo.
– Disculpa, pero no está tan claro. Encuentro acertado tu concepto de «violencia laboral», pero de ahí a hablar de la existencia de «un terrorismo laboral» hay una gran distancia, ¿ o no ?
– Vamos a ver. Cada día – te repito, ¡cada día!- mueren en España cuatro obreros por culpa de un modelo muy concreto de producción y de organización del trabajo. Cada año cerca de un millón de trabajadores sufren accidentes laborales y miles de ellos se quedan mutilados o con enfermedades que les impiden desarrollar una vida plena. Un porcentaje elevadísimo de estas muertes y accidentes podrían evitarse si existiera otra estructura laboral. Y no estoy hablando de una utopía. Basta con mirar a otros países europeos: mientras que en España mueren en jornada laboral 14 personas por cada 100.000 trabajadores, en Suecia mueren dos. Lo peor es que en nuestro país no hemos avanzado prácticamente nada en este terreno. Es más, en el 2002 este tipo de muertes se han incrementado un 8% respecto al año anterior.
– Me ha interesado mucho la reconstrucción que haces de la conflictividad obrera en los últimos veinticinco años y tu análisis de la acción sindical contra la precariedad laboral. Sin embargo, ¿no parece que se haya conseguido mucho?, ¿a qué se ha debido?
– Entre los años 1985 y 2002 los sindicatos han organizado nada menos que cinco huelgas generales. La memoria de mucha gente es muy débil, pero así ha sido. Para escribir este libro he releído detenidamente Noticias Obreras y las revistas de los sindicatos y la verdad es que es impresionante el conflicto social desarrollado por los trabajadores. No puedo resumirte ahora con detalle el análisis que hago en él. Pero muy condensadamente puedo decirte que la izquierda sindical nunca avanza sin una izquierda política que desde el legislativo y el ejecutivo dé prioridad a sus demandas. Desgraciadamente, el PSOE no fue el aliado de los sindicatos cuando gobernó; en el libro reproduzco una parte larga del mitin final de Nicolás Redondo en la tercera huelga general y, desde luego, es algo tremendo, una pieza histórica por el patetismo y el dolor que transmiten sus palabras. A Izquierda Unida no la votan significativamente los trabajadores. Del PP no se puede esperar nada bueno para la clase trabajadora, aunque en las dos últimas elecciones generales ha recibido un voto obrero considerable. Tuvo en Manuel Pimentel un buen ministro de Trabajo y se tuvo que marchar del gobierno.
– Ciertamente los datos que das sobre la orientación política y electoral de los trabajadores manuales desde 1985 hasta hoy son muy curiosos.
– No sé por qué dices que te resultan curiosos.
–¡Hombre, que el PP obtenga mayor porcentaje de voto obrero que IU y que los trabajadores sigan votando mayoritariamente al PSOE después de cuatro huelgas generales!
– Los datos no me los invento yo. El PSOE pierde voto de algunos sectores obreros de un modo significativo a partir de 1996 y la mayor parte de este voto se trasvasa al PP o acrecienta la abstención. Antes de estas fechas, a pesar de las huelgas generales, la mayor parte de los trabajadores siguen votando al PSOE. No siempre existe una correspondencia entre protesta sindical y voto político. A IU no se le ha trasvasado la mayor parte del voto obrero del PSOE. Es ciertamente una paradoja que la formación política que más ha defendido a los trabajadores, sobrepasando por la izquierda incluso a los sindicatos, perciba tan poco voto obrero comparado con el recibido por otros partidos.
– Valoras la acción de los sindicatos, pero en el libro aparecen también unas críticas muy fuertes contra ellos
– Los sindicatos tienen, como el resto de organizaciones humanas, aspectos positivos y aspectos negativos. Por honestidad no podía obviar las críticas que les hacen desde colectivos de solidaridad con los trabajadores precarios y los inmigrantes, así como las provenientes de los nuevos movimientos sociales de parados. Con algunas de estas críticas me identifico y otras las rechazo. Creo que se necesita una mayor innovación sindical para arraigarse en el mundo laboral de los precarios, los jóvenes, las mujeres y los inmigrantes.
– ¿ Te parece que son relevantes los movimientos de parados y de precarios que existen en diversos países europeos?
– Sí, desde luego y, por eso, se dedica una parte del libro a analizar esta nueva realidad asociativa en Francia, Alemania, Italia y también en España. En el Foro Social Europeo celebrado en Florencia el otoño pasado surgió una red europea de movimientos de parados y precarios en lucha que es muy interesante. Yo abogo por un encuentro entre las centrales sindicales y este nuevo movimiento social.
– El capítulo sobre las propuestas sindicales contra la precariedad laboral es uno de los más elaborados y concretos del libro, ¿podrías resumir de algún modo los planteamientos sindicales?
– Los sindicatos plantean demandas a corto plazo como el restablecimiento del principio de causalidad en la contratación temporal, es decir, la supresión legal de todos aquellos contratos temporales que no se ajustan estrictamente a las necesidades temporales de las empresas. Para ello es necesario revisar el régimen jurídico actual de los contratos temporales en orden a restablecer la preferencia legal por los contratos indefinidos.
Otra propuesta importante es una nueva regulación legal de la relación entre contratas y subcon-tratas, pues en éstas últimas se concentra en gran medida la explotación y la siniestralidad laboral. También propugnan la regularizaron de los trabajadores inmigrantes que se encuentran en la economía sumergida.
Fundamentalmente lo que desean es evitar la sustitución de empleo de calidad por empleo precario. No se quedan en generalidades. Han presentado un par de Iniciativas Legislativas Populares -analizadas pormenorizada-mente en el libro- que concretan con mucho detalle mecanismos para erradicar las principales manifestaciones de la precariedad laboral. No obstante, sin una repolitización muy fuerte de los trabajadores y sin nuevos programas laborales de la izquierda política, difícilmente se van a lograr estos objetivos.
– Siempre vuelves a la política
Claramente. Desgraciadamente cada vez está más vacía de contenido y los periodos electorales son ocasiones que se desperdician. Tenemos que hacer un esfuerzo para convertir la cuestión de la precariedad laboral en un tema central en las próximas elecciones generales. Quizá tendríamos que elaborar, desde el movimiento sindical y otros colectivos que trabajan en el mundo obrero, unas demandas muy concretas para obligar a los partidos a suscribirlas o rechazarlas en actos públicos multitudinarios antes de ir a las urnas. Tenemos que inventar debates y mítines de plataformas ciudadanas a los aspirantes a diputados, en vez de limitar las campañas electorales a los actos partidistas. Esta problemática de la precariedad laboral no se puede delegar a la negociación entre patronal y sindicatos, pues afecta al modelo de sociedad y tiene que dirimirse en el Parlamento como sede de la soberanía popular.
Me sigue costando unir cristianismo y justicia a la vista de la Historia, la Conferencia Episcopal, actitudes de Obispos, Arzobispos… la Iglesia Católica en España es poderosa, rica y codiciosa, entre otros adjetivos, con todo reconozco que en su seno, sorpendentemente, hay personas merecedoras de adjetivos muy opuestos.
un abrazo,
Juanjo
Propone la patronal, como medida para incrementar el empleo juvenil, contratos ajustados al salario mínimo interprofesional. Cuando los jóvenes dejan de serlo se les despide para contratar nuevos jóvenes y así se completa el circulo maldíto: Adultos condenados al paro indefinido y jóvenes produciendo barato para gozo y enriquecimiento de los negreros.
«Crisis y empleos indecentes». Tendrán que tener una justificación, seguro que la tienen, cuando nuestro cristianísimo pastor, el coptador Rouco Varela, Presidente de la Conferencia Episcopal Española, manifiesta publicamente su apoyo a las medidas tomadas por el Presidente del Gobierno Marrano Rajoy para luchar contra la «crisis de los trabajadores».
En la televisión de los obispos, canal 13, aseguraban ayer tarde que la dación en pago es una utopía que daría al traste con el sistema financiero, por lo que no es viable.
El nido de víboras o sepulcros blanqueados, más conocido como «Conferencia Episcopal», sunvencionada por el gobierno con 14.000.-M/E, defiende el/su sistema financiero al que se rescató recientemente de la quiebra propiciada; entre otros, por ellos mismos, con dinero público, olvidándo la no menos importante quiebra de cientos de miles de familias desahuciadas que no ven otra salida que el suicidio.
¿Seguiremos escuchando de su boca blasfemias como: ¡¡¡Una limosnita, por el amor de Dios!!! o ¡¡¡ Una limosnita para los negritos!!!?