Hay momentos de alegría serena, profunda, sana. Alegría que no se vive de manera alborozada sino en la profundidad del corazón. Hace poco tuve uno de esos momentos.
Recibí un mensaje que me invitaba a comprar y leer un libro. El autor del mensaje, con su característica capacidad para un humor profundo, me decía: “que yo compro los tuyos, tú compra el mío”. La coletilla no hacía falta, porque la alegría ya había irrumpido en mi corazón.
Nos habíamos conocido hace tiempo. Aún le recuerdo cuando estaba en primaria jugando a pelota en el patio del colegio, él, alumno, yo, profesor de secundaria. Años más tarde fui su tutor. Luego su monitor en los grupos del cole. Tuve la suerte de verle crecer, enamorarse, vivir.
A pesar de los años y la distancia, siempre hemos sabido el uno del otro. Y cuando casualmente nos juntamos por la calle nos paramos para darnos un abrazo y contarnos cómo estamos.
El libro que ha escrito y que aconseja para jóvenes que están en las puertas de la fe, que se lo cuestionan o que pueden hacerlo, se titula Contra todo pronóstico. Lo mejor está por llegar.
Contra todo pronóstico es también una canción de Sabina, pero poco tiene que ver con el tema. No haré espóiler de libro. Simplemente, lo aprovecharé para hablar de otro tema.
Al comienzo del mismo, el autor nos habla de la Kerkaporta. Se trata de una puerta de las murallas teodosianas que salvaguardaban Constantinopla. Al parecer alguien la dejó abierta por error y eso permitió a los otomanos entrar y gritar que habían tomado la ciudad. Corría el año 1453. Hay quien dice que fue uno de los hechos que posibilitó la caída de la ciudad y con ello el fin de la Edad Media.
En su libro el autor aprovecha esta situación para presentar a Jesús como un experto para poder buscar las kerkaportas de las personas y poder entrar en su vida.
Años atrás nosotros hablamos de la grietas en los muros (aquí puedes recordar lo que se presentó en ese momento). Quisiera aprovechar la situación para recuperar esta idea, invitando al lector a convertirse en experto alegre para descubrir las kerkaportas de nuestro mundo que llevan a la plaza de la esperanza y el convencimiento de que aún podemos hacer algo.
Nuestra sociedad necesita de estos buscadores para responder a las dificultades que enfrenta. Se trata de mirar la realidad con otros ojos y ver los signos presentes de un mundo nuevo. Frente a la angustia del crecimiento, del odio, de la ultraderecha en un mundo en clara crisis civilizatoria y que no encuentra otra salida que las tangentes, porque el resto ya no sirve frente al mundo que vendrá, pero no tenemos claro cuál es, frente al aumento de racismo, del miedo, de tensión… ¿Qué respuestas podemos dar?
Pues tal vez solo nos queden aquellas que vienen desde los márgenes de la existencia, pero nos recuerden esas puertas que se han quedado abiertas por las que podemos entrar a otro mundo posible y necesario.
Lo mismo podemos decir de nuestra Iglesia, de nuestro mundo de fe. Solo testimoniando de manera profética jardines de vida llenos de fe, esperanza y caridad podremos encontrar el rumbo y el futuro al que encaminarnos.
Y es que solo así, de verdad, lo mejor está por llegar. Leer el interpretar el mundo, descubrir las puertas abiertas que nos llevan a otros lugares, caminar juntos… Hacer real y extensible los lugares de vida, y de vida en abundancia, para poco a poco ir abonando terrenos y cosechando campos que otros recogerán. Porque esta es nuestra hora, y el regalo que hemos recibido.