Dicen que el refranero popular está lleno de sabiduría. Y en efecto, así es. Nos ayuda a recordar la historia y lo aprendido en ella. Nos permite educar ese sentido común tan poco común en muchas ocasiones.
Es por eso que recupero el refrán que da título a este artículo. En él se nos invita a llamar a las cosas por su nombre y a recordarlas tal como son. Esto tan evidente y tan difícil en nuestro tiempo. En Cristianisme i Justícia dedicamos un cuaderno al tema de la verdad en septiembre de 2021. Una palabra tan pequeña y tan difícil de entender hoy en día. Aristóteles decía que la verdad es la adecuación a la realidad. Hoy, parece un misterio dicha definición. Porque, claro, la realidad parece que es la que yo quiero ver y no la que hay.
Por eso, conviene volver a llamar a las cosas por su nombre. Sorprende leer las noticias, o escuchar la radio, o ver la televisión y encontrar tal disparidad de opinión ante la realidad. Hay situaciones flagrantes en nuestro mundo que no podemos obviar: la guerra en Ucrania, que parece vamos dejando en segundo término cansados ya del tema; la revuelta de Irán y el empoderamiento de sus mujeres…
Pero ahora, me quiero centrar en otra realidad. En diversos lugares del mundo hay o ha habido hace poco elecciones. En otros, los debates y disputas políticas entre diferentes facciones del gobierno son eternas, especialmente cuando se trata de hablar de presupuestos, impuestos, ayudas…
Me desconcierta cuando alguno de estos políticos parece aludir a una sensibilidad cristiana para decir según qué cosas. Como si eso fuera un argumento inapelable que caracteriza una cultura concreta. Es difícil el diálogo cuando se da por hecho que se posee la verdad, aun a costa de tergiversar la realidad.
Pero qué es eso tan cristiano y, a qué nos lleva cuando hablamos de vincular política y economía. Si se pretende argumentar desde el evangelio, hay quienes te achacan que eso es demagogia e interpretación. Que la Iglesia ya sabe, y habla claro. Como si el evangelio no fuera un argumento cristiano y, sin embargo, lo que dice un amigo mío de la institución eclesial vale más que la palabra de ese tal Jesús de Nazaret del que algunos hablan.
Ya estamos sin argumentos. Solo queda la doctrina eclesial. Pero lo que mucho de esos políticos que blanden la espada de la religión obvian es que dicha doctrina está llena de sabiduría. Incluso en aquellos documentos que nos suenan más tradicionales.
Así que invito a recorrer uno de esos documentos, para ver qué nos dice la Santa Madre Iglesia. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica:
- 2402 Al comienzo Dios confió la tierra y sus recursos a la administración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos, los dominara mediante su trabajo y se beneficiara de sus frutos (cf Gn 1, 26-29). Los bienes de la creación están destinados a todo el género humano.
¿Entendemos que todo el género humano quiere decir todo? Porque si es así, si es todo, ¿cómo podemos justificar separar un nosotros de otros?, ¿los que han nacido aquí de los que no?… Y otras diferencias que obvia el significado de “todo el género humano”…
- 2403 El derecho a la propiedad privada, adquirida o recibida de modo justo, no anula la donación original de la tierra al conjunto de la humanidad.
¿Entendemos estas palabras? ¿Entendemos que el conjunto de la humanidad está por encima de las riquezas personales? A este número, podríamos añadir otros dos más:
- 2445 El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta.
- 2446 San Juan Crisóstomo lo recuerda vigorosamente: “No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida; […] lo que poseemos no son bienes nuestros, sino los suyos” (In Lazarum, concio 2, 6). Es preciso “satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia”.
¿Entendemos la prioridad de los pobres cuando hablamos de economía y política? De esos pobres, que son empobrecidos, porque hay alguna estructura que los mantiene pobres. ¿Entendemos que somos administradores no dueños de los bienes del mundo?
- 2405 Los bienes de producción —materiales o inmateriales— como tierras o fábricas, profesiones o artes, requieren los cuidados de sus poseedores para que su fecundidad aproveche al mayor número de personas. Los poseedores de bienes de uso y consumo deben usarlos con templanza reservando la mejor parte al huésped, al enfermo, al pobre.
¿A quién atendemos?
Sigamos leyendo.
- 2406 La autoridad política tiene el derecho y el deber de regular en función del bien común el ejercicio legítimo del derecho de propiedad.
- 2409 Son también moralmente ilícitos, la especulación mediante la cual se pretende hacer variar artificialmente la valoración de los bienes con el fin de obtener un beneficio en detrimento ajeno; la corrupción mediante la cual se vicia el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho; la apropiación y el uso privados de los bienes sociales de una empresa; los trabajos mal hechos, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro.
- 2436 Es injusto no pagar a los organismos de seguridad social las cotizaciones establecidas por las autoridades legítimas.
¿Entendemos qué quiere decir? ¿Podemos justificar el fraude social, la evasión de impuestos, la existencia de paraísos fiscales?
Estas y otras preguntas deberían estar en la mente de todos. Qué y cómo recuperar aspectos esenciales que han sido obviados, olvidados y tergiversados. Decía Deleuze que la filosofía tenía que ser agresiva, respondiendo así a la inconsistencia, la falacia, la ironía generada en torno a ella. Tal vez nosotros también debemos ser contundentes cuando se afirman mentiras bajo un nombre que defiende al huésped (extranjero marginado), al enfermo (apartado de la vida social) y al pobre (empobrecido por un sistema injusto). Y no olvidar nunca que la economía y la política han de estar a su servicio. Porque política es saber que hay una serie de problemas sociales de los cuales todos (¡todos!) debemos salir juntos, y lo contrario es el egoísmo. Porque economía, es saber que existen unos bienes limitados que deben ser distribuidos para cubrir las necesidades de todos (¡todos!), y lo contrario, genera un mundo de exclusión y muerte.
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