
La sagrada escritura y el pueblo de Dios
Juan Pablo Espinosa Arce. Septiembre es el Mes de la Biblia para el mundo cristiano. La Palabra de Dios escrita y transmitida en la comunidad es el corazón de la misma fe, ya que en ella nos encontramos con la fe de Israel y de la Iglesia. La Sagrada Escritura es pues un espacio vivo donde los creyentes hacemos experiencia de Dios. Los testimonios bíblicos son un trabajo cultural, humano y creyente de interpretación de la historia y de los acontecimientos en los cuales se puede vislumbrar la acción de Dios. Antonio Bentué en La opción creyente declara que en la revelación de Dios, comprendemos que “la Biblia es un libro vivo. En ella se expresa la experiencia de Israel en sus diferentes peripecias históricas de triunfo y de fracaso, de seguridad, de perplejidad, de vida, de enfermedad y de muerte, de fidelidad, etc”[1].
Por las experiencias histórica de vida de Israel, y en conjunto del dinamismo que la fe nos provee para mirar y comprender nuestras vidas, Bentué recuerda que “Israel (y por extensión la Iglesia) fue un pueblo escogido como intérprete de su propia historia profana (cotidiana, cultural, política, social). Desde su fe leía la presencia salvadora de Dios en las diversas circunstancias históricas que vivía, y en esa interpretación de su fe, Israel estaba inspirado”[2]. Y hoy ¿cómo estamos hoy interpretando nuestra historia a partir de la historia que Dios ha ido recorriendo junto a nosotros? ¿Somos lectores y practicantes asiduos de tomar la Sagrada Escritura, meditarla y ponerla en práctica? La fe debería ser capaz de discernir, de ver, juzgar y actuar cómo la acción salvadora de Dios actúa en la historia cotidiana de la misma Iglesia y de nuestra vida particular. (more…)