Carlos García de Andoin. Son conocidos los interpelantes llamamientos del papa Francisco a una Unión Europea (UE) que se desentiende del cementerio de migrantes en que se ha convertido el Mediterráneo, así como reclamando políticas de acogida e integración. No en vano conspiran contra él Salvini, Le Pen y el tenebroso Bannon, exasesor de Trump, que impulsa el ultranacionalista y xenófobo The Mouvement. Menos conocido es, sin embargo, el diálogo sostenido sobre la relación de la política con la religión organizado en Bruselas y Roma.
En la legislatura que concluye el Parlamento Europeo ha iniciado la implementación del art. 17 del Tratado de funcionamiento de la Unión Europea, que, respetando el estatus de las iglesias y comunidades religiosas en cada país, habilita a la Unión para mantener un diálogo abierto, transparente y regular con ellas y también con las organizaciones de conciencia y filosóficas.
En los orígenes se encuentra Jacques Delors, que, en 1994, con su iniciativa “Un alma para Europa”, el entonces presidente de la Comisión Europea, estableció los primeros vínculos formales entre las instituciones europeas y las organizaciones religiosas y no confesionales. Su objetivo era ir más allá de una comprensión puramente económica y legal de la integración europea, para reflejar sus dimensiones espirituales y éticas.
Con este mismo horizonte la Vicepresidencia del Parlamento Europeo, Mairead Mc Guiness, ha desarrollado varias iniciativas de diálogo entre las que han destacado cuatro seminarios. El primero (24/3/2015) sobre el diálogo interreligioso, que fue un llamamiento a las religiones a expresar públicamente la colaboración mutua y el diálogo cuando Europa vivía amenazada por el extremismo yihadista. El europarlamentario vasco Ramón Jáuregui recordó al atentado del 11-M de Madrid y las políticas desarrolladas en España como la Alianza de Civilizaciones y las políticas de gestión de la diversidad religiosa auspiciada por la Fundación Pluralismo y Convivencia.
El segundo (26/6/2018) se produce cuando la UE ha tomado consciencia de los nefastos efectos sociales y políticos de las políticas de austeridad. En este contexto hace una invitación a las religiones a dialogar sobre la declaración de Goteburgo -el Pilar Social de los Derechos Sociales (2017)- y a contar con su colaboración en su implementación. Allí participaron entre otras Cáritas Europa, Diakonia y Salvation Army que apuntaron varias críticas: a) son recomendaciones para los Estados que carecen de fuerza ejecutiva, b) necesitan medidas de financiación específicas en los presupuestos plurianuales de la UE y c) limita los derechos a los ciudadanos europeos y a los trabajadores con residencia legal. Se postuló la necesidad de una Renta Europea de Garantía de Ingresos.
El tercero (4/12/2018) fue sobre Religión y Derechos Humanos, responsabilidad compartida. La crisis migratoria y la islamofobia creciente obligan a afirmar nuevamente la libertad de religión y de creencias, protegidas por la UE y el marco legal internacional. En este encuentro, las organizaciones de conciencia y filosóficas interpelaron a las religiones sobre su falta de reconocimiento a las mujeres como sujeto de derechos humanos en igualdad con los varones.
Por último, el pasado 19 de marzo, se celebró una interesantísima sesión sobre los aspectos éticos de la Inteligencia Artificial (AI, por sus siglas en inglés). Los temores que despiertan son numerosos, en términos de destrucción de empleo, de manipulación de las democracias e incluso de cuestionamiento de la misma idea y especificidad del ser humano. Allí se dio a conocer los trabajos de un grupo de alto nivel que está desarrollando los criterios éticos que van a inspirar las políticas de la UE relativas a la AI. La AI debe ser desarrollada, desplegada y utilizada con un propósito ético: principio de beneficencia, hacer el bien; no maleficencia, no hacer daño; autonomía de los humanos; justicia y equidad; y explicabilidad y transparencia. Allí se trasladó a los 300 participantes la pregunta: ¿Pueden las religiones hacer una aportación significativa ante estos retos? Sin duda, al igual que la bioética ha tenido un gran impulso en las tres últimas décadas, hoy exigen un esfuerzo semejante los desafíos de la Inteligencia Artificial y el transhumanismo.
Por el lado de las religiones también ha habido iniciativas a destacar. La Iglesia católica organizó un congreso con el tema “Repensar Europa” (27-29/10/2017). Con presencia del Presidente del Parlamento Tajani, el Vaticano dio un sólido apoyo a la Unión en uno de sus momentos más críticos: la victoria del Brexit. Allí el presidente de los episcopados europeos R. Marx dijo frente al auge del nacionalismo populista autoritario que las respuestas no están en el ayer, “en un mal entendido retorno a soluciones probadas, que a menudo es sólo la nostalgia y la transfiguración romántica del pasado”. En Roma las dos reflexiones más punzantes fueron, por un lado, la de F. Timmermans, Vicepresidente 2º de la Comisión Europa, quien alertó contra el uso de la herencia judeo-cristiana para crear exclusividad. “La herencia cristiana no significa nada, si lleva a excluir a otros que no tienen el mismo legado. Eso no es cristiano”. Reivindicó el cristianismo como patrimonio abierto. Por otro, la del papa Francisco a una Europa donde la persona humana “se reduce a principio abstracto”. “No hay ciudadanos, hay votos. No hay migrantes, hay cuotas. No hay trabajadores, hay indicadores económicos. No hay pobres, hay umbrales de pobreza” y así, todo parece “más cómodo y más tranquilo”. Diálogos, todos ellos, de los que en España tenemos mucho que aprender.
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