Victor CodinaCon motivo del 50 aniversario de la creación del sínodo de obispos por el concilio Vaticano II, el sábado 17 de octubre, el Papa Francisco pronunció ante el actual Sínodo de obispos sobre la familia, un discurso de gran trascendencia tanto para la Iglesia como para la sociedad civil

Partiendo del concepto de “sínodo” que significa caminar juntos, Francisco recuerda el axioma de la Iglesia del primer milenio: “lo que afecta a todos, debe ser tratado por todos”. Todo el Pueblo de Dios por el bautismo ha recibido la unción del Espíritu y goza del instinto de la fe para discernir la verdad. De este modo toda la Iglesia ha de practicar una escucha recíproca para hallar la voz del Espíritu. Por esto, en el actual Sínodo de la familia se ha consultado a las familias, para conocer, aunque sea en parte, su opinión sobre lo que se iba a tratar en el Sínodo. Hay que pedir el don de la escucha.

Más aún, dice Francisco que la Iglesia es una pirámide invertida en la que la cumbre está debajo de la base, la autoridad es un servicio, su poder es la cruz y el obispo de Roma no está por encima de la Iglesia, es un bautizado entre los bautizados y como sucesor de Pedro es el siervo de los siervos de Dios que expresa la fe de toda la Iglesia.

Todo esto tiene grandes consecuencias para toda la Iglesia que ha de realizar una descentralización en todos los niveles y una conversión del Papado, para poder así caminar juntos todo el Pueblo de Dios en la historia. Esto tendría además consecuencias ecuménicas positivas de cara a la unión de las Iglesias.

Pero Francisco añade que una Iglesia sinodal en la que se camina conjuntamente puede ser una señal significativa para todas las naciones en las que, aunque se invoca la participación y la solidaridad, muchas veces se confía el destino de pueblos enteros en las manos codiciosas de algunos grupos restringidos de poder.

De este modo una Iglesia como Pueblo de Dios que camina conjuntamente con la humanidad en la historia puede ayudar a edificar una sociedad más fraterna y justa, creando un mundo más hermoso para las próximas generaciones.

Por esto no se puede olvidar que “lo que afecta a todos, debe ser tratado por todos”.

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Imagen extraída de: Pixabay

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Jesuïta. Va estudiar filosofia i teologia a Sant Cugat, a Innsbruck i Roma. Doctor en Teologia per Roma (1965), professor de teologia a Sant Cugat mentre vivia a l'Hospitalet i Terrassa. Des de 1982 va residir a Bolívia on va treballar amb sectors populars i en la formació de laics a Oruro i Santa Cruz. Professor emèrit de la Universidad Católica Boliviana de Cochabamba, alternant amb treball de pastoral en barris populars. Ha escrit nombrosos llibres i articles. En 2018 va tornar a Barcelona on resideix actualment.
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