Cristianisme i Justícia. [Desde hoy y a lo largo del mes de agosto publicaremos una serie de posts que no han sido escritos por contemporáneos nuestros sino por personas de otros siglos pertenecientes a la tradición de la Iglesia. Todos estos textos pueden encontrarse en el libro Vicarios de Cristo: Los pobres de José I. González Faus].
San Ambrosio de Milán (339-397)
La misericordia es parte de la justicia. De modo que si quieres dar misericordiosamente a los pobres no haces más que justicia, según aquello de la Escritura: «Distribuyó, dio a los pobres; su justicia permanece eternamente» (cf. Sal 111,9). Porque es injusto que el que es completamente igual a ti, no sea ayudado por su semejante, sobre todo desde el momento en que Dios nuestro Señor quiso que esta tierra fuese posesión común de todos los hombres, y diese frutos para todos ellos; pero la avaricia dividió los derechos de las propiedades. Por tanto es justo que, si reivindicas para ti como privado algo de lo que es común a todo el género humano…, al menos repartas entre los pobres algo de ello, para que no niegues el alimento a los que participan del mismo derecho que tú.
¿Os dais cuenta de que andamos entre muchas imágenes de Cristo? Pues cuidado con dar la sensación de que expoliamos a esas imágenes de la corona que Cristo impuso a cada uno. Procuremos no quitar nada a quien debemos dar. Pero, en lugar de eso, no sólo no honramos a los pobres, sino que los deshonramos, los aniquilamos, los perseguimos, y no nos damos cuenta de que, cada vez que creemos que se les puede hacer daño, causamos esas injurias a la imagen de Dios. Quien se burla del pobre irrita al que lo creó. Y llegará el día en que dirá: «tuve hambre y no me disteis de comer». Por lo tanto, pongamos todo nuestro empeño en no causar ningún ultraje a cualquiera de estos pequeños, para que no sienta el Señor que le injuriamos a él mismo en ellos.
(Sermón sobre el salmo 118. PL 15, 1372-1410).
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