Chema Castells. “El drama del inmediatismo político, sostenido también por poblaciones consumistas, provoca la necesidad de producir crecimiento a corto plazo. Respondiendo a intereses electorales, los gobiernos no se exponen fácilmente a irritar a la población con medidas que puedan afectar al nivel de consumo (…). La miopía de la construcción de poder detiene la integración de la agenda ambiental con mirada amplia en la agenda pública de los gobiernos. Se olvida así que «el tiempo es superior al espacio», que siempre somos más fecundos cuando nos preocupamos por generar procesos más que por dominar espacios de poder” (Laudato si, nº 178).
Como nos recuerda Francisco, a los políticos les puede más el inmediatismo del tempo electoral que la mirada amplia necesaria para abordar los grandes problemas. Siendo esto así, en pocos temas se manifiesta con más claridad que en la cuestión ecológica, donde es imprescindible la mirada global (“piensa global, actúa local”) y el tiempo largo (el compromiso intergeneracional en que se basa el desarrollo sostenible). A lo que podríamos unir la Política como empoderamiento público frente a la ceguera del Mercado.
Y pocas coyunturas como a la que nos enfrentamos en esta segunda mitad de año para hacerlo más palpable: 2015 se presenta como un año de grandes retos y oportunidades en materia ambiental. Junto a las continuas citas electorales, también asistiremos a la adopción de los nuevos Objetivos de Desarrollo Sostenible post-2015 en la ONU en septiembre y, sobre todo, de nuevos compromisos contra el cambio climático en la Cumbre de París en diciembre.
Tres grandes elementos deberían centrar la aportación del debate político y ciudadano en España sobre ecología este año, apuntando en conjunto al cambio de nuestro actual modelo de producción y consumo:
1. Siguiendo la propuesta planteada en el Programa por la Tierra por las grandes organizaciones ecologistas, la lucha contra el cambio climático debe ser el centro de las políticas en los diversos niveles.
“El cambio climático es un problema global con graves dimensiones ambientales, sociales, económicas, distributivas y políticas, y plantea uno de los principales desafíos actuales para la humanidad. (…) Muchos de aquellos que tienen más recursos y poder económico o político parecen concentrarse sobre todo en enmascarar los problemas o en ocultar los síntomas, tratando sólo de reducir algunos impactos negativos del cambio climático” (Laudato si, nº 25 y 26).
A pocos se les escapa ya hoy que el cambio climático es una de las mayores amenazas para un futuro sostenible. Si no tomamos medidas con urgencia, las consecuencias serán sumamente peligrosas, quizás irreversibles. Y este es un ámbito en el que la posibilidad, incluso la obligación, de establecer objetivos a distintos niveles más allá del estatal (autonómico, local incluso personal) se hace imprescindible.
Para ello, alumbrar una política y una planificación integral, coherente y transversal de medidas locales, autonómicas y estatales de adaptación al cambio climático coordinada y coherente con el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático, que integren las medidas a adoptar en sectores de competencias compartidas o descentralizadas como transporte, recursos forestales, agricultura, medio ambiente, residuos o eficiencia energética debería convertirse en prioridad ineludible. La futura Ley de Cambio Climático de Andalucía que podría aprobarse en este 2015 podría ser un primer paso en ese sentido.
2. Avanzar de forma urgente en la necesaria transición energética se presenta como una consecuencia inmediata de la lucha contra el cambio climático.
“Por eso se ha vuelto urgente e imperioso el desarrollo de políticas para que en los próximos años la emisión de CO2 y de otros gases altamente contaminantes sea reducida drásticamente, por ejemplo, reemplazando la utilización de combustibles fósiles y desarrollando fuentes de energía renovable. En el mundo hay un nivel exiguo de acceso a energías limpias y renovables” (Laudato si, nº 26).
Junto a la necesidad de superar un modelo energético agotado basado en los combustibles fósiles, o en el desesperado sueño interesado del fracking, la dependencia energética exterior de nuestro país y la pobreza energética que amenaza a miles de familias sitúan la demanda de un modelo claro de transición como otra prioridad política de primer orden.
Es además este un ámbito en el que, como pocos, se visibiliza la posibilidad de conjugar el reto ambiental con la posibilidad de generar empleo, empleo verde que además se sitúa en sectores productivos y tecnológicos de vanguardia, en los que existe una experiencia contrastada.
Pero para ello, frente a la política obstaculizadora de estos últimos años, rehén de los oligopolios eléctricos, hay que impulsar un modelo energético renovable, justo y democrático, donde se priorice la ambición y una apuesta clara por el autoconsumo y las energías renovables.
3. Reducir la producción de residuos, fomentar el uso sostenible de recursos, caminar hacia una economía circular.
“La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería” (Laudato si, nº 21).
Quizás es en el aspecto del (abu)so de los recursos disponibles y la generación consecuente de residuos donde se revelan los efectos de nuestro modelo actual de producción y consumo, su concreción en realidades y políticas locales, la corresponsabilidad ciudadana y, por tanto, nuestro poder de transformación. La gestión de residuos supone además la partida más alta dentro de los presupuestos municipales.
Se requieren políticas de eficiencia en el uso de los recursos naturales y de reducción de residuos, basadas en campañas de concienciación ciudadana y en el apoyo a la producción local y ecológica, asegurando que el consumo de recursos naturales esté dentro de los límites sostenibles de cada región, minimizando así su huella ecológica.
Como nos recuerdan los militantes ecologistas, pero también el Papa esta es nuestra hora, la hora de generar el cambio necesario hacia un modelo de sociedad más justo y sostenible, que pasa por priorizar la protección ambiental y social frente a los intereses cortoplacistas de los mercados. Un nuevo modelo que suponga combinar creación de empleo, equidad y calidad de vida dentro de los límites del planeta. Un modelo que es el único posible para salir de la crisis sistémica actual, económica, ambiental, climática y social.
“La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo. Al poder político le cuesta mucho asumir este deber en un proyecto de nación” (Laudato si, nº 178).
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