[Nota: Recordamos que la dirección de Cristianisme i Justícia no tiene porqué identificarse con todas las afirmaciones de los artículos publicados en el blog. Con este artículo queremos ayudar al debate en el que está inmersa nuestra sociedad sobre esta cuestión]

J. I. González Faus Me gusta que los conflictos y controversias traten de resolverse por medio del diálogo. Pero, por lo que hace a la ley Gallardón, (y dejando los líos recientes entre disciplina de partido y disciplina de conciencia) temo que el sector de la izquierda y el sector de la Iglesia que andan enfrentados aquí, no pueden entenderse porque creo que ambos parten de presupuestos falsos (y a veces tácitos) que nunca se examinan. Intentaré ponerlos de relieve por si eso ayuda.

1. El error de la izquierda.- Un sector de la izquierda critica la ley desde el presupuesto de que el aborto es un derecho de la mujer. Eso es dar armas al enemigo porque ese derecho no existe, por mucho que hoy se haya puesto de moda llamar derechos a las propias voluntades. Andar gritando por ahí que “el aborto es sagrado” daña más a esa causa que los que gritan que el aborto es un crimen. Y querer defender la ley a base de “top-less” (= arriba nada) pectorales solo indica que arriba (en la cabeza) no hay nada.

Es innegable que la última decisión en este tema debe dejarse a la mujer que es quien actúa y sufre aquí. Pero eso no significa que esa decisión no esté enfrentada a ningún deber. Disponer del propio cuerpo es un derecho que tiene sus límites como los tienen todos los derechos: tiene límites cuando el drogadicto decide pincharse apelando a ese derecho a disponer de su cuerpo; los tenía cuando, en el siglo IV, un famoso teólogo llamado Orígenes, decidió castrarse para evitar que murmurasen de él. Los tiene cuando el violador se arroga el derecho a disponer de su cuerpo invadiendo otro. Y los tiene cuando en tu cuerpo hay algo que ya no es simplemente tuyo aunque esté en ti: porque tiene su propio dinamismo vital cuya meta es su autonomía plena. El feto no es un tumor que solo puede vivir a costa de ti sino al contrario: una vida orientada a independizarse de ti.

Invocar un derecho ilimitado a disponer del propio cuerpo equivale a la otra invocación (falsa también) de un derecho de propiedad sin límites: como mínimo, el derecho de propiedad tiene una función social o una hipoteca social. Como mínimo: pues yo creo más bien que una mayoría de los derechos de propiedad que se invocan en nuestra sociedad no son tales derechos. Por eso la argumentación de la izquierda en el tema del aborto me resulta profundamente derechosa y da argumentos de apariencia progre al sector opuesto. Con lo que la izquierda se hace daño a sí misma y pone en evidencia su pérdida de identidad que la ha llevado a interesarse más por cuestiones de entrepierna que por la justicia social. En ese interés coincide con los obispos, aunque en dirección contraria.

2. Los errores de la Iglesia. En muchas autoridades eclesiásticas creo ver otros dos presupuestos falsos.

A.- Por una lado parecen creer que el aborto se acabará con una ley que lo prohíba, y que defender la vida implica reclamar esa ley. Ello me parece de una ingenuidad digna de mejor causa. Y me recuerda aquel chiste de “Hermano Lobo”, cuarenta años ha: una mocita con una tripa inconfundible le decía a su madre: “mamá, no lo entiendo: ¡si decían que han despenalizado el adulterio!”…

Antes de si es moral o inmoral, el problema del aborto es que “está ahí”. Y seguirá estando por mucho que se pretenda prohibirlo. En situaciones así, la misión del legislador no es que la ley y la moral coincidan, sino el máximo bien común que, por otro lado, es el principio fundamental der toda la enseñanza social de la Iglesia. Y ese bien común pide al menos dos cosas: impedir que se aborte en condiciones de clandestinidad que pueden poner en peligro la salud o la vida de la madre. E impedir que las señoras ricas puedan abortar tranquilamente yéndose al extranjero mientras que las pobres (propietarias del Reino de Dios) tendrán que ir a la cárcel por no poder pagarse ese viaje. Por estas misma razones, soy partidario de que se busque una razonable despenalización de la droga que impida, a la vez, el enriquecimiento de unos canallas y el peligro de tantos chavales que mueren por haber ingerido droga adulterada. La droga será inmoral; pero la dura realidad muestra que no se acaba prohibiéndola. Esa prohibición solo es fuente de más inmoralidades.

Tomás de Aquino sabía esto muy bien y escribe repetidamente que “la ley humana no puede castigar o prohibir todas las cosas malas que se hacen”. Y da como razón que, si pretendiera eso, a veces “impediría el provecho del bien común que es necesario para conservar lo humano”. Por eso, sigue diciendo, “es suficiente con que (la ley) prohíba lo que destruye la convivencia social” (1 2ae. 91,4,c y 77 1 ad 1). Pero parece que hay un sector de la Iglesia que no solo no llega al Vaticano II, sino que ni siquiera ha llegado a Santo Tomás.

B.- En segundo lugar, muchas autoridades eclesiásticas tienen todavía mentalidad de cristiandad y se creen con derecho a exigir a las autoridades que la ley civil prohíba algo, solo porque la moral cristiana lo considera inmoral. Lo más sorprendente es que esta obsesión constantiniana solo les afecta en los temas del aborto y la pareja homosexual, cuando parece claro que un estado laico no puede pronunciarse sobre la moralidad o inmoralidad de esos temas, donde hay tantas y tan diversas opiniones. En cambio, en cuestiones económicas y sociales, las autoridades eclesiásticas transigen con leyes profundamente inmorales y anticristianas. La llamada “ley de reforma laboral” es una ley de inmoralidad laboral que clama al cielo y que ha hecho pagar la crisis a los más débiles, sin que casi ningún obispo levantara una voz suficientemente alta contra ella.

¿Podría intentarse un diálogo en el que ambas partes comenzara por discutir esos presupuestos?

3. Otros factores importantes. Pero a esos presupuestos de uno y otro lado, que me parecen claramente equivocados y que hacen imposible todo diálogo, hay que añadir algunos apéndices para captar toda la complejidad del tema.

a. Primacía de los pobres.– Es indispensable distinguir entre el aborto de la mujer rica que lo hace solo por comodidad y el aborto desesperado de tantas pobres mujeres que lo hacen solo porque no les queda otra salida. Me duele profundamente que el obispo Sebastián solo parezca conocer el primer caso porque, además, eso es revelador de la clase social en que se suelen mover nuestros obispos. No conocen a la mujer sudamericana con un hijo y sin papeles que encontró trabajo de criada en una casa. El señor la obligó a acostarse con él, chantajeándola con amenazas de despido. La dejó embarazada y entonces la señora la echó a la calle, dando por sentado que la culpa del embarazo era de la mujer, cuando quizás era a su marido a quien habría debido despedir. Esa mujer abortó. ¿De veras creen los obispos que esa pobre mujer está excomulgada y debería ir a la cárcel? ¿O habría que aplicar el principio de que cuando de una norma se siguen absurdos conviene reexaminar esa norma?

b. Límites oscuros.– Es sabido que San Agustín (en el De anima) y Santo Tomás (I, 118, 2 ad 2) sostenían que el feto solo es un ser humano a partir de los 45 días de la gestación, porque antes la materia no está preparada para recibir el alma racional. Esta opinión podrá ser discutida hoy porque además está formulada con categorías filosóficas anticuadas (cuerpo, y alma infundida desde fuera). Pero pone de relieve una nueva complejidad en el tema del aborto.

Se acusa a la Iglesia de sostener que el embrión es una persona. La acusación suena rotunda, pero solo lo es en parte. El embrión no es todavía una persona. Como el recién nacido tampoco es aún una persona. Pero ambos están programados para serlo: la vida que hay en el embrión no es exclusivamente vegetativa aunque en aquellos momentos solo funcione como una planta. Y la vida que hay en el recién nacido (o en el feto cuando ya da patadas) no es exclusivamente sensitiva aunque en aquellos momentos aún no sea vida racional; pero está programada y en camino de serlo. Y las cosas se definen más por su futuro que por su presente. Esto parece ser lo que quiso decir Tomás, aunque se enredó con su idea de diversas almas que van eliminando a la anterior (la sensitiva a la vegetativa y la racional a la sensitiva).

El hecho es que, en nuestra trayectoria vital, pasamos todos por la “constitución” humana, el “individuo” humano y la “persona” humana. El problema está en que los límites entre ellas son tan imposibles de señalar con precisión, como la separación entre la noche y el día. Esto obliga a la sociedad a decretarlos artificialmente, como se hace con las luces públicas: señalando una hora concreta (aunque unos días habrá más luz y otros menos). Quien sostenga que solo la persona humana tiene derecho a la vida habría de aceptar que matar a un recién nacido no es un crimen, cosa que nadie hace porque la frontera del nacimiento pesa en cualquier sensibilidad. Pero estas reflexiones permiten comprender que no es lo mismo matar a un embrión reciente que a un ser humano ya constituido.

Yo personalmente comparto y admiro la postura de la Iglesia que defiende la vida del embrión desde el principio, más por su futuro y su destino humano que por su mero presente en el que, además, esa vida no puede defenderse. Pero, a la vez, comprendo que no puedo obligar a toda la sociedad a que comparta esa postura. Como no se me puede pedir a mí que comparta la postura extrema del budista cuyo respeto a la vida le llevará a no matar ni al mosquito que me está picando. Esto es lo que daba cierta racionalidad a una ley de plazos que solo pretenda despenalizar algunos abortos, sin declararlos por ello ni morales ni derechos humanos.

c. Casos límite.– Otra situación complicada es la de la malformación fetal. Tanto como admiro la postura del ministro Gallardón cuando dice que él (y supongo que también su mujer: porque si no la afirmación no vale) aceptaría tener un hijo en esas condiciones, me parece comprensible que esa heroicidad no se puede pedir a todos los miembros de la sociedad, sean cristianos o no, y menos aún penalizar su incumplimiento. Conozco el impactante el ejemplo de E. Mounier (otro emblema de izquierda francesa) con una hija enferma de encefalitis a los dos años por una inyección equivocada: acercarse a su lecho “como a un altar”, quedarse “en adoración”, en “una tristeza penetrante y profunda pero ligera y transfigurada” (Conversaciones, 28.08.40). Y luego volver a la tarea política.

Y ya que ha salido el autor de la ley, permítame decirle que me decepciona su declaración de que “ni los gritos ni los insultos me harán cambiar”. Amigo Gallardón: eso no es un argumento sino una descalificación fácil del adversario, como si toda la controversia levantada por esta ley fuera cosa solo de gritadores e insultantes, y no de miembros de tu mismo partido. Y como si no supiéramos de sobra que a toda oposición se adhiere siempre una minoría ineliminable de radicales, que buscan aprovecharse de ella. Es la misma argumentación del alcalde de Burgos, del presidente de Ucrania y, si me apuran mucho, del presidente de Siria. La argumentación simplista de quien no quiere escuchar porque teme no tener razón.

d. Tarea de la Iglesia.– ¿Qué debería hacer la Iglesia en estos contextos? Hace años que sueño con una declaración dirigida a todos los católicos, más o menos en estos términos: “el gobierno va a despenalizar la ley del aborto. Los católicos sabemos que no cabe sentirse amparados por esa despenalización porque legalidad no es lo mismo que moralidad, y porque los católicos creemos que toda vida humana tiene un destino último junto a Dios y merece por eso un respeto máximo, que otros no aceptarán porque no comparten nuestra fe en la vida eterna. Los católicos debemos por tanto no aprovecharnos de esa ley (sin necesidad de cargar con excomunión ese aprovechamiento), y deberíamos dar a la sociedad un ejemplo del máximo respeto a la vida de calidad humana”. Y por eso, la Iglesia decide que así como tenemos una “Caritas” para tratar de atender a todas las víctimas de nuestra sociedad, vamos a fundar otra organización mundial, “Vita”, para tratar de atender a todas las mujeres que se ven casi obligadas a abortar, no por comodidad sino por dificultad, tratando de recoger todas esas vidas y ponerlas al cuidado de la Iglesia en formas de adopción, orfanatos y otras medias a estudiar. Eso es lo que, a mi humilde entender, le pide a la Iglesia el seguimiento de Jesús.

e. “Elemental querido Watson”.– Queda uno de esos “last but not least” que afecta sobre todo a las presuntas izquierdas. Gustavo Bueno, ateo convicto y proselitista, declaró hace años en “Nueva España” que él, como materialista y hombre de izquierdas, era contrario al derecho al aborto. Más tarde declaró en una entrevista a “El Mundo” (11.07.2009): “abortar es de imbéciles… una negligencia de la mujer que no quiere tener hijos y no tomó precauciones. Se arrepiente y lo remedia con un gran gasto público y riesgo personal”. Con los medios que hay hoy para evitarlo, hay que concluir que quien se queda embarazada sin querer (salvo los casos de mujeres violadas, chantajeadas o prostitutas), es una irresponsable que ella se lo ha buscado: póngase Ud. un diu, use un preservativo, hágase un lavado vaginal, tome la píldora anticonceptiva o la llamada “del día siguiente” que no es abortiva… Pero no nos venga ahora con el cuento de que se encuentra ante una maternidad “no deseada”. (…)

Todo lo que antecede es opinión personal y como tal la ofrezco. Solo he intentado dar mis razones sin juzgar a nadie, tratando de recoger lo que veo de válido en todas las partes y sabiendo que, como se trata de un problema que yo no lo sufro, se me pueden escapar algunos matices. Pero creo que estamos en una hora histórica, crispada y cómoda a la vez, en la que evitamos el esfuerzo del argumento para pasar directamente a la descalificación o el insulto. Eso me parece muy peligroso porque, como he dicho otras veces desautorizando a Aristóteles, no creo que el hombre sea un “animal racional”. El hombre es ante todo un animal afectivo. Y usa su razón para defender o “racionalizar” sus pulsiones. Al menos eso es lo que creo que me han ido enseñando la historia y la vida.

(N.B. Concluido el 2 de febrero del 14. Lo que he intentado exponer aquí de manera más breve, lo traté más extensamente en otros sitios. Remito por ello al Cuaderno de “Cristianisme i justicia” El derecho de nacer. Al libro Presencia pública de la Iglesia: ¿fermento de fraternidad o camisa de fuerza?, escrito en colaboración con Javier Vitoria y publicado también en CiJ. Y al artículo breve: La mujer abortante en diciembre del 2009 de la revista Alandar).

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Amarillo esperanza
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Jesuita. Miembro del Área Teológica de Cristianisme i Justícia. Entre sus obras, cabe mencionar La Humanidad nueva. Ensayo de cristología (1975), Acceso a Jesús (1979), Proyecto de hermano. Visión creyente del hombre (1989) o Vicarios de Cristo: los pobres en la teología y espiritualidad cristianas (2004). Sus últimos libros son El rostro humano de Dios,  Otro mundo es posible… desde Jesús y El amor en tiempos de cólera… económica. Escribe habitualmente en el diario La Vanguardia. Autor de numerosos cuadernos de Cristianisme i Justícia.
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13 Comentarios

  1. Sobre los errores de la Iglesia no tengo nada que decir porque José Ignacio los conoce mucho mejor que yo, pero sobre otras partes del texto sí puedo aportar algo y por ello quiero expresar mi desacuerdo y disconformidad con el presente texto. Evidentemente no puedo discutir absolutamente nada en términos teológicos (aquí me ganará la partida en cualquier momento), pero sí en materia de género y DDHH que es mi campo y sobre la propiedad y la autonomía sobre el propio cuerpo.

    1. El texto dice literalmente que reconocer el derecho al propio cuerpo es dar armas al enemigo (donde por mujer y feminista que defiende este derecho me siento incluida y supongo que muchas otras mujeres -también creyentes- se incluirán) y no somos el enemigo. De hecho, hay muchas asociaciones de mujeres como Católicas por el Derecho a Decidir en América Latina y Catholics for a Free Choice (organización nacida en Irlanda en el 73) que lo defienden desde las décadas de los 70-80 (esa a la que nos quiere devolver el Ministro de Justicia) y que no hablan del usufructo del cuerpo sino que asumen en su lema que «hasta María fue consultada para ser madre de Dios» ( Blancarte, 2004). http://www.debatefeminista.com/PDF/Articulos/ladisi1199.pdf
    http://revistas.ucm.es/index.php/NOMA/article/view/40737/39056

    2. ¿Por qué el derecho al aborto no lo es? José Ignacio no lo aclara y discrepo. La OMS lo reconoce y lo promueve y avala la ley de plazos actual que tanto costó conseguir y que garantiza el aborto libre hasta las 14 semanas. Asimismo, la Secretaría de las Naciones Unidas proclama la importancia del respeto y la despenalización del aborto como parte de la puesta en acción de los Derechos de la mujer. De hecho, en un informe reciente de la ONU, se recoge lo siguiente:
    “Las leyes penales que sancionan y restringen el aborto inducido son ejemplos paradigmáticos de barreras inaceptables para la realización del derecho de las mujeres a la salud y deben ser eliminadas[…] Los Estados deben tomar medidas para garantizar que los servicios de aborto legal y seguro sean asequibles, accesibles y de buena calidad. Estas condiciones incluyen el establecimiento de clínicas disponibles y accesibles, la provisión de capacitación adicional para médicos y trabajadores de la salud, la promulgación de requisitos de concesión de licencias y que se garantice que se dispone de lo más nuevo y seguro en medicamentos y en equipamiento. […]aunque se encuentra bien documentado el impacto psicológico de la búsqueda de un aborto ilegal o de llevar a término un embarazo no deseado, ninguna evidencia correspondiente respalda la existencia de una secuela de salud mental a largo plazo como consecuencia del aborto optativo”.

    3. Comparar el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo con la drogadicción o la violación resulta, cuanto menos, demagógico, ofensivo y, por supuesto, contradictorio ya que el caso de la violación coincide mucho mejor con la prohibición del aborto y el control histórico que se ha hecho por parte del orden patriarcal sobre los cuerpos y la capacidad reproductiva de las mujeres. Pero todo esto no es nuevo: ya en el siglo XVI, muchas de las mujeres que eran quemadas acusadas de brujería eran perseguidas por temas relacionados con la contracepción y el aborto.

    4. El ataque a la izquierda como si fuera un bloque unitario que se ha desvirtuado me parece flojo e insulso, ya que muchos partidos de izquierda no han desvirtuado su defensa de la justicia social, sino que incluyen los derechos de las mujeres (lo que durante décadas no se ha hecho) en sus líneas de acción y eso suma hacia la lucha por la justicia, nunca resta.

    5. Aunque el factor de clase social es esencial en cualquier tema relacionado con el género y teniendo claro que las más perjudicadas por la prohibición del aborto serían las mujeres pobres, las mujeres con más recursos también tienen todo el derecho a decidir sobre su maternidad como una opción de vida más. Hay un supuesto que nunca se contempla cuando se habla del aborto y es el más simple: que una mujer, por decisión propia, no quiera ser madre. Sin más. Una de las primeras cosas que se nos empieza a imponer desde pequeñas como mandato de género es la maternidad con el Nenuco de marras que te cae una Navidad sin comerlo ni beberlo cuando a penas levantas dos palmos del suelo o el muñeco que cuando se cae dice «Mamá, me he caído » (al «Papá» nunca lo llama para reforzar aún más el rol de cuidadoras que nos ha sido asignado) y nos venden un supuesto instinto maternal que en realidad no tiene ninguna base biológica. (Os recomiendo leer este artículo que habla del tema: http://www.gonzoo.com/zoom/story/el-instinto-maternal-no-existe-1285/)

    6. Tratar de heroicidad el hecho de querer tener un hijo con alguna malformación o deficiencia es absurdo. Toda mujer cuando se queda embarazada (y decide tener esa criatura) desea que el niño o niña que nazca, lo haga sano/a para que pueda tener una vida completa e independiente. Es cierto que una vez que este niño/a nace ya sea por decisión de la madre o, como sucede tantas veces, porque la malformación o deficiencia no se ha diagnosticado a tiempo y acertadamente, se le deben otorgar todos los derechos y todas las facilidades (preguntémosle pues a este Gobierno que ha hecho con la ley de Dependencia), pero no podemos decir que es una bendición porque nadie desea eso para sus hijos, nadie con la cabeza bien amueblada puede desear sufrimiento alguno para sus hijos. Porque aquí hay que añadir otra discriminación histórica y es que la mayoría de las personas dependientes son atendidas por mujeres.

    7. Como ya he dicho al principio, son muchas las personas católicas (incluso religiosas, especialmente de órdenes femeninas) que defienden el derecho al aborto en el mundo, por lo tanto esta declaración de principios de la Iglesia que sugiere el autor no deja de ser su opinión personal que no tiene porqué identificarse con la de todos/as los/as creyentes (y así lo corroboran los datos: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/02/08/actualidad/1391883554_956385.html). Esta idea del «Vita» recuerda a aquellos tiempos en blanco y negro cuando era ilegal abortar y las mujeres dejaban a sus bebés en los tornos de los conventos de clausura.

    8. Por otra parte, no me sorprende en absoluto que Gustavo Bueno sea contrario al aborto ni que dijera que «abortar es de imbéciles», al fin y al cabo tiene 89 años y por desgracia, el control de la capacidad reproductiva de las mujeres (en un sentido o en el otro) no es patrimonio sólo de la derecha. Sólo hay que ver lo que ha pasado durante años en China con la política del hijo único. El caso siempre es tratar a las mujeres como menores de edad sin capacidad para decidir y criminalizar (o convertir en pecado o en una acción inmoral) su sexualidad. Por otra parte, lo que es una negligencia es depositar toda la responsabilidad de la contracepción en la mujer cuando también debería ser una responsabilidad de sus parejas sexuales.

    9. A mí siempre me queda una duda de fondo: si la capacidad genética de dar vida la tuvieran los hombres, ¿se intentaría también controlar sus cuerpos? Teniendo en cuenta la profunda base androcéntrica del Derecho y de la propia Iglesia, mi hipótesis es que no ya que nadie tira piedras a su propio tejado.

    10. Por último quiero sumarme a la defensa que varias teólogas feministas como Ivone Gebara, Amparo Beltrán o Teresa Forcades han hecho del derecho a decidir sobre su propio cuerpo de las mujeres, recogiendo las palabras de esta última: “Dios ha puesto la vida del feto mientras no es viable en las manos de su madre … A causa de la íntima vinculación de la madre con el hijo mientras este no es viable fuera de ella, la decisión de abortar es indisociable de la autodeterminación de la madre, de su libertad personal. Esta vinculación íntima entre dos vidas hace que no se pueda salvar el hijo en contra de la voluntad de la madre sin violar la libertad de ésta”.

  2. El artículo es muy interesante, aunque discrepo con algunas cosas:

    * Los argumentos que pone la Iglesia contra el aborto no son puramente religiosos. El problema es que ningún otro colectivo parece levantar la voz, lo cual lo hace parecer un problema religioso. Hay que conseguir sacar el debate de ese terreno.

    *La distinción de «constitución» humana, «individuo» humano y «persona» humana: La vida en las tres etapas es la misma, un continuo. Justificar el aborto en función de estas etapas me parece tan absurdo como distinguir grados de humanidad por ser bebé, niño, adolescente, adulto o anciano. En todo momento es vida humana, como en todo momento una semilla es vegetal de determinado tipo.

    Envía de nuevo el debate al terreno religioso diciendo que admira la postura de la Iglesia, pero dice que tampoco un budista debería imponer su visión. Dice que la Iglesia defiende esta postura por el futuro del ser más que por el presente. Me parece un enfoque equivocado. Esa vida es importante en cada momento por sí misma, por lo que va a ser y por lo que YA ES. La vida es un TODO compuesto de muchos momentos y nadie debe tener derecho a decidir si otro vive o muere.

    *Llamar a «tener un hijo con malformaciones» tarea heróica que no se puede exigir a todo el mundo. ¿La alternativa a esta heroicidad es matarlo por no ser capaces de cuidar a nuestro hijo? ¿Y si los problemas aparecen después de nacido?¿Se nos puede exigir ser héroes o nos darán también la opción de deshacernos de él? Una mayor implicación de la sociedad en estos casos sería de mucha ayuda, no acabar con el no nacido.

    *Habla de la creación de la fundación «Vita», que ayude a futuras madres con problemas. Tal vez no sabe que ya existe, y que en su mayoría son cristianas. En Asturias «Asociación MAR» (de Gijón, pero que actúa en toda Asturias) y en España «Red Madre» (yo supe de ella porque la vi anunciada en el metro de Madrid) ¿Por qué la gente apenas las conoce?¿No es sospechoso?

    * Gustavo Bueno ha dicho cosas contrarias al aborto mucho más profundas y menos agresivas que las que pone en el artículo este señor.

    * Si el tema fuese esclavitud o pena de muerte en vez de aborto nadie admitiría una ley permisiva con ellas. Estoy de acuerdo en que la solución no pasa únicamente por endurecer las leyes. Es un tema de formación de la conciencia y una cuestión ética. De cual es el valor de cada vida humana.

    Nadie aceptaría cosas como «usted que cree que un negro es persóna, trátelo como le de la gana pero a mí déjeme usarlo de esclavo, ya que para mí su vida vale tanto como la de un mono» (algo parecido aparece en la película «12 años de esclavitud»). Pero sí aceptamos «tú que crees que un embrión ya es vida humana y es tu hijo, haz lo que te parezca; pero déjame a mí que haga con él lo que quiera, ya que para mí no lo es».
    ______________________________________

    Entiendo el punto de vista de Sonia, pero su respuesta me produce tanta tristeza como la del creyente que defiende la libertad individual por encima del bien común.

    ¿En qué momento habla de la vida del no nacido que va a eliminarse «porque la madre no quiere ser madre»? No veo referencia a eso por ningún lado. Permitir casos extremos se puede entender, pero de ahí concluir que se mata una vida si yo así lo decido me parece siniestro y profundamente anticristiano. Nadie dijo que ser cristiano fuese fácil.

    Si no se acaba con una vida no hay discusión, pero el hecho es que sí se hace. Eso es el aborto. Ni la ciencia duda eso.

  3. Com a simple dona sense gaires estudis, defenso l’avortament sempre que sigui necessari a causa de la situació de pobresa o de salut de la mare o pares.

    Mai el defensaria com a dret propi de les dones per decidir si volen o no volen una criatura. Si no la volen que prenguin les precaucions necessàries.

    La qüestió de les noies adolescents és ja qüestió d’educació i de medi social.

    L’estat hauria de garantir l’ajuda adequada a les mares que han d’avortar per motius econòmics o de salut, però abans que res, l’educació i la influència dels medis socials, són essencials.

    Per això el tema que ens ocupa abarca un camp amplíssim que no acabaríem mai de exhaurir.

  4. Cristina…

    Jesús ens va deixar dit- els humils seran exaltats i els savis desbancats- La teva humilitat m’ha commogut, estic d’acord amb tu. Ànims i segueix sempre axis….

    Jaume

  5. M’he llegit els dos articles: el de Gonzàlez Faus i el comentari de la Sonia Herrera.
    Generalment jo segueixo i aprovo els textos de González Faus, però aquesta vegada no he pogut fer-ho.
    Hi ha alguna opinió de G.F. que hi estic d’acord però en la majoria no i en l’escrit de la Sonia Herrera hi estic compltament d’acord. Em dóna goig veure que dins de la mateixa Associació «Cristianisme i Justícia» es pot donar aquesta controversia i ser publicada.
    De la Sonia acabo de llegir el quadern de CJ núm. 187, «Atrapades als llimbs»i des d’aquí li envio la meva felicitació.

  6. Sigo habitualmente el blog y en especial los artículos de G.F., entre muchas razones, por su marcado carácter «provocador» que siempre invita a la reflexión.

    Si me permitís, creo que hemos vulgarizado el discurso. Unos y otros. Pretendemos racionalizar cartesianamente aspectos, matices, de índole moral, de praxis ética.

    La cuadratura del círculo es imposible. Nuestra cultura determinará, nos guste o no, por mayorías o minorías (!), qué es o no derecho y quién puede ejercerlo.

    Al final, todo se resume en una palabra: conciencia. ¿Puede haber mayor presión que la propia conciencia? En ese punto, estoy más cerca de Sonia que de GF. Tan solo me queda una «pequeña» duda: ¿No estaré siendo demasiado contemplativo en esta cuestión?

    Como cristiano, el Verbo encarnado me dirige a la acción, a tocar de pies al suelo y a actuar: a mojarme. En ese sentido, supongo que también vosotros estaréis en esa tesitura, estéis del lado que estéis; seáis o no cristianos. Por eso opináis.

    Gracias por vuestras reflexiones, que siempre me permiten enriquecerme como persona y como cristiano.

  7. Estoy totalmente de acuerdo con lo que escribe Borja Saura.
    especialmente en dos aspectos que recalco:
    1º Desde la concepción lo que se origina es un ser humano distinto a la madre. Y lo humano es un continuo imposible de separación.
    2º El problema que si es verdad que incide en la fe católica, hay que sacarlo de aquí, porque es la propia ciencia la que afirma la realidad de un nuevo ser humano(todavía no persona) desde el momento de la concepción. No estar de acuerdo con el aborto no es una postura religiosa, tener fe, es una postura humana basada en la ciencia y en la razón.
    Por último es verdad que una ley no va a quitar el aborto, como no quita que sigamos matándonos unos a otros, pero la ley cuyo significado mas profundo es la de servir de ayo(pedagogo) avisa de que hay límites que no se pueden pasar.

  8. El aborto terminara cuando todos nos convirtamos en la defensa de la vida. Pero hasta entonces hay que luchar( debatir, denunciar, manifestar, asociar, proteger, ayudar,…. ) por conseguir que eso termine cuanto antes.

  9. Echaba de menos reflexiones serias ante la avalancha de juicios descerebrados que llevamos sufriendo estos meses. Gracias González Faus por situar el debate en sus justos términos. Coincido contigo en el juicio a las chicas que sólo tienen pechos que mostrar, sin duda es su único argumento para algunos, ya lo dice el refrán: valen más dos… que dos carretas. En esas estamos todavía, instrumentalizando el cuerpo de las mujeres para toda clase de causas. El País sigue publicando anuncios de citas de prostitución contra la opinión mayoritaria de las feministas. Las mujeres dicen que sólo ellas tienen derecho a decidir, pues digo yo que al menos un 50% de opinión la deberá tener el hombre… a no ser que se llame, como ocurre frecuentemente, andana. Aún así, nadie habla de responsabilidad, de asumir las consecuencias de los propios hechos, de deberes… ¿cómo puede ser un derecho hacer daño a otro y hacerse daño a sí misma? Porque está demostrado que, a poco corazón que se tenga, la sombra del nonato perseguirá a la madre el resto de sus días. Yo digo, no sólo por el bien del concebido, sino por el bien de la madre, ofrezcamos alternativas. ¡¡¡Hay tantas!!!!

  10. De acuerdo con Borja en que hay que sacar el debate del campo religioso. Es un debate de ética humana o de derechos humanos fundamentales. El primer derecho, anterior a todos los demás, es el derecho a la vida.

  11. Comparto su escrito. Estoy totalmente en contra del aborto. Pero comprendo que hay casos en los que debe haber una ley que proteja a quien se vea obligada a llevar a cavo un aborto.
    No comprendo como los politicos que presumen de democratas no se ponen de acuerdo para hacer una ley sobre el aborto que se aprueben con total concenso.
    Saludos.

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