Ya ha salido el documento «Una Iglesia sinodal en misión», síntesis del trabajo realizado en la primera sesión del sínodo de la sinodalidad. Para quienes no lo vayan a leer, o para quienes lo quieren leer, pero creen que les puede venir bien unas indicaciones, me propongo explicar algunos elementos después de haber leído el texto.

En cuanto salió el documento llegaron también los comentarios al mismo y las valoraciones. Algunos esperaban más y, por eso, enseguida decían que es lo mismo de siempre. Otros, decían que habría puertas que no deberían ni siquiera insinuarse… ¿Qué hay de todo esto?

En primer lugar, quiero decir que el documento ha sido aprobado por una gran mayoría. No hubo ninguna duda en ninguno de los puntos. Es cierto que alguno tuvo algo más de reticencia, pero estas fueron mínimas en comparación con quienes daban un sí claro a lo escrito.

En segundo lugar, como valoración personal, diré que me ha sorprendido. Y lo ha hecho de manera positiva. Se abren puertas interesantes, se confirman otras que ya habían sido insinuadas. Siempre se puede esperar más, obviamente. Pero hablamos de la Iglesia, de su caminar, de su dificultad, de su catolicidad. Y como resumen, me aventuro a decir que es un muy buen documento con muchas oportunidades y afirmaciones a considerar.

Para entender bien el documente hay que saber cómo ha sido elaborado, cuál es su esquema y de dónde viene.

Recordemos que en el «Instrumentum Laboris» se iniciaba con una explicación del sentido de una Iglesia sinodal para después abordar tres puntos: comunión, misión y participación. Estos eran definidos como temas prioritarios para la Iglesia sinodal.

En continuidad con dicho documento, la síntesis presentada aborda tres partes: el rostro de la Iglesia sinodal (comunión); todos discípulos, todos misioneros (misión) y; tejer lazos, construir comunidad (participación).

En cada uno de los apartados, encontramos tres aspectos que conviene aclarar y diferenciar. Así se indica al principio del documento para poder comprenderlo de manera adecuada. Estos aspectos son llamados convergencias, cuestiones que afrontar y propuestas surgidas del diálogo.

Las convergencias nos indican puntos firmes a los que puede mirar la reflexión. Por lo tanto, se trata de aspectos que se dan por aceptados y sentados desde los cuales construir la sinodalidad.

Las cuestiones que afrontar deben mirarse con atención. Se trata de aspectos sobre los que es necesario continuar una reflexión teológica, pastoral y canónica. Puntos interesantes que abren puertas y solicitan la ayuda de expertos para ver cómo continuar caminando sobre ellos. A estos puntos debe estar especialmente atenta la teología, para argumentar, buscar razones, sedimentar bases que sustenten estos pasos, los confirmen y los animen. Pero también la reflexión y la práctica pastoral para ver qué y cómo se están dando en la vida cristiana. Y, fundamental, aparece el deseo de articular el derecho canónico conforme a la sinodalidad, con lo que supone de leerlo y seguirlo, pero también de renovarlo y modificarlo cuando sea necesario. Se trata por lo tanto de un importante trabajo de discernimiento.

Las propuestas indican pistas a seguir, que ya se pueden empezar a poner en práctica. Algunas de ellas son requeridas con gran determinación. Por lo tanto, se trata de aspectos que en la asamblea se han visto deben continuar adelante y practicarse para el bien de una Iglesia sinodal.

A la hora de valorar el documento, hay que estar atento en qué lugar aparecen los diferentes puntos para entender de qué se trata y en qué momento del proceso se encuentran.

Y, antes de acabar este primer elemento del comentario, me gustaría recoger dos aspectos importantes. Por un lado, el documento insiste en que es labor de todos los bautizados. Todos los bautizados nos tenemos que involucrar. Recuerda también el documento que las iglesias locales en vínculo con la secretaría general del sínodo y las conferencias episcopales son responsables de que se dé dicha participación para seguir trabajando y valorando el documento presentado. Pero es también tarea de los bautizados exigir que se den dichos espacios.

Por otro lado, el documento insiste numerosas ocasiones en la centralidad del pobre en dicho discernimiento. Tanto en su presencia en la reflexión (tenerlos en el centro y repensar la Iglesia desde ellos) como en su participación (todos somos Iglesia y han de constituir parte del proceso).

(En el próximo artículo analizaremos lo que expone en los tres puntos indicados).

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Licenciado en teología y en psicopedagogía. Educador por vocación y convicción. Trabaja dando clases en un centro de secundaria. Colabora con diversas entidades del mundo social. Responsable del Área Teológica de Cristianisme i Justícia.
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