En el mundo audiovisual se llama fuera de campo a todo lo que no se muestra en pantalla, pero ya sea por los diálogos, los sonidos u otros elementos presentes en la imagen encuadrada, sabemos qué está pasando. Cuando se muestra un parque y oímos a niños y niñas riendo; a pesar de no verlos directamente, entendemos que cerca habrá un grupo de niños pasándolo bien.

En los informativos, en los periódicos o en las redes habremos visto imágenes tomadas en momentos de desahucios con hombres o mujeres evidenciando un fuerte sufrimiento, con equipos judiciales, cuerpos policiales, personal técnico esperando para cambiar la cerradura y, en el mejor de los casos, un montón de personas apoyando a quien debe ser desahuciado. Pero hay muchos elementos que no quedan representados en estas fotografías: ¿qué pasa en el fuera de campo en estos momentos de tanta fragilidad?

En Badalona durante el mes de enero ha habido 50 órdenes de desahucio programadas. Los números hacen saltar alarmas, pero cuando, además, ponemos nombres y caras, se convierte en una situación que estremece.

En el fuera de campo de estos momentos encontramos a niños y niñas que están en la escuela con la angustia de no saber si cuando salgan mantendrán las cuatro paredes donde habitan. Son niños y niñas que quizás se encuentren en medio de un conflicto por contestar mal a algún compañero, que llevan todo el día sin querer hablar con nadie, que no tienen los deberes hechos, o que no disponen del material necesario para seguir la clase. Cuando no tienes asegurado un derecho fundamental como la posibilidad de vivir en un espacio protector, existen otros ámbitos que afectan directamente al presente de la infancia: la gestión emocional, las repercusiones en la salud mental o la dificultad de rendimiento académico, son algunos de ellos ejemplos. En el mejor de los casos, cuando suene el último timbre del día, el padre o la madre les estarán esperando fuera y les comunicarán con una euforia inmedible que se ha logrado detener el desahucio y que les han concedido una prórroga de un mes. ¿Un mes para encontrar un hogar cómodo, agradable y seguro?

El acompañamiento a los niños y niñas que no tienen una casa estable, que viven en una vivienda insalubre o que deben compartir una única habitación con toda la familia, es una realidad que se está haciendo crónica. Y aunque los progenitores quieren proteger a sus hijos e hijas, su falta de red social provoca que la angustia, el nerviosismo y las tensiones estén presentes en la convivencia familiar.

Detrás de cada desahucio está la violencia que sufren los niños y niñas y, aunque ésta no queda reflejada en las duras imágenes que vemos, es uno de los elementos clave del fuera de campo que es necesario abordar. Debemos pensar que este sufrimiento del presente también afectará a su futuro y, por tanto, asegurar el derecho a un nivel de vida adecuado de los niños y niñas es una medida de prevención necesaria para ofrecer la posibilidad de crear trayectorias de vida con sentido.

[Imagen de Rudy and Peter Skitterians en Pixabay]

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Graduada en Comunicación Audiovisual y con larga experiencia en el mundo de la educación en el tiempo libre. Actualmente es directora de la Fundació Salut Alta, en Badalona.
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