No es necesario ser experto en sociología religiosa para constatar que hay por lo menos cuatro tipologías o formas de celebrar la Navidad, aunque muchas veces se encuentren muy entrelazadas.

  1. Está la Navidad del consumo y de la ideología del mercado, de las compras de regalos en los grandes centros comerciales, de Papá Noel, Coca Cola y el Black Friday. Se iluminan las calles de las ciudades, se celebra el solsticio de invierno en el hemisferio Norte y el del verano en el hemisferio Sur, se festeja el fin y el comienzo del año. Es una fiesta cívica, secular, cósmica, que se celebra incluso en países donde los cristianos son minoría.
  2. Está la Navidad tradicional, una tradición de origen cristiano que forma parte de la cultura del mundo occidental: el encuentro familiar en Nochebuena con la gastronomía típica de cada lugar, árbol de Navidad con luces de colores, el pesebre con pastores, ovejas, montañas de corcho, musgo, río de plata y la estrella de Belén sobre la cueva. Hay regalos para los niños, que en algunos países los traen los Reyes Magos. Se cantan villancicos (“Noche de Paz”, “El camino que lleva a Belén”, “Campana sobre campana”…). Pero esto no significa que todos los que celebran esta Navidad sean creyentes, muchos son cristianos culturales, hijos de una cultura y de una tradición occidental o mediterránea. Navidad puede convertirse en una fiesta más, como otras fiestas sociales, deportivas o cívicas.
  1. Hay quienes viven Navidad de forma solidaria y humanista, pensando en los demás, sobre todo en los marginados: niños enfermos, residencias de ancianos, gente de la calle, migrantes, etc. Hacen aportes a Cáritas, recogen alimentos para gente sin hogar, regalos a niños del hospital, etc. Algunas de estas personas de buen corazón, que desean que Navidad sea un tiempo de hogar y calor humano para todos, son personas cristianas; otras no lo son, mayormente jóvenes, muy sensibles a la justicia, que luchan por un mundo mejor y una sociedad alternativa más humana y con respeto a la tierra, pero que se encuentran alejados de la Iglesia.
  2. Está la Navidad de las personas creyentes que celebran todas nuestras tradiciones, reafirman los vínculos familiares y solidarios, ayudan a los pobres y luchan por un mundo mejor y disfrutan de un fundamento último y gozoso que le cambia la vida: han tenido la experiencia de que en el Niño de Belén se encierra un Misterio oculto, han escuchado como los pastores que ha nacido el Salvador, se han sentido atraídos por la bondad y misericordia de Dios que se revela en Navidad, se han encontrado con Jesús. Como el ciego de nacimiento se han arrodillado y afirmado: “Creo, Señor”; como Tomás han repetido “Señor mío y Dios mío”; han dicho, como Marta de Betania, “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo”; han experimentado que Jesús es nuestro Hermano, que todos somos hijos e hijas del mismo Dios Padre/Madre y hemos recibido el Espíritu Santo que es vida, luz, fuego, perdón y alegría. Sin embargo, también repiten lo que el padre del joven epiléptico le dijo a Jesús: “Creo, pero ayúdame a tener más fe”. Personas cristianas creyentes asisten a la misa de Navidad, reviven con toda la comunidad eclesial el Misterio del nacimiento de Jesús, comulgan y adoran al Niño, cantan villancicos con los demás y se llenan de una alegría que no es consumo, ni mera tradición occidental, ni ética humanista, sino una vida plena y un horizonte con esperanza de futuro.

La fe cristiana humaniza nuestro mundo, comunica la buena noticia de que Dios ha venido al mundo para quedarse con nosotros. Por esto, ni las crisis, ni la cruel guerra actual, pueden extinguir la luz de la Navidad que llega a todo el mundo y que ilumina las Cuatro Navidades.

¡Feliz y buena Navidad a todos, sean del grupo de sean!

¡“Campana sobre campana”!

[Imagen de Schwester M. Jutta en Pixabay]

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Jesuita. Estudió filosofía y teología en Sant Cugat, en Innsbruck y en Roma. Doctor en Teología, fue profesor de teología en Sant Cugat viviendo en L'Hospitalet y Terrassa. Desde 1982 hasta 2018 residió en Bolivia donde ha ejercido de profesor de teología en la Universidad Católica Bolivia de Cochabamba alternando con el trabajo pastoral en barrios populares Ha publicado con Cristianisme i Justícia L. Espinal, un catalán mártir de la justicia (Cuaderno nº 2, enero 1984), Acoger o rechazar el clamor del explotado (Cuaderno nº 23, abril 1988), Luis Espinal, gastar la vida por los otros (Cuaderno nº 64, marzo 1995).
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