Tengo grabado en el móvil el latido fetal del corazón de mi hijo Carlos. Un ritmo frenético deseoso de salir y bailar al compás del mundo.
Adviento es tiempo de escucha, de pegar la oreja al estetoscopio y sonreír bobaliconamente a los ecos de un murmullo acuático que anuncia la inminencia de una vida nueva.
El evangelio de Mateo habla de unos magos de Oriente que siguiendo una estrella llegaron hasta Belén para adorar al niño Jesús. Nunca me acabó de convencer esta fábula astronómica; demasiada luz para aquello que se gesta en la cálida oscuridad del útero del mundo. Prefiero las metáforas auditivas, como la que me sugiere la historia de Jocelyn Bell, descubridora de los púlsares, esas tenues señales radioeléctricas que emiten las estrellas. Allá por 1967, la astrofísica irlandesa identificó unas insignificantes variaciones de apenas medio centímetro entre kilómetros y kilómetros de papel continuo que recogía las mediciones de un enorme radiotelescopio situado en la campiña inglesa, ¡eran los púlsares! Ironías de la vida, en 1974 se otorgó el premio Nobel de Física por el descubrimiento de los púlsares a Antony Hewish, su director de tesis en la universidad de Cambridge, y al jefe de este: Martin Ryle. Jocelyn Bell, la verdadera descubridora del púlsar, quedó sin reconocimiento.
Imagino a Hewish y Ryle alardeando de estrellas, oros e inciensos. Pero como ya nos previno el evangelista Marcos, no os los creáis, desconfiad de los magos que dicen «mirad por aquí, mirad por allá». Fiaos mejor de la sabiduría de las magas, las que aprecian el valor de la insignificante mirra. Las mujeres que, como Jocelyn Bell, escuchan y acunan latidos.
Algo nuevo está naciendo, el universo late y algunas auscultan su pulso. Sigámoslas.
[Imagen extraída de PxHere]
Para ver una estrella tiene que estar oscuro, para escuchar un corazón se precisa silencio. Por eso nos resulta difícil en este tiempo de gritos y neones rescatar el verdadero significado de una Navidad convertida en espectáculo y negocio. Pero es posible. Para conseguirlo hay que salir de casa en medio de la noche, o retirarse a un cuarto sin pantallas. Será en ese silencio, en esa oscuridad donde podremos encontrarnos el milagro.
[…] detractores, para mí es una fuente rica de información. Ayer me encontré con una publicación de Cristianisme i Justícia, firmada por José Laguna y titulada El púlsar divino. Nos habla del latido del corazón de su […]