La idea central del mensaje de Bahá’u’lláh es que la humanidad es una sola raza y que ha llegado el día de su unificación en una sociedad global. Bahá’u’lláh enseñó que hay un solo Dios cuyas revelaciones sucesivas de Su voluntad a la humanidad han constituido la principal fuerza civilizadora de la historia. Los agentes de este proceso han sido los Mensajeros Divinos, a quienes los hombres ven básicamente como fundadores de sistemas religiosos distintos, pero cuyo propósito común ha sido el de conducir a la raza humana a la madurez espiritual y moral.

La fe bahá’í es la segunda minoría religiosa no musulmana más numerosa en Irán, donde se la ha dejado fuera de la constitución y, por tanto, privada de los derechos reconocidos a judíos, cristianos y zoroastrianos. Eso conlleva la imposibilidad de acceder a cualquier trabajo de la administración, recibir pensiones, la denegación del acceso a la educación universitaria para los estudiantes bahá’ís, la expulsión de empresas privadas si el gobierno se entera de que en ellas hay algún trabajador bahá’í, la denegación arbitraria de permisos para abrir negocios privados, etc.

Puede decirse que los bahá’is son perseguidos desde la cuna y tras la muerte, porque sus cementerios son profanados y destruidos constantemente, y se ven privados de realizar entierros conforme a las prescripciones bahá’ís.

Irán ha perseguido sistemáticamente a la comunidad bahá’í desde sus orígenes en el siglo XIX, incluyendo la etapa del anterior régimen del Shah, pero desde el comienzo de la Revolución Islámica de 1979 se ha recrudecido en un intento probado de exterminar a la comunidad en aquel país. Tras la Revolución, más de 200 bahá’ís fueron asesinados y un documento político de 1991 firmado por el Líder Supremo, el ayatolá Alí Jamenei, pedía que se «bloqueara» el progreso y el desarrollo de la comunidad bahá’í, incluso prohibiendo a los jóvenes bahá’ís asistir a las universidades iraníes. Además, en una carta de 2006 del Ministerio de Ciencia, Investigación y Tecnología, enviada a 81 universidades iraníes, se instruía que si algún estudiante «es identificado como bahá’í, debía ser expulsado de la universidad».

Las condenas internacionales tanto de gobiernos, como de organismos internacionales y de las Naciones Unidas, que se repiten cada año, apenas contienen la acción del gobierno iraní, que, contraviniendo sus compromisos con los pactos internacionales de los derechos humanos de los que es signataria, no cesa en su campaña de incitación al odio contra los bahá’ís a través de todos los medios de comunicación, tanto oficiales como privados. Se les acusa de blasfemia, ofensa al Islam, degradación moral, espionaje…, y toda suerte de falsas acusaciones para demonizar a la comunidad y justificar su actuación ante la opinión pública, sin que jamás haya presentado alguna evidencia creíble que justifique tales acusaciones.

El 31 de julio, el mismo día en que agentes de inteligencia invadían hogares bahaíes y arrestaban a maestros de preescolar, los agentes también entraron en un jardín de infancia en una ciudad importante de Irán y distribuyeron libros y folletos bahaíes a sus maestros, ninguno de los cuales era bahá’í. Luego, los agentes instruyeron y obligaron al personal del jardín de infantes a decir, ante la cámara, que los bahá’ís habían traído estos materiales y los habían distribuido a los maestros.

Este vergonzoso acto de fraude y simulación, llevado a cabo en una escuela infantil, revela una vez más los verdaderos motivos del gobierno iraní para perseguir a los bahá’ís solo por su fe. Como las autoridades iraníes no han encontrado ni la más mínima prueba de sus ridículas acusaciones contra los bahá’ís, ahora han recurrido a fabricar pruebas ellos mismos, utilizando materiales bahá’ís para acusar a los bahá’ís de intentar influir y convertir a los niños musulmanes a la fe bahá’í.

El 31 de agosto, catorce bahá’ís, entre ellos trece jóvenes, fueron detenidos en la ciudad septentrional iraní de Qaemshahr, en la provincia de Mazandaran, y retenidos en la oficina de inteligencia de Sari. La mayoría de las detenciones se produjeron en un domicilio particular donde los jóvenes estaban estudiando y discutiendo juntos el papel de la educación en el progreso social. No se ha hecho pública información alguna sobre los cargos a los que podrían enfrentarse estos jóvenes bahá’ís.

Las detenciones son las últimas de un mes de represión contra los bahá’ís en todo el país por parte del gobierno iraní y demoliendo de viviendas como informa la comunidad Bahá’í de Canarias. Las autoridades han atacado a los bahá’ís en 245 incidentes de persecución durante los últimos 32 días, con detenciones y encarcelamientos, destrucción de viviendas y confiscación de propiedades, redadas en locales privados y comerciales, palizas, denegación de medicamentos a los detenidos y denegación de educación superior a más de cien jóvenes. Además de la imposición de desmesuradas fianzas que conllevan la entrega de escrituras de propiedades propias y de familiares, que tras años de espera de juicios sin garantías no se suelen devolver, pero que permiten a las autoridades conocerlas para más tarde expropiarlas.

La represión está provocando la condena generalizada de las Naciones Unidas, de varios gobiernos, de organizaciones de la sociedad civil, como Amnistía Internacional, y de los medios de comunicación internacionales y persas. También desde el Grupo de Religiones y Paz de Cristianisme i Justícia (GRIP) condenamos estos eventos y damos nuestro apoyo con este artículo también para la difusión de lo que ha pasado este último mes en Irán a la comunidad Bahá’í en España.

Mahvash Sabet, Fariba Kamalabadi y Afif Naemi, tres ex miembros del disuelto Yaran, o “amigos” de Irán, que hasta 2008 era un grupo de liderazgo informal de la comunidad bahá’í iraní, se encuentran entre los recientes arrestados. Los tres ya habían pasado una década en prisión antes de su liberación en 2018.

El gobierno de Irán lleva más de 40 años alegando que los bahá’ís son espías de países extranjeros, en particular de Israel, donde están los lugares sagrados bahá’ís y su sede central, desde mucho antes de que existiera el estado de Israel, como consecuencia de que su fundadores fueron exiliados a esa región, por órdenes de los imperios persa y otomano y sus restos reposan en Haifa y alrededores. Esta acusación continúa hoy y sirve de justificación para seguir con esta persecución.

Con este artículo el GRIP muestra su apoyo a la representante de la Comunidad Internacional Bahai ante Naciones Unidas, Diane Alai en su comunicado ante la ONU que dice: «Pedimos a todos que eleven su voz y pidan que estos espantosos actos de flagrante persecución terminen inmediatamente».

[Imagen de Pavel Karásek en Pixabay]

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