«El cómplice» es el título de uno de los poemas clásicos de Borges en la época de su vida cuando tenía a cuestas más de ochenta años. En esos años fue justo cuando Jorge Mario Bergoglio conoció en persona al poeta. Bergoglio, lo sabemos, fue un lector apasionado de novelas, cuentos y poesía. Ya como Francisco, las citas de la literatura universal son comunes en sus discursos, cartas y saludos en los que ha aludido a autores como Dostoyevsky, Octavio Paz y al mismo Borges, entre otros. También ha citado obras clásicas de la literatura universal como Los novios de Alessandro Mazzoni, y dedicado una carta a Dante y La Divina Comedia. En la teología pastoral de Bergoglio se pueden encontrar entre líneas las ideas fundantes de Sarmiento.

Leyendo este breve poema, pensaba en la delantera que en la vida tienen los poetas. 

Y es que el poeta, su yo, y sus motivaciones, están presentes en cada verso de este poema, que además propone en primera línea al poeta en todos los acontecimientos del mundo. No solo asisten al nacimiento de éste, sino que lo generan y crean, conocen sus secretos y los padece. 

Bergoglio conoció personalmente al bibliotecario Borges, premio Cervantes. Seguramente leyó su basta obra. Siendo profesor de literatura lo invitó a impartir un seminario literario al que convocó a sus jóvenes alumnos. Borges asistió complacido, aunque ya completamente ciego, y pudo conocer cada trabajo de esos jóvenes de bachillerato. El encuentro está lleno de anécdotas y apenas está registrado por una discreta fotografía en blanco y negro. El encuentro previo en la casa de Borges, entre éste y el futuro papa, es muy interesante. Bergoglio se ofreció a ir por él a su casa y lo asistió personalmente porque el autor de El Aleph tenía problemas de movilidad, propios de su edad. Bergogglio, el joven profesor, quien aún no era sacerdote, lo aseó y lo afeitó para llevarlo a dicho seminario literario. 

Ya en Roma, Francisco ha propuesto la idea del poeta como creador del mundo y sus fundamentos, pero magistralmente lo trasladó al campo de los movimientos sociales. A los dirigentes de dichos movimientos sociales, con enorme afecto, les llama «poetas sociales».

Coloco aquí, integramente el poema de Borges sobre los poetas, o mejor dicho, sobre el poeta que era él mismo:

«El Cómplice»

Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.
Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.
Me engañan y yo debo ser la mentira.
Me incendian y yo debo ser el infierno.
Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el júbilo.
Debo justificar lo que me hiere.
No importa mi ventura o mi desventura.
Soy el poeta.

Según relata el papa Francisco en el famoso libro El Jesuita, la impresión que guardó de Jorge Luis Borges es que «era un hombre muy sapiencial, muy hondo. La imagen que me queda de Borges frente a la vida es la de un hombre que acomoda las cosas en su sitio, que ordena los libros en los anaqueles como el bibliotecario que era. Borges era agnóstico. Un agnóstico que todas las noches rezaba el Padrenuestro, porque se lo había prometido a su madre y que murió asistido religiosamente».

[Fotografía de Jorge Mario Bergoglio y Jorge Luis Borges en el Colegio Inmaculada Concepción, Santa Fe, Argentina (1965)]

¿TE GUSTA LO QUE HAS LEÍDO?
Para continuar haciendo posible nuestra labor de reflexión, necesitamos tu apoyo.
Con tan solo 1,5 € al mes haces posible este espacio.
Especialista en Doctrina Social de la Iglesia, es Académico investigador de IMDOSOC, coordina la Maestría en Pensamiento Social Cristiano de la Universidad Católica Lumen Gentium, profesor en la UIC y en la UCLG; ha sido invitado en la Universidad Antonianum de Roma en su curso anual sobre cuidado de la casa común y migración. Participa en los grupos de investigación sobre Fratelli Tutti de la división de Ciencias religiosas de la UIA de la Ciudad de México y en el equipo de investigación “Futuro del trabajo y cuidado de la casa común” de CLACSO; su más reciente publicación es la obra colaborativa En camino con los migrantes y refugiados, editado por PPC en 2020. Participa como miembro asesor en la RED CLAMOR de CELAM sobre migración, refugio y trata de personas.
Artículo anteriorEl cementerio inundado
Artículo siguienteDos tipos de “practicantes”

1 COMENTARIO

  1. Es el primer Papa que yo he conocido. Que sea un hombre del pueblo con sabiduría y que no abandone su natural expresión nunca. Gracias.El Vaticano se había olvidado de pueblo llano,pero sabio.

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingresa tu comentario!
Please enter your name here