Esta foto que se hizo viral en las redes sociales recientemente me llamó la atención por distintas razones. La situación descrita es la siguiente: una mujer refugiada siria que lleva viviendo en Dinamarca desde el año 2014, que había conseguido integrarse en la sociedad danesa, tenía trabajo, había aprendido el idioma e incluso, tal y como se puede comprobar en la foto, había establecido relaciones con las personas de su entorno, en este caso, una vecina, ha sido obligada por las autoridades danesas a regresar a su país de origen. Por forzada me refiero a que no tiene otra opción. Y en caso de que quisiera quedarse en el país, Dinamarca, se pondría en marcha la maquinaria judicial más violenta para hacer imposible su regularización o una vida más digna en ese país.

La razón esgrimida por las autoridades para no prorrogarle el permiso de residencia es que «Damasco y sus alrededores son zonas seguras para regresar» -según el Servei d’Immigració danès-. Por este motivo, se han cancelado cientos de beneficiarios de protección temporal y, en consecuencia, sus permisos de residencia. Según los datos facilitados por Amnistía Internacional desde el 1 de enero de 2020 hasta el 1 de abril de 2021, el Servicio de Inmigración danés revocó o canceló hasta 380 permisos de residencia daneses a refugiados sirios.

Es difícil creer que las autoridades danesas puedan considerar seguras ciertas partes de Siria para volver, ya que es un país donde se detiene sistemáticamente a las personas, se las tortura y se las somete a una separación forzosa, lo que constituye crímenes de lesa humanidad. Además, estas declaraciones contradicen las valoraciones de los expertos internacionales sobre Siria y del ACNUR.

Además, las deportaciones no se llevan a cabo debido a la interrupción de las relaciones diplomáticas. Por ello, las personas afectadas deben permanecer en centros de detención hasta que sean deportadas o hasta que decidan regresar «voluntariamente» a Siria. Todo un despropósito. Cabe mencionar que estos centros de detención prohíben el acceso al empleo o a la educación y son una medida de presión para que estas personas pidan el retorno «voluntario» a sus países de origen lo antes posible.

Sin embargo, existe una cuestión más preocupante, y es el hecho de que esta noticia se convirtiera en viral, causando mucha sorpresa. Lamento decirles que esta es la vida cotidiana de los refugiados e inmigrantes indocumentados en Europa. Varias políticas de la UE se centran en la «lucha contra la migración irregular», creando una conexión injustificada entre la lucha contra la criminalidad y el control de la migración. Aunque la Directiva de Retorno de la UE (2008) establece que las alternativas a la detención deben aplicarse siempre que sea posible y Estados miembros de la UE deben desarrollar y utilizar alternativas al internamiento, la entrada y estancia irregulares siguen siendo criminalizadas, cuando son esencialmente cuestiones administrativas. Lo sé, es exasperante.

En definitiva, debe haber alternativas a la detención y centrarse en promover políticas de migración humanas, así como abogar por políticas y prácticas que den prioridad a la búsqueda de soluciones duraderas, incluido el acceso a distintos permisos de residencia. Por suerte, no todo es pesimista en cuanto a deportaciones e internamientos. PICUM es una organización que se encarga de abogar por políticas migratorias que no se basen en la detención, y para coordinar y facilitar el intercambio de mejores prácticas entre las partes interesadas pertinentes. Entre ellas, se destaca una alternativa a la detención, que se ha puesto a prueba en distintos países como Bulgaria, Chipre, Polonia y Grecia como proyectos piloto, conocido como Case Management. El Case Management implica un apoyo personal a lo largo del procedimiento de inmigración de una persona, con el objetivo de trabajar hacia la resolución del caso. La gestión de casos «se centra en comprender y responder a las necesidades de los individuos y su contexto». Mediante este enfoque, los gestores de casos de los usuarios evalúan periódicamente sus necesidades y facilitan el oportuno acceso a los servicios de apoyo.

Según Memnon Arestics, del Consejo para los Refugiados de Chipre y miembro de la Red Europea de Asistencia a los Refugiados (EATDN), «se trata de compromiso y confianza. Se trata de un requisito importante entre la persona y el gestor del caso, y cambia constantemente para adaptarse a las necesidades de la persona según la fase en la que se encuentre». Estos «proyectos alternativos a la detención» pueden ser un punto de partida para una mayor colaboración entre las organizaciones de la sociedad civil, las personas migrantes, los gobiernos y otros actores, aprovechando y reforzando las prácticas positivas que permiten que las personas no sean detenidas o deportadas, al tiempo que se trabaja para conseguir mejoras sistemáticas.

Ya hace más de dos meses que esta fotografía se hizo viral, y nadie sabe que ha sido de la mujer de la fotografía, pues hay que seguir luchando por hacer realidad una quimera: ninguna persona es ilegal.

[Imágenes publicadas en SN.dk]

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Graduada en Ciencias Políticas y Estudios Globales por la UPF en Barcelona. Actualmente, está cursando un máster en Human Rights Studies en la Universidad de Lund (Suecia) y trabaja en "AL OTRO LADO" asesorando legalmente a migrantes centroamericanos que buscan refugio en Estados Unidos. Recientemente, acaba de completar unas prácticas en La 72 Hogar Refugio para migrantes, en Tenosique, Tabasco (México). Ha estado involucrada en el activismo por los Derechos Humanos desde hace años, sobre todo en la causa de las migraciones y el refugio. En 2021 fue voluntaria en la ONG VECINA, que opera en la frontera México-Estados Unidos, en un proyecto de reunificación familiar.
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