Cuando terminó la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos y la URSS competían por la hegemonía global en la Guerra Fría. Las dos repúblicas más influyentes en la URSS eran Rusia y Ucrania. Como los países occidentales estaban preocupados por la expansión de la URSS, que iba sumando territorios fronterizos a la Unión Soviética, decidieron crear la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) en 1949. La organización, liderada por EEUU y formada por 12 países, se erigió militarmente para impedir la expansión de la URSS y protegerse de sus ataques.
Tras la caída del muro de Berlín en 1989, la URSS colapsa y Ucrania alcanza la independencia en 1991. Sin embargo, la OTAN no desaparece. Desde entonces nuevos países han ido añadiéndose, creciendo hasta el número de 30 miembros actuales, avanzando en dirección al este, hacia Rusia. La propia Alianza Atlántica había prometido a Gorbachov que no ampliaría su influencia hacia el este de Alemania, pero con la expansión, Putin ha sentido justificados sus movimientos militares de los últimos años. En las últimas décadas la OTAN ha seguido activa, liderando operaciones militares en Bosnia, Kosovo, Irak y Afganistán, y reclamando el aumento de presupuesto armamentístico a sus miembros.
En 1999 ya sonaron provocativas las entradas en la OTAN de la República Checa, Hungría y Polonia, tres antiguos miembros del Pacto de Varsovia, un acuerdo de cooperación militar entre países comunistas precisamente para defenderse ante ataques occidentales, para contrarrestar la OTAN. Y la lista iba alargándose: en 2004 se unieron otros 7 países de la antigua URSS a la OTAN. Rusia rechazaba el avance del círculo militar en su contra, estableciendo la línea roja de Bielorrusia y Ucrania, su cinturón de seguridad.
A lo largo de los años Ucrania ha pedido repetidamente ser miembro de la OTAN, y Rusia se ha ido incomodando. Una primera explosión sucedió en el 2014, cuando Rusia se anexionó unilateralmente Crimea. Ante el conflicto abierto, Francia, Alemania, Rusia y Ucrania establecieron diálogo para devolver las regiones rebeldes de Donetsk y Lugansk (el Donbass) a Ucrania siempre que se desarrollaran los acuerdos de Minsk. Estos acuerdos, firmados en 2015, cerraban oficialmente el conflicto armado en el este de Ucrania. Entre otras peticiones, se requería que las dos regiones del Donbass tuvieran la posibilidad de vetar la entrada de Ucrania en la OTAN siempre que lo quisieran. Así aseguraban desde Rusia que no se cruzaría la línea roja. Ucrania defiende que lo firmó bajo coacción por la guerra que sufría.
Desde entonces, por un lado, el este del Donbass se ha ido ocupando por medio de prorrusos, en un conflicto armado que ya ha producido más de 14.000 muertes. Ambas regiones del Donbass, Luhansk y Donetsk, ya eran de facto independientes de Ucrania desde 2015, aunque hasta ahora Rusia no las había reconocido como tales. Por otra parte, Ucrania ha insistido muchas veces en que quería entrar en la OTAN, y aunque todavía no formaba parte, ya figuraba en la lista de estrechos colaboradores. La OTAN tiene acuerdos en materia de seguridad y defensa con más de 40 países que en la práctica cooperan con ella. El artículo 5 de su tratado asegura que si se ataca a un miembro es como si se atacara a todos, pero como Ucrania no es propiamente miembro, no se siente legitimada para atacar.
Viendo Rusia que Ucrania no cumplía los acuerdos de Minsk, ha decidido no cumplirlos tampoco. Coincidiendo con una presidencia rusa megalómana y sin escrúpulos, la respuesta ha sido ocupar todo el territorio de Ucrania por la fuerza. La guerra desencadenada ha provocado una masacre y una catástrofe humanitaria de enormes proporciones: más de un millón de desplazados internos, y casi 700.000 refugiados en cinco días. Rusia es militarmente mucho más fuerte que Ucrania, pero desde enero Ucrania está siendo armada por la OTAN, que oficialmente se está limitando a sanciones muy severas contra Rusia por el ataque, y al envío de tropas a países vecinos miembros del OTAN (como Polonia o países Bálticos). Europa depende de los recursos rusos como el gas (¡más de un 40% es ruso!), y esta dependencia dificulta una ruptura total con el país.
Sin pretender dar una solución, con este artículo he querido exponer los motivos por los que este conflicto tiene sus causas en los dos lados implicados, no sólo de uno. Aun así, condenamos con especial rotundidad el actual ataque indiscriminado de Rusia hacia un país soberano como Ucrania, y queremos apoyar muy de cerca a la comunidad ucraniana por la dura violencia que está sufriendo. Con todo, las represalias armadas nunca serán un camino hacia la paz. Desde los colectivos que trabajamos por la paz y la noviolencia en el mundo queremos levantar la voz y recordar: la violencia siempre rebota. En este sentido, una respuesta militar de la OTAN solo incrementará la destrucción y las muertes, alargando la agonía del conflicto sin afrontar sus causas. Existen numerosas estrategias y experiencias históricas de noviolencia aplicada contra invasiones y golpes de estado. ¡Eduquemos ya desde ahora! Apostemos por una solución dialogada. No se puede detener un incendio con más fuego, es necesario un cambio de reglas. ¡No a la guerra! La paz es el camino.
[Imagen de Luisella Planeta Leoni LOVE PEACE 💛💙 en Pixabay]
No existe Paz sin Justicia : Estimado Joan su párrafo «presidencia rusa megalómana y sin escrúpulos, la respuesta ha sido ocupar todo el territorio de Ucrania por la fuerza. La guerra desencadenada ha provocado una masacre y una catástrofe humanitaria de enormes proporciones: más de un millón de desplazados internos, y casi 700.000 refugiados en cinco días.» y su no- mención de la guerra iniciada por el Régimen de Kiev hace 8 años con 14000 muertos y una política de limpieza étnico-político lo encuadra lejos de esa Justicia. Putin ha manifestado públicamente (compromiso) sus intenciones en Ucrania: Desmilitarizar (para la seguridad de Rusia) y Desnazificar (para la seguridad del mundo occidental) No pretende ocupar territorios.