Entre la verdad y la mentira solo hay cuatro dedos de distancia: los que separan tu ojo de tu oído. Porque lo que te contaron puede que no sea cierto, pero nadie podrá negarte lo que has visto con tus propios ojos.

Proverbio saharaui 

 

Breve introducción al conflicto

El año 1961, las Naciones Unidas crearon el Comité Especial de Descolonización o Comité Especial de los 24, con el objetivo de monitorizar cómo se estaba aplicando la resolución 1514 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuyo fin era impulsar el proceso de descolonización de los territorios no autónomos que aún se hallaban bajo la administración de potencias coloniales. Uno de estos territorios era el del Sáhara Occidental que, en ese momento, aún era un territorio colonial bajo la administración de España.

El Sáhara Occidental es un territorio situado en el noroeste del continente africano, que limita por el este con Argelia, por el oeste con el océano Atlántico, por el norte con Marruecos y por el sur con Mauritania. Este territorio se convirtió en colonia de España en 1884, después de la Conferencia de Berlín, en la que los estados europeos se repartieron las colonias africanas y se definieron las fronteras. En 1958, para intentar evitar el proceso de descolonización, España declaró el Sáhara español como provincia. Pese a ello, las Naciones Unidas incluyeron al Sáhara Occidental en la lista de territorios no autónomos y, por tanto, que debían pasar por un proceso de descolonización. En aquel momento, Hassan II, rey de Marruecos, intentó aprovechar la situación y reclamar ante la ONU la anexión del Sáhara Occidental a su territorio.

Años más tarde, empieza a organizarse un movimiento independentista saharaui que se opone tanto al dominio español como a las pretensiones anexionistas de Marruecos. En 1969 nació el Movimiento de Vanguardia para la Liberación del Sáhara, predecesor inmediato del Frente Polisario, cuyo primer congreso se celebró el 10 de mayo de 1973. Hoy en día, el Frente Polisario es reconocido como único representante legítimo del pueblo saharaui por las Naciones Unidas.

El 6 de noviembre de 1975, con la muerte de Franco cada vez más cerca, las presiones internacionales por la descolonización del Sáhara Occidental y las pretensiones anexionistas de Marruecos y Mauritania, el Reino de Marruecos empieza la invasión del Sáhara Occidental con la denominada «Marcha verde» y justo ocho días después, el 14 de noviembre de 1975, el gobierno franquista firma con Marruecos y Mauritania los Acuerdos tripartitos de Madrid (carentes de cualquier validez legal internacionalmente), en los que cede el Sáhara Occidental a estos dos países. Comienza en aquel momento la guerra entre el ejército saharaui del Frente Polisario y el ejército marroquí por el norte y el ejército mauritano por el sur. Este estallido de la guerra provocó que miles de saharauis huyeran al exilio, al suroeste de Argelia, y establecieran allí los campos de refugiados de Tinduf, donde se calcula que viven unos 175.000 saharauis en condiciones durísimas desde hace más de cuarenta años.

En febrero de 1976, en Bir-Lehlu, los saharauis proclaman la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) y nombran a El Uali Mustafa Sayed como primer presidente. Actualmente, la RASD está reconocida por más de ochenta países y es miembro de la Unión Africana.

Imagen cedida por ACAPS.

En agosto de 1979, la RASD y Mauritania firmaron un acuerdo de paz en Alguer, en el que Mauritania pasaba a reconocer la RASD y retiraba sus tropas de la guerra en el Sáhara Occidental. En noviembre de 1979, la Asamblea General de las Naciones Unidas reafirmó el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación. En la misma resolución, deploró la gravedad de la situación que sufre el pueblo saharaui como consecuencia de la ocupación marroquí.

Durante los años ochenta, Marruecos inició el levantamiento de seis muros que actualmente suman más de 2.700 km, construyendo así el segundo muro más grande del mundo, rodeado por más de siete millones de minas antipersonas y divide en dos el Sáhara Occidental.

Tras años de guerra, el 6 de septiembre de 1991, el Frente Polisario y el Gobierno de Marruecos aceptaron el Plan de Paz de las Naciones Unidas y firmaron un alto el fuego que incluye celebrar un referéndum de autodeterminación para el pueblo saharaui. En aquel momento se creó la MINURSO (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental), única misión de las Naciones Unidas que no tiene en su mandato monitorizar la vulneración de los derechos humanos.

Durante años, Marruecos dispuso todo tipo de impedimentos a la celebración del referéndum: el bloqueo de cualquier acuerdo para consensuar un censo colonizando de forma descarada el Sáhara Occidental para así intentar «marroquinizar» la zona, así como la represión de cualquier acto de identidad saharaui.

La población saharaui vive, por tanto, dividida desde hace décadas. Más de 173.000 saharauis viven como personas refugiadas en los campos de Tinduf, en las condiciones hostiles de la hamada argelina y con gran dependencia de la ayuda humanitaria. Miles viven en la diáspora, muchas como apátridas o sin conocer su tierra. Y la otra parte vive en el Sáhara Occidental ocupado, sufriendo diariamente la represión y las vulneraciones de derechos por parte del ocupante marroquí, esperando que la comunidad internacional actúe para garantizar la celebración del referéndum de autodeterminación del pueblo saharaui, la única vía posible a la solución pacífica del conflicto.

La resistencia del pueblo saharaui

El pueblo saharaui es un ejemplo de lucha y resistencia noviolenta a lo largo de los años, desde 1991 con la firma del alto el fuego hasta la ruptura de los acuerdos por parte de Marruecos en noviembre de 2020. Uno de los episodios más destacados es el campamento de la dignidad, Gdeim Izik.

En octubre de 2010, un grupo de jóvenes saharauis inició una protesta pacífica en las afueras de Al-Aaiun, en los Territorios Ocupados del Sáhara Occidental, que, en pocos días, reunió a decenas de miles de saharauis cuyas jaimas plantaron en medio del desierto, en lo que denominaron el campamento de Gdeim Izik.

El campamento de la dignidad empezó por reclamar que los saharauis pudieran tener acceso a sus recursos naturales y que finalizara la marginación y la precariedad en la que viven desde hace décadas por la ocupación marroquí. Tras un mes en el que dicho asentamiento no paró de crecer, Marruecos, con la ocupación ilegal del Sáhara Occidental, envió a un ejército y a la policía para que intervinieran: desmantelaron el campamento utilizando la fuerza impunemente y con total brutalidad, dando lugar a uno de los episodios más violentos que se conoce en el conflicto saharaui.

El desalojo fue brutal: jaimas quemadas, personas heridas, detenidas, desaparecidas… La represión por parte del Reino de Marruecos llevó a perseguir y detener a centenares de saharauis acusados de participar en las protestas, un derecho legítimo de todas las personas.

Pese a la imponente demostración de fuerza popular y de ejemplo de lucha no violenta que supuso Gdeim Izik, el pueblo saharaui hace más de treinta años que reivindica sus derechos fundamentales, como por ejemplo el derecho legítimo a la autodeterminación y a la explotación de sus recursos. Mientras tanto, se sigue viviendo una vulneración constante de derechos por parte de las fuerzas de ocupación marroquíes, que actúan con total impunidad ante la pasividad de la comunidad internacional y de las Naciones Unidas.

Otro ejemplo de esta resistencia de la sociedad civil saharaui es la campaña internacional Western Sahara is not for Sale, iniciada en enero de 2021, con la que más de 120 organizaciones de la sociedad civil saharaui quieren denunciar el expolio de los recursos naturales del Sáhara Occidental. Esta campaña nace fruto de la celebración de la conferencia Sahara Rise a principios de 2018, en la que la sociedad civil saharaui se organizó para elaborar la estrategia de lucha noviolenta de su pueblo para terminar con la ocupación marroquí.

Imagen cedida por ACAPS.

El expolio de recursos naturales

Durante todos estos años de ocupación ilegal, Marruecos también está llevando a cabo un expolio ilegal de los recursos naturales del Sáhara Occidental: pesca, fosfatos, agricultura… del cual se beneficia sin complejos, vulnerando las resoluciones internacionales que impiden la explotación de los recursos de un territorio sin el consentimiento de su población.

El Sáhara Occidental tiene algunas de las mayores reservas de fosfatos y de mayor calidad del mundo; además, en las aguas del Sáhara se pueden hallar grandes bancos de pesca y cuyo potencial se calcula que puede generar suficiente energía renovable para abastecer a toda la región del Magreb. El expolio ilegal por parte de Marruecos y el beneficio que saca junto con las grandes empresas transnacionales contribuye a prolongar en el tiempo el conflicto del Sáhara y el sufrimiento de su pueblo.

De este negocio sacan beneficio empresas españolas, francesas, alemanas, rusas y estadounidenses, entre otras, en connivencia con el Reino de Marruecos y sus élites económicas y políticas. Se hace en contra del derecho humanitario, así como de diversas resoluciones internacionales, que reconocen el derecho del pueblo saharaui a la autodeterminación y a la soberanía de sus recursos.

En el año 2008, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 63/102, la cual reconoce que los recursos naturales de los territorios no autónomos son patrimonio de estos pueblos, incluidas las poblaciones autóctonas, y destaca que cualquier actividad orientada a explotar los recursos de dichos territorios debe hacerse con el consentimiento previo de su población, y garantizando los derechos fundamentales.

Paradójicamente, los estados miembro de la UE, guiados por las normas del derecho internacional y las resoluciones de la ONU, no reconocen formalmente la soberanía de Marruecos sobre el territorio en ningún documento, ni su jurisdicción sobre los Territorios Ocupados ni las aguas territoriales saharauis. Sin embargo, desde hace décadas, los acuerdos de la UE y Marruecos incluyen la explotación de los recursos naturales del Sáhara Occidental.

Una de las vías por la que Marruecos exporta los recursos del Sáhara Occidental es la zona del Guerguerat, situada al sur del Sáhara Occidental y cercana a la frontera con Mauritania: un territorio estratégico donde las fuerzas de ocupación marroquís han mantenido abierta una brecha ilegal durante años, por donde pasa el transporte de mercancías resultado del expolio de los recursos naturales saharauis, vulnerando convenios internacionales y generando ganancias millonarias de forma ilegal.

Ruptura del alto el fuego y aumento de la represión

En octubre de 2020, un grupo de civiles saharauis iniciaron una protesta noviolenta en la brecha ilegal de Guerguerat, acamparon e izaron banderas saharauis ante este punto fronterizo, cortando el tráfico de mercancías que acostumbra a cruzar esta zona. Exigían su cierre y reclamaban a la MINURSO que cumpliera con su mandato y organizara un referéndum legítimo para la autodeterminación del pueblo saharaui.

La madrugada del 13 de noviembre, el Reino de Marruecos cruzó la brecha ilegal del Guerguerat para desalojar a las personas saharauis que allí se manifestaban, rompiendo todos los acuerdos de paz aceptados. Ante esta situación, el Frente Polisario intervino para proteger a los civiles de las agresiones marroquís, mientras estos intentaban abrir otra puerta en el muro de la vergüenza para poder continuar con el expolio de recursos del Sáhara Occidental. El Frente Polisario respondió al ataque con una maniobra militar.

Todo esto condujo al Gobierno de la RASD a declarar la ruptura del alto el fuego, hecho que inició una escalada militar en el Sáhara Occidental, que ha desembocado en una guerra después de 29 años de alto el fuego.

Desde la ruptura del alto el fuego, las fuerzas de ocupación marroquís aumentaron el despliegue militar y policial en diferentes ciudades del Sáhara Occidental ocupado, como El Aaiún, Bojador y Dajla. Las detenciones arbitrarias, así como las agresiones, las torturas, los registros domiciliarios, el aislamiento y la vigilancia domiciliaria y el control de movimientos se han convertido en el día a día en los Territorios Ocupados, vulnerando los derechos humanos y el derecho internacional humanitario de los saharauis que viven allí.

Durante todo este tiempo, Marruecos ha mantenido el territorio cerrado y ha impedido las visitas de organizaciones internacionales de derechos humanos, como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas por los Derechos Humanos, ONG, juristas y medios de comunicación independientes, que intentan documentar de la situación que se vive en el Sáhara Occidental ocupado y ser testigos de ello.

Medios de comunicación locales, como Equipe Medie, informan sobre la brutal represión sistemática por parte de la policía marroquí contra civiles, activistas y manifestantes saharauis en las diferentes ciudades ocupadas.

Solo los primeros meses de 2021, decenas de activistas saharauis han sufrido y sufren la represión del ocupante marroquí. El expreso y político Ghali Bouhala fue detenido en los
Territorios Ocupados, violaron su domicilio y robaron los teléfonos móviles de toda su familia. Agentes de la policía marroquí secuestraron al activista saharaui Mohamed Nafaa Boutasoufra cuando caminaba por las calles de El Aaiún ocupado. Tras varios días desaparecidos, el 15 de febrero un tribunal marroquí dictaminó prisión para ambos activistas, acusándolos de un falso delito de posesión de drogas, según informa Equipe Media.

Mohamed Lamin Haddi fue condenado a veinticinco años por la protesta noviolenta de Gdeim Izik. Hace diez años que está en prisión y tres, en aislamiento. Desde enero está en huelga de hambre indefinida para protestar contra los abusos, las agresiones y las duras condiciones de su encarcelamiento. No puede recibir visitas de su familia y no se tienen noticias de su estado de salud. Las últimas noticias sobre su caso afirman que está siendo alimentado a la fuerza y que se encuentra en un estado de extrema debilidad.

La activista Sultana Khaya lleva desde noviembre en arresto domiciliario ilegal. Su casa está rodeada por la policía marroquí. Sultana y su hermana han sido víctimas de agresiones físicas y de violencia sexual en su casa por presuntos miembros de las fuerzas de ocupación. Por su parte, la defensora de los derechos humanos y miembro de la ISACOM (Instancia Saharaui contra la Ocupación Marroquí) está desde mayo bajo arresto domiciliario y vive cercada por la policía marroquí. Se encuentra totalmente aislada, sola, sin luz ni contacto externo alguno.

Imagen cedida por ACAPS.

A estos hechos hay que sumarles el ataque al investigador, activista y defensor de los derechos humanos y de los recursos naturales Lahcen Dalil, que fue secuestrado, torturado y abandonado en el desierto el pasado 10 de mayo por la policía marroquí. El mismo día, el presidente de CODESA Babouzaid Mohamed Saeed y los activistas Khalid Boufraywa y Salek Babir, que se encontraban en la casa de Sultana Khaya monitorizando los ataques y la represión sistemática contra ella y su familia, fueron detenidos, torturados, esposados y abandonados también en pleno desierto, a 120 km al norte de la ciudad de Boujador, por parte de las fuerzas de ocupación.

Y ahora… ¿qué?

Llegados a este punto, ¿el conflicto del Sáhara Occidental tiene una solución posible? ¿Hay atisbos de esperanza en la situación actual? Pues depende, básicamente, de la voluntad de las Naciones Unidas y de sus países miembros.

Es indudable que la ocupación por parte del Reino de Marruecos del Sáhara Occidental y el abandono del estado Español son completamente ilegales. Por tanto, la única solución posible es volver al inicio: finalizar el proceso de descolonización del Sáhara Occidental a través de un referéndum de autodeterminación con el que el pueblo saharaui pueda decidir su futuro.

Desgraciadamente, y como pasa en muchos lugares, los intereses económicos tras la explotación de recursos que el Reino de Marruecos ejecuta en el Sáhara Occidental llevan a pensar que esta solución no la obtendremos en un período corto de tiempo, pero si hay un pueblo convencido de su lucha y de su verdad este es el pueblo saharaui. Y esto no podrán enterrarlo por más generaciones de saharauis que pasen sin poder volver a su tierra.

[Imagen de portada cedida por ACAPS/Autor:Pau Coll-Ruido Photo]

Organizaciones que trabajan en el terreno

Federació ACAPS
SOS Sàhara

Plataforma virtual que recoge la sistemática vulneración de derechos que sufre el pueblo saharaui en los territorios ocupados del Sáhara Occidental, producto de la ocupación ilegal y el expolio permanente de sus recursos naturales, situación que se combina con una violación permanente de los derechos humanos colectivos y de las mujeres y que actualmente se potencia con la pandemia del COVID19. El proyecto busca promover una ciudadanía catalana crítica e informada y hacer visible la situación del Sáhara Occidental ocupado a través del desarrollo de herramientas de investigación, análisis crítico, comunicación e incidencia que aporten transparencia al impacto y la repercusión que tiene la extracción de recursos naturales y la vulneración de DDHH en los territorios ocupados del Sáhara Occidental.

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Coordinador de la Federació d’Associacions Catalanes Amigues del Poble Sahrauí (ACAPS); vinculado al movimiento de solidaridad con el pueblo saharaui desde el año 2006 a través de un intercambio de jóvenes catalanes y saharauis. Desde ese momento ha participado en la asociación Gràcia amb el Sàhara de Barcelona y con la Federació ACAPS, primero en la junta directiva y ahora trabajando como coordinador técnico. También es miembro del Consell Municipal de Cooperació Internacional de Barcelona como representante del Distrito de Gràcia.
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