Obispos, arzobispos, clérigos, teólogos alemanes, austríacos, suizos y belgas, entre otros, se han tomado en serio las palabras del papa Francisco en la misa final de la Jornada Mundial de la Juventud celebrada en Río de Janeiro (Brasil), en agosto de 2013: «Caminad contracorriente y «armad lío» con los valores de la belleza, la bondad y la verdad para llegar a grandes ideales. Vosotros podéis hacerlo. Tenéis el poder para hacerlo. Si no lo hacéis es por pereza. ¡Ánimo! Id hacia adelante y haced ruido. Vosotros sois portadores de esperanza. Vosotros estáis en el presente, pero vosotros estáis mirando hacia el futuro, vosotros sois artífices de futuro, constructores del futuro».
El próximo 10 de mayo, desafiando la Congregación para la Doctrina de la Fe, está convocada una jornada de bendiciones de personas del mismo sexo a nivel europeo donde varios obispos europeos han dicho a los sacerdotes de sus diócesis que no se enfrentarán a ningún consecuencia si deciden bendecir a parejas del mismo sexo de su diócesis. El obispo de Essen (Alemania), Mons. Franz-Josef Overbeck, a modo de ejemplo, así lo ha dicho: «No suspenderé a nadie ni «aplicaré la ley canónica» si un sacerdote bendice una pareja del mismo sexo». Responden así al documento «Responsum a un dubium sobre las bendiciones de las uniones de personas del mismo sexo», del pasado del 03/15/2021, donde se declaraban no lícitas estas bendiciones.
El mundo de la teología católica también se encuentra en plena convulsión en Alemania: 277 teólogos han firmado una declaración denunciando una «falta de profundidad teológica, comprensión hermenéutica y rigor argumentativo» en la nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe. También lamentan «una postura paternalista de superioridad que discrimina a los homosexuales y sus estilos de vida». Estos teólogos junto con unos 2.600 sacerdotes y diáconos llaman a no aplicar la nota de la Congregación para la Doctrina de la Fe que se opone a la bendición de las parejas homosexuales. Un viento pascual con aires de revuelta rejuvenecida sopla en Europa y el rumor se oye en el Vaticano.
En 2019, el presidente de la Conferencia Episcopal de Alemania, el cardenal Reinhard Marx ya dijo que «si las personas homosexuales mantienen una relación de fidelidad durante los años y viven el uno para el otro, la Iglesia no puede ignorarlo y decir que este vínculo no tiene ningún valor». Por su parte, el presidente de los obispos austriacos, el arzobispo Franz Lackner, reclamó recientemente «un acompañamiento ritual para las parejas homosexuales; merecen respeto y una respuesta positiva de la Iglesia». El obispo auxiliar de Barcelona, Joan Carrera, en el libro ¿Qué piensa Joan Carrera?, ya dijo proféticamente que «con los homosexuales hay que ir más allá de una pura comprensión o un sentimiento de lástima. Se nos pide una voluntad decidida de aceptación; hay un colectivo de homosexuales cristianos que hay que tener muy en cuenta».
En nuestro país, ¿seguirán jesuitas, franciscanos, benedictinos, entre otros, «armando lío» y bendiciendo parejas del mismo sexo en el seno de las comunidades, de manera discreta como hasta ahora, después de que el Vaticano dice que no es lícito y no pueden hacerlo? ¿Se sumarán el próximo 10 de mayo a la jornada europea? He asistido a lo largo del tiempo a 9 bendiciones de parejas de gays o lesbianas en el seno de comunidades de la Iglesia católica y puedo dar fe del doble recorrido de las personas implicadas: han repensado mejor y discernido la homosexualidad dentro de la Iglesia católica primero y han repensado mejor y discernido la moralidad de las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo en el s. XXI. Y han obrado en conciencia.
Es necesario dar un paso más en torno al sacramento del matrimonio, repensarlo también para personas LGTBI teniendo en cuenta los dos pasos anteriores. De acuerdo con el Concilio Vaticano II, sobre todo a partir de la Constitución Gaudium et spes 47-52, el simbolismo del sacramento del matrimonio y su trayectoria histórica «diferente» a los otros sacramentos son la base para «repensarlo». Y tres son los ejes principales de reflexión que hay que tener en cuenta también aplicados a las personas LGTBI: a) La persona humana (y no su orientación sexual) debe ser el punto de partida y prioridad máxima; b) La centralidad del amor conyugal también es aplicable a las personas del mismo sexo; c) La salvación del prójimo debe ser accesible a toda criatura de Dios, también para las personas LGTBI. El matrimonio es un sacramento diferente y su evolución histórica nos da luz para repensarlo. Y la Iglesia catòlica europea ha comenzado a hacerlo desde hace años. Seguiremos «armando lío», siguiendo las palabras del papa Francisco y a la luz del Evangelio de Jesús y su Espíritu.
[Imagen extraída de iStock]
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