Hace dos semanas nos dejó el amigo, maestro y compañero Arcadi Oliveres. Era el 6 de abril, y han sido muchos que han podido saludarlo los últimos meses en su casa o que le han podido escuchar gracias a las entrevistas que concedió a varios medios. Muchos otros han escrito en el muro de la página creada especialmente para rendirle homenaje por la labor realizada en favor de la lucha por los derechos humanos, por una sociedad de paz y desmilitarizada, y por una economía y banca éticas. Es inaudito poder compartir con tanta gente esta estimación y reconocimiento común hacia una persona, pero es que Arcadi tenía un don de palabra y una vocación pública que persuadía a pasar a la acción. Tuve la suerte y el privilegio de compartir en comunidad, con familia y amigos, la despedida de Arcadi el viernes 9 de abril. Quisiera compartiros las palabras que me salieron, consciente de que los aplausos que resonaban dentro y fuera de la iglesia de los Capuchinos de Sarrià, son aplausos de muchos más con quien ha compartido vida, aprendizajes, protesta y acción.
«Querido Arcadi. Te has ido la primera semana de Pascua, en el momento del estallido de verde y flores que anuncia nueva vida después del frío y la dureza del invierno. Los cristianos celebramos esta fiesta como el paso. Un paso valiente, un paso de cambio, un paso que se da desde la confianza profunda en una tierra habitable, en una colectividad que ama la naturaleza, que respeta la pluralidad y que establece lazos de fraternidad y solidaridad entre todas las personas que la forman. Un paso para hacer posible que las personas sean libres y tengan una vida digna.
Tú, Arcadi, ya habías dado este paso convencido, desde hacía mucho tiempo, y lo renovabas continuamente cada vez que nos animabas a todos a perder el miedo, a hacer desobediencia, a hacer objeción de impuestos o leyes injustas que abonan guerras, campos de refugiados o multitudes sin derechos, ni trabajo, ni casa.
Tus palabras sabias nos han llegado al alma y nos han empujado a la acción. Palabras dichas en plazas, en las calles, en locales de asociaciones y ateneos; palabras contra el gasto militar; palabras compartidas entre las tiendas de campaña del 0,7% en la Diagonal; palabras en la plaza de Catalunya del 15M. Y estos últimos años, como una etapa emocionante y creativa, ver surgir un montón de asambleas de Procés constituyent con hambre de democracia real y participativa, con hambre de justicia y de renovación política, con hambre de compartir recursos y definir el país que deseamos. ¡Qué alegría haber podido probar la abundancia de tu capacidad de convocatoria y movilización, no sólo dentro de Procés, sino con otros movimientos, entidades, personas muy diferentes, tejiendo red, a pesar de todos los oxímoros!
¿Qué pasos daremos ahora, Arcadi? ¿Cómo seguimos la ruta? ¿Sabremos responder con coherencia y sin miedo, como siempre nos decías?
Algunos de los relatos de los evangelios de esta semana en que te hemos despedido cuentan como los discípulos, las amigas y los amigos de Jesús, lo buscan porque lo echan de menos. Las mujeres están tristes, inquietas; María Magdalena, ante el sepulcro vacío, toma conciencia y entiende que es heredera de un espíritu vivo que la hace correr a anunciar todo lo que podemos ser y podemos hacer; los dos amigos de Emaús, mientras caminan, no dejan de preguntarse qué ha pasado, que se dice y qué deben hacer; sus amigos, encerrados, amedrentados y escabulléndose de peligros y acusaciones, lo sienten vivo cuando se encuentran y comparten el pan.
Sí, creo que sabemos la respuesta, Arcadi: alimentar unas convicciones firmes arraigadas en la búsqueda de justicia; ensanchar el corazón para acoger a todo el mundo, y practicar un humor vivo que alegre el camino. No podemos detenernos. Hemos de movernos. Se ama la protesta, porque el peligro no es que el alma dude de que haya o no haya pan, lo que es peligroso es que el alma se deje persuadir por la mentira que no tiene hambre.
Nos dejas en herencia tus palabras, tu ejemplo y la acción a pie de calle y junto a los movimientos. Nos llevamos con nosotros esta luz de Pascua que es tu amor, la amistad y la bondad que nos has enseñado para seguir buscando, ser críticos y crear conjuntamente. Con estimación y agradecimiento profundo, Arcadi».
[Imagen de Tot Barcelona]