Manfred NolteCarmen Reinhart y Kenneth Rogoff, especialistas de renombre mundial en el análisis del ciclo económico, sostienen que la mayoría de las crisis podrían haberse evitado o al menos atenuado, si los agentes económicos no hubiesen incurrido una y otra vez en los mismos o similares errores. Pero esta vez, según los citados expertos, ha sido diferente, también en España.

La crisis COVID no solo es distinta y exógena sino de una profundidad puntual histórica, aunque la caída a plomo del PIB del segundo trimestre de 2020 (-21,5%) haya quedado atrás. No estamos técnicamente en recesión dado que los crecimientos intertrimestrales sobre bases anteriores muy recortadas son en la actualidad positivos, y porque contempladas en la resultante de sus doce meses, las cifras, aunque muy malas, están lejos de sus mínimos. Pero la crisis sigue viva si nos atenemos a la magnitud de los estragos que se contemplan y de los que se adivinan a corto y medio plazo.

Los diversos confinamientos y las restricciones impuestas por el Gobierno en la oferta productiva, notablemente en el sector servicios, han hecho de 2020 el peor ejercicio económico de nuestra historia desde la guerra civil. Como resultado, se estima una caída del PIB para 2020 del 11,6%, la mayor de la Unión europea y de la OCDE y una de las más profundas del planeta. La crisis ha acarreado también un deterioro muy acusado de las finanzas públicas y el conjunto de medidas para contrarrestar el impacto de la pandemia elevará el déficit público hasta el 12% del PIB, agravado por el desplome de la recaudación fiscal. En el recién transcurrido año tributario se han recaudado 76.000 millones menos de impuestos. Consecuencia de lo anterior, la deuda pública ha registrado un fuerte aumento en 2020, hasta situarse cerca del 120% del PIB, donde es previsible que se mantenga un largo tiempo.

El paro registrado cierra 2020 en 3,9 millones de parados, pero con la salvedad agravante de la existencia de 755.600 acogidos a ERTEs y 349.300 autónomos con prestación. La crisis se ha llevado 830.000 cotizantes y aumenta en 800.000 el número de desempleados. La tasa de paro sobre población activa será alrededor del 16% frente al 13,7% a diciembre de 2019.

La crisis COVID-19 se prolonga y no puede ocultarse que la recuperación económica se ha visto truncada por la segunda ola del virus y las restricciones impuestas para controlarla. El Banco de España estima, en un escenario central, que el PIB del cuarto trimestre del pasado ejercicio pueda incluso tener signo negativo.

Augurar, en consecuencia, la marcha de la economía en 2021 es difícil porque está sujeta a condiciones de imprevisible pronóstico. El consenso de las grandes Instituciones, Banco de España, Comisión Europea y OCDE se orienta hacia un crecimiento del PIB en torno al 7% y un aumento del paro hasta el 18,3% (16% en 2020). Pero, como queda dicho, estamos inmersos en un escenario de incertidumbre que solo permite horquillas o intervalos de valoración de las variables. Las nuevas restricciones a la actividad tendrán necesariamente un impacto en las ventas y en consecuencia en el PIB y el empleo. Turismo, ocio, hostelería, transporte y comercio serán los sectores mas afectados por las restricciones y también quienes sufran más directamente el recorte en el empleo.

La gran esperanza para el restablecimiento de la actividad reside en el proceso de vacunación en curso. Pero todo presagia que el bajo ritmo y la dudosa eficiencia que se aprecian en la ejecución sanitaria enfriarán en buena medida la citada esperanza, con el grave perjuicio de los retrasos sobre el despegue económico. Una tercera ola nos devolvería al caos del segundo trimestre de 2020.

Otro ingrediente decisivo en la recuperación económica lo constituye la ayuda europea, de la que el gobierno prevé movilizar cerca de 30.000 millones de euros en el ejercicio, pero el Banco de España advierte de la aleatoriedad de esta proyección, por tardía en su llegada, deficiente en su gestión e insuficiente en su capacidad de utilización en nuestro tejido económico.

Todo lo cual incide en que, en un escenario central -ni optimista ni pesimista-, el Banco emisor alerte de que la recuperación del nivel del PIB previo al COVID-19 se retrasaría hasta mediados de 2023.

Imagen de romanakr en Pixabay 

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Doctor en Ciencias Económicas. Profesor de Economia de la Universidad de Deusto. Miembro del Consejo de Gobierno de la misma Universidad. Autor de numerosos artículos y libros sobre temas económicos preferentemente relacionados con la promoción del desarrollo. Conferenciante, columnista y bloguero. Defensor del libre mercado, a pesar de sus carencias e imperfecciones.
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