Xavier CasanovasMe gustaría ayudar a toda la gente que lee este espacio a entender el rechazo que tanta gente en Catalunya, sea o no independentista, siente ante la sentencia hecha pública ayer a los líderes políticos y sociales independentistas (las declaraciones de dirigentes de Catalunya en comú o de entidades Sindicales no independentistas son en este sentido significativas). Este no es evidentemente un análisis jurídico de la sentencia ni de un proceso judicial que no termina aquí, pues podemos esperar claramente que esta sentencia será recurrida a instancias superiores. Sino una mirada sobre sus implicaciones políticas y sociales.

Hace años que nuestro país se debate, de forma torpe y en muchos casos irresponsable, para hacer encajar el hecho diferencial catalán en un marco constitucional agotado. Con los hechos de octubre de 2017 entramos en una fase claramente excepcional en nuestra historia reciente. Cuando los problemas políticos no se encauzan por las vías del diálogo, de la cesión de posiciones, y del pacto; y se hace no tarde sino cuando toca; se convierten en una olla a presión que finalmente estalla. Y así ha sido en el caso que nos incumbe, afectando no poco a nuestras vidas.

Que se llegara a la vía judicial solo certifica el fracaso de la política. Pues este conflicto, encauzado debidamente -y hemos tenido muchas oportunidades para ello- no nos habría llevado donde estamos hoy. La sentencia de ayer significa la estocada final para mucha gente, pues se ha dado por perdida una última esperanza: que habría quien salomónicamente sabría alzarse sobre tal lodazal para decir, señores y señoras, esto no era tan grave, por favor, olviden los agravios respectivos, hagan autocrítica, siéntense en una mesa y pónganse de acuerdo. Esto, me temo, ya no es posible.

La desobediencia, malversación y consecuente inhabilitación política habrían sido penas realmente duras, pero, con mucha probabilidad, se habrían aceptado como la consecuencia inevitable de quien pretende desobedecer la ley. Habrían generado rechazo por parte del independentismo, pero no la solidaridad que muchos no independentistas han mostrado hoy con los miembros en prisión. Porque usar los tipos penales más duros para instruir el caso -primero rebelión- y luego para sentenciar -sedición- además de matar moscas a cañonazos, es mandar a la población (y a la sociedad civil organizada) un mensaje inequívoco: ningún tipo de manifestación, desobediencia o reivindicación legítima de cambio político va a ser tolerada sin un castigo muy severo.

Esta sentencia, además, no solo condena un gobierno, sino que condena también una presidenta del Parlament sin funciones ejecutivas y dos líderes de entidades de la sociedad civil cuyos cargos de sedición, como muchas entidades de derechos civiles han denunciado durante todo el proceso judicial, entre ellas Amnistia Internacional, no se podían sostener. Y eso ha hecho que centenares de entidades sociales entre las que se encuentran las más transversales dentro de Catalunya y que agrupan a centenares de miles de afiliados (UGT, CCOO, la Taula del Tercer Sector o la Confederació d’Associacions de Veïns de Catalunya) hayan denunciado lo inadecuado de la sentencia y reclamen la vía de la libertad como necesaria para salir del actual atolladero. Os juro, porque lo he vivido de cerca, que recoger tal transversalidad en la sociedad catalana no es tarea nada fácil, y es, de hecho, una de los retos más importantes hoy: retomar el diálogo interno.

¿Podemos no mostrar, incluso los que nos decimos no independentistas, nuestro rechazo ante una sentencia así? Dicho de otro modo: ¿nos tenemos que conformar con aplicar la ley y su justicia o hay espacio para otra interpretación posible de las responsabilidades y para una salida diferente al conflicto? Cuando se conoció la sentencia de “la manada” muchos -y sobretodo muchas- se indignaron y salieron a la calle. Se consideró que los jueces no habían acertado. Defender nuestro derecho de protesta, manifestación, desobediencia pacífica pasa por hacerlo ahora, por mucho que no comulguemos con el fin independentista que en este caso se perseguía. ¿O seguiremos apoyando la desobediencia civil masiva que ha ocurrido en Hong Kong o en Ecuador las últimas semanas, porque nos parece legítima, y no seremos capaces de hacerlo cuando ocurre un movimiento parecido cerca nuestro por miedo a ser malinterpretados o utilizados? Vean como incluso se ha posicionado sobre la sentencia un espacio nada dudoso de nacionalismos como la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.

La política, pues, tiene que superar un escollo dificilísimo, ya que cualquier solución pasará necesariamente por el debate sobre la libertad de quien está hoy en prisión. Y no parece que haya nadie en el escenario político español dispuesto a ello. Hasta que esto no ocurra, me temo que el estancamiento social y político va a proseguir. Sin libertad de los líderes no puede haber normalización de la convivencia e inicio de una salida política, esto se nos hace muy evidente a los que vivimos en Catalunya. Por otro lado, la asimetría en la que ha derivado el conflicto implica pedir más responsabilidad a quien tiene más fuerza y poder actualmente.

Este post no quiere otra cosa que, humildemente, ofrecer una perspectiva más, pero una perspectiva situada. Creo que la verdad debemos buscarla entre todos. Es probablemente la primera damnificada de este conflicto. También lo son la Política en mayúsculas -el no afrontar de una vez por todas reformas de calado en la política global de una gran urgencia- y la política en minúsculas -listas de espera que se alargan, leyes para regular alquileres que no se aprueban, etc.-. Pero sobretodo lo son las personas que han visto y van a ver limitada su libertad, y sus familiares, por algo que podríamos habernos ahorrado. El dolor, y los años de prisión y sufrimiento quedaran como una cicatriz que escocerá cada vez que se apele a palabras mayores (tan a menudo abstractas y vacías de contenido) para solucionar este conflicto político.

Me niego a que no hablemos de ello. A que se imponga el silencio en los espacios que compartimos personas que no pensamos igual sobre el futuro de Catalunya y/o de España. Obliguémonos a compartir lo que pensamos a poner sobre la mesa punto de vista, anhelos y frustraciones, vías de solución, así como explicitar aquellas líneas que para nosotros son frontera delicada, estoy seguro que todos y todas saldremos ganando. Al menos, quizás, empecemos a construir las bases para un futuro liderazgo político mejor del que nos ha traído hasta aquí.

¿Podemos aceptar una sentencia así?

Imagen de Free-Photos extraída de Pixabay

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Licenciado en matemáticas y master en filosofía. Profesor adjunto en la Cátedra de Ética y Pensamiento Cristiano del IQS-Universitat Ramon Llull. Ha sido director del centro de estudios Cristianisme i Justícia y es autor del cuaderno CJ Fiscalidad justa, una lucha global.
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14 Comentarios

  1. La justicia es igual para todos. Los que cometen hechos delictivos se arriesgan a que se les castigue.
    Toda esta locura es algo artificial y programado desde arriba y regado con millones de la Generalitat, fruto de la corrupción pujolista nacionalista.
    Se han cometido delitos muy graves que han roto la convivencia social. Lo primero que debían hacer es pedir perdón por todo el daño que están causando.

  2. Lo primero es darte las gracias por el artículo, por su tono y por la intención de abrir un espacio de diálogo.

    Sin embargo, hay algunas cosas con las que no estoy de acuerdo o me llaman la atención.

    La primera de ellas es cuando dices que la sentencia manda «a la población (y a la sociedad civil organizada) un mensaje inequívoco: ningún tipo de manifestación, desobediencia o reivindicación legítima de cambio político va a ser tolerada sin un castigo muy severo.» Creo que te equivocas completamente. La prueba de ello es que estos días estamos viendo en Cataluña decenas o centenares de manifestaciones dentro del orden vigente. Me refiero a todas las manifestaciones o marchas que están convocadas de acuerdo a la Ley, o las celebraciones de la Diada, etc.

    Por otro lado, comentas como prueba de lo transversal del sentimiento de rechazo hacia las condenas la postura casi unánime de las organizaciones de la sociedad civil. Sin embargo, este argumento admite otra forma de examinarlo: ¿No hay votantes del PP o Cs o PSC en esas organizaciones? ¿No hay nadie en esas organizaciones que no esté de acuerdo con esta postura de rechazo a la condena? ¿Cómo se canalizan en la sociedad civil los anhelos del mundo no independentista?

    Creo que puede ser muy positiva la llamada al compartir cómo nos sentimos tu último párrafo. En este sentido creo que es muy interesante la experiencia reciente de CVX.

  3. Apreciado Angel. Agradecerte tu comentario y tu buena disposición a abrir un diálogo, que es lo único que puede ayudarnos a entender siempre mejor la posición del otro.

    Respecto a lo primero, sigo pensando que esta sentencia sienta un precedente. No todo es blanco y negro, y evidentemente no toda manifestación va a ser reprimida. Pero cuando los activistas contra los desahucios salen alertando que esto va también contra ellos, no tenemos que pensar si no estamos entrando en una espiral de criminalización de toda disidencia? Muchos juristas se han pronunciado ya al respecto.

    Respecto a lo segundo. Justamente por eso me hago eco. Evidentemente habrá muchos votantes de PP, Cs o PSC en los sindicatos UGT , CCOO. Por eso raramente se han manifestado o definido respecto al conflicto catalán. No hay consenso interno en general. Pero si esta vez, estas dos entidades (de las más plurales en la sociedad catalana) han firmado un comunicado de rechazo a la sentencia. ¿No nos tiene que hacer pensar?

    Conozco el proceso y la experiencia iniciada en CVX. En Cristianisme i Justícia hemos tenido experiencias parecidas con personas de ideología y lugares muy distintos y están siendo de una gran valía y dando mucho fruto.

    Gracias de nuevo.

  4. Estem davant d’un conflicte que, en realitat, no és polític ni econòmic, sinó de sentiments. Com explicar, sinó, que després dels fets d’octubre, amb la marxa d’empreses i la confirmació que una Catalunya independent no entraria a la Unió, Europea, el nombre d’independentistes no baixés?
    El problema bàsic per la convivència a Catalunya és que la població amb sentiment estrictament català, i els seus representants , estan menyspreant d’una manera continua i, fins i tot, insultant ( com es pot fer president a una persona com Torra ? ) a aquells que ens sentim catalans i, també, espanyols.
    I el més greu és que aquesta manera d’actuar es va concretar en les infaustes jornades del 6 i 7 de setembre del 2017, quan una majoria parlamentaria, que no social, va derogar la Constitució, i amb ella tots els drets i llibertats garantits davant els tribunals, en un atac sense precedents contra tots els ciutadans de Catalunya que no compartíem els seus objectius de trencament amb la resta d’Espanya. D’això, lamentablement, no diu res el director d’una entitat tan necessària i admirable com Cristianisme i Justícia.

    “La desobediencia, malversación y consecuente inhabilitación política habrían sido penas realmente duras, pero, con mucha probabilidad, se habrían aceptado como la consecuencia inevitable de quien pretende desobedecer la ley. “ diu en Xavier Casanovas; però eludeix una part important de la veritat quan oblida que la llei basica que ens ampara a tots va ser derogada i susbstituIda per l’anomenada “ llei de transitorietat”, que consagrava el poder d’un grup de dirigents polítics, ignorant de forma deliberada qualsevol límit sobre la seva autoritat. Tinc la impressió que això és quelcom més que desobediència, no sé si és sedició, no sóc jurista, però dubto molt que en qualsevol país de la Unió Europea s’hagués acceptat uns fets d’aquest tipus sense la intervenció de la justícia.

    Sí que estic d’acord amb l’afirmació que sense la llibertat dels líders independentistes no pot haver normalització de la convivència i inici d’una sortida política. No ajuden, però, en aquest camí, declaracions com les del senyor Jordi Cuixart, dient que ho tornarien a fer; és a dir, a efectes pràctics, que tornarien a menysprear els drets i sentiments de més de la meitat dels ciutadans de Catalunya. Tant la delegada del govern, la Sra. Teresa Cunillera, com en Miquel Iceta, han manifestat que l’indult era una possible solució, però s’ha de demanar. Aquí em vé al cap la frase “ La humilitat és una força terrible”, del príncep Mixkin, protagonista cristià d’una célebre novel.la de Dostoievski.

    “ Creo que la verdad debemos buscarla entre todos. Es probablemente la primera damnificada en este conflicto (…) Obliguémonos a compartir lo que pensamos a poner sobre la mesa puntos de vista, anhelos y frustraciones”, diu en Xavier Casanoves. Això és el que he intentat fer amb aquestes línies.

  5. Toni, agraeixo de tot cor el teu comentari i que comparteixis el teu punt de vista. Això és el que necessitem en aquest moment tal com dic a l’article, que en parlem i molt. Tan sols així podrem arribar a entendre on se situa l’altre i perquè tothom, en aquest conflicte, necessita ser plenament reconegut.

    L’article no vol ser una anàlisi de perquè som aquí sinó de com sortir-ne. Tothom hi trobarà a faltar coses, segur. Fa un any vam publicar un quadern virtual que pot ser d’ajuda en aquest moment: https://www.cristianismeijusticia.net/catalunya-i-espanya-entre-el-reconeixement-i-la-negociacio aquí crec que l’anàlisi de les raons és molt més exhaustiu.

    Tan sols recordar que en aquest article és la meva paraula com a Xavi Casanovas la que s’expresa, no com a director, és doncs la meva humil opinió, no la del Centre, que com tota institució plural té moltes dificultats per a establir una lectura única del que ens ha passat fins a dia d’avui.

    Gràcies de nou pel to i el gest d’escriure

  6. Veo que no habéis recogido una respuesta mía anterior, muy meditada, que publiqué en este mismo debate desde vuestra página de Facebook. Lo lamento porque, la verdad, ya me da mucha pereza y no poco de hastío volver sobre el manido tema de Cataluña, tan desacreditado hoy por las actitudes violentas, excluyentes y fanatizadas de las principales instituciones catalanas (Generalidad, Parlamento, partidos separatistas…).
    Mi opinión, simplificando un poco en bien de la brevedad, es que muchos en Cataluña están ciegos e insensibles ante la deslealtad que han cometido desde hace muchos años los políticos separatistas (y los que les siguen o les apoyan) en relación a tantos españoles (personas e instituciones) y tantos catalanes que, siendo profundamente demócratas, han creído de buena fe que los separatistas nunca llegarían a ser tan excluyentes, xenófobos y ajenos al bien común de toda la comunidad política catalana como han llegado a ser.
    La violencia, larvada pero muy dañina, ejercida durante muchos años de imposición lingüística y hegemonía cultural e institucional, ha dado como frutos el odio que ahora aflora en las calles de Cataluña y en las autodesprestigiadas instituciones de esa Comunidad autónoma española. Esa violencia verbal y física, en mi opinión, no es sino un síntoma del odio que corroe a muchos, gracias a Dios no a todos ni a los mejores pero sí a bastantes líderes, en Cataluña.
    Sería pueril un debate sobre quién empezó primero. El hecho es que España, la España constitucional, ha concedido o reconocido a Cataluña un nivel de autonomía que no tiene ninguna otra Región en Europa. Esto habla de una generosidad que podría ser una buena base para un entendimiento solidario y cordial entre todos los ciudadanos españoles, hayan nacido o vivan en la región que sea.
    Por otro lado, soñar en la independencia suena pueril, decimonónico, solipsista, autocomplaciente, obliguista y totalmente falto de realismo en una Europa y un mundo cada vez más integrados, integradores, inclusivos y cosmopolitas. Un mundo en el que España quiere y debe jugar, y en el que los catalanes de nacimiento o de adopción tienen su lugar histórico, natural y cultural formando parte de España. ¿O quieren los separatistas construir un contra-utópico Estado etnicista, del que deberían entonces excluir -¿mandándolos al exilio o condenándolos al ostracismo?- a esa mitad de catalanes que no son separatistas?
    Acabo de llegar de Barcelona y me ha alarmado y llenado de pena que varios amigos míos, que aman Barcelona y han vivido y trabajado en ella más de 40 años, están buscando casa en otros lugares de España para pasar allí tranquilamente su jubilación, olvidados del rechazo, la presión y el odio que sienten recae sobre ellos en Cataluña, de una manera cada vez más clara a medida que va avanzando el proceso secesionista.
    Tengo pocas esperanzas de que Uds., catalanes y catalanistas de buena conciencia y buena fe, sean permeables a las ideas que estoy exponiendo. Generalmente las Instituciones clericales han solido ser más camaleones que profetas. Pero creo -y deseo- que algún día deseen reescribir la historia para que no les dé demasiada vergüenza el lugar tan poco lúcido y tan acomodaticio que ocuparon en unos días tan oscuros para la libertad, la solidaridad y la democracia como estos de la hegemonía nacionalista en Cataluña. ¡Sean valientes! ¡Denuncien la barbarie! ¡Rechacen la manipulación en las escuelas y en los medios públicos. Exijan liderazgos de personas dignas. Actúen decididamente a favor de la paz, la inclusión, la humanidad, la solidaridad y el bien común.

  7. Quisiera dejar constancia de mi profundo acuerdo con los comentarios anteriormente expuestos, especialmente con el último del Sr. José Egido con el que estoy profundamente de acuerdo. Se han dicho tantísimas cosas sobre este tan acuciante problema y me imagino que apenas podré aportar algo nuevo al respecto..
    De todos modos quisiera incidir en los aspectos siguientes: A lo largo de las últimas décadas, los gobiernos centrales tanto del Partido Socialista como del Partido Popular a cambio de votos para poder orquestar mayorías -generalmente debiles en el Congreso de los Diputados, han estado trasladando un enorme espectro competencial a la Generalitat de tal manera que dicha institución ha ido socavando a lo largo del tiempo la misma estructura del estado central. Tanto el Sr. Montilla como el Sr. Maragall , así como los sucesivos gobiernos de la Generalität han chantajeado a los respectivos gobiernos hasta dejarlos esquilmados. La lógica se cae de cajón: Si obtenemos lo que anhelamos, por qué no la independencia!? Todos recordamos la frase del Presidente del Gobierno más nefasto que ha tenido Espanha. del Sr. Zapatero….. «aceptaremos en el Congreso de los Diputados todo lo que decida el Gobierno de la Generalität». Fantástico.

    Todo este TOHU-WABOHU» lo estamos viviendo lamentablemente. El odio profundo a todo lo que suena a espanhol , tanto en la escuela, como en la universidad y sin olvidar distitntos medios de comunimicación en Catalunya han ido minando la convivencia de tal manera que no se puede prever cual será el final de este círculo infernal. Los Sres. Puydemont y otros atuzan esta terrible situación echando más lenha al fuego, desprsdigiando todo lo que seana a espanhol. La Iglesia en Cataluna . como muy bien senala el Sr, Ejido, se pone al sol que más calienta. Por fin, espero y deseo ardientemente que surjan mentes clarividentes que puedan aportar soluciones de largo recorrido. Atentamente. Julio González / Düsseldorf ( Alemania)

  8. En mi opinión no se puede decir que «ningún tipo de manifestación legítima de cambio político se va a permitir» después de lo pasado en Barcelona el mes pasado.
    Que los cargos de sedición no se pueden sostener después de una sentencia de 493 folios que es pública y cualquiera puede leer.
    Pienso que es un poco fuerte calificar de «inadecuada» la sentencia, con los hechos acaecidos y conocidos por todos nosotros.
    Y afirmar que la única solución es «reclamar la via de la libertad» en un pais como el nuestro ahora.
    A mis 84 años, madrileño-catalanista, creo que la solución para España en este momento es «renovar», sin miedo, la estructura política del Estado que todo el mundo acepte.La familia española tiene que reconciliarse y trabajar juntos pero no revueltos.
    La familia española

  9. Creo que el problema creado en Cataluña va mucho más allá de Cataluña. La ausencia de un proyecto político integrador, necesariamente proyectado hacia la Unión Europea, hace muy difícil, por no decir imposible, sentar las bases de un diálogo a escala española. Me parece un error haber asumido y alentado desde el la Generalitat y el Parlamento catalán un proceso que tampoco tiene definidas unas mínimas bases y podía derivar hacia un callejón sin salida, precisamente porque desde el Gobierno y el Parlamento español no se podía esperar una respuesta diferente al desafío independentista dada esa falta de proyecto político. La estrategia de Puigdemont, que nadie se atreve a romper es tratar de internacionalizar el conflicto (extenderlo espacialmente), y esperar que en un momento de crisis político-institucional europea y española (extensión en el tiempo) pueda imponerse de algún modo una ruptura que tiene al menos un triple vértice, de cambio de forma de gobierno (paso a una república), de reformulación de las relaciones con el resto de España y derivadamente con la Unión Europea, y de replanteamiento de la política interna catalana. En ninguno de esos tres frentes hay unas bases suficientemente desarrolladas para iniciar un diálogo, como tampoco las hay desde el poder político del conjunto de España. Por eso cuando crecen las voces de que lo que hay es que dialogar el problema es que no se sabe de qué hay que dialogar. Porque no es que la realización de un referéndum que plantee la independencia y el cambio de régimen de la monarquía a la república no quepa en el marco constitucional, ni sea viable políticamente porque dada esa ausencia de proyecto desataría una paulatina oleada de reivindicaciones de referéndum y de conflictos en buena parte del resto de Comunidades Autónomas e incentivaría incluso otros movimientos análogos en otros países europeos, sino que no resultaría viable sin haber llegado a un acuerdo al menos sobre unos puntos de partida esa triple cuestión: cambio de la forma de Estado, de las relaciones con el entorno y de política interna.
    El diálogo implica discutir cosas concretas sobre esos temas y reconocer ciertos lastres que arrastra la historia de España y de la de Cataluña en particular. Ni el franquismo es la causa de todos nuestros males, sino que tienen raíces más profundas que deben remontarse al menos a nuestra historia contemporánea tras la revolución liberal que pone fin a la Monarquía absoluta y el régimen feudal; ni la Segunda República, ni tampoco la Primera son un referente casi idílico de convivencia libre y democrática. Y no entro a señalar los más específicos del ámbito catalán. Esto indica que sería necesario incluso un diálogo en el ámbito académico y de la sociedad civil que casi tendría que ser previo a ese necesario diálogo político y que salvo en foros tan limitados y marginales como éste no veo que exista.. El artículo de Xavier Casanovas es una buena invitación a ello, pero me temo que tenga tan escaso eco como han tenido otros intentos, entre otros el que hice en otro blog de los jesuitas, entreparentesis, donde escribí tres artículos sobre Cataluña y la única respuesta que tuve fue un mensaje de twitter llamándome fascista, al que tuve que responder dándole las gracias por llamarte fascista por haber sido detenido dos veces y juzgado una por el fascismo español, entre otras cosas por defender la libertad para todos y la necesidad de impulsar la cultura catalana y su papel en el patrimonio cultural español..

  10. Lo siento había escrito un comentario que me había llevado un largo rato escribirlo, pero parece que por un fallo de la página web ha desaparecido y me ha aparecido un mensaje de que ya había sido enviado y estaba duplicado. Lamento no disponer de tiempo para volver a redactarlo.
    Saludos y ojalá se empiecen a plantear bases para ese diálogo tan necesario, que era justamente lo que había escrito, pues apelar al diálogo sin poner sobre el tapete propuestas que puedan ser objeto de diálogo, las simples reivindicaciones sin análisis previos no son tales propuestas sino eso, simples reivindicaciones.

  11. Estimado Sr Casanova,
    Muchas gracias por su artículo y por permitir un debate.
    Yo no entiendo el motivo de su pregunta ya que esta sentencia no tiene nada de excepcional. No limita el derecho de reunión o manifestación, ni es comparable a otras absolutorias del delito de sedición en los casos de tumulto para evitar desahucios, ya que con esta conducta de impedir de forma tumultuaria que los agentes ejerzan sus funciones y cumplan las resoluciones judiciales, no se perseguía ningún fin humanitario, justo o altruista. No se pretendía liberar a ningún pueblo de ninguna esclavitud.
    Bajo este pretexto se han venido vulnerando derechos fundamentales desde los plenos de los días 6 y 7 de septiembre ( según ha dicho el TEDH), hasta los días 1 y 7 de octubre y así hasta el día de hoy en que parece latente una especie de «guerra fría» contra la población que no comparte el process- algunos independentistas también. Se ocupan los aeropuertos, las carreteras, las calles, se anuncian obstáculos para ejercer el derecho al voto…No es un enfrentamiento contra el Estado ( poco parece molestarle) , sino contra el hermano.
    Parece que el procés es una máquina de propaganda para aparentar que haces algo sin cambiar jamás la realidad jurídica, salvo calentar la calle. Cada uno luchamos por las leyes que queremos que se implanten en el marco de la legalidad y la democracia. Pero no es democracia- por mucho que tenga la forma de urna- el intento unilateral e ilegal de convertir a nadie en extranjero.
    Estimado Xavier, se dice en esta revista que todos somos inmigrantes, que la tierra no es de nadie….que deben permeabilizarse las fronteras..se practica una teología del inmigrante..¿ Cuál es entonces la causa que justifica elevar este muro ?…¿Cuál es la causa para mantener el mantra de España nos roba si la solidaridad es compartir los recursos?.
    Creo que su última frase es acertada…es la población la que debe hablar..deben hablar los que viven en Cataluña y los que no vivimos en Cataluña….no sólo porque la soberanía nacional es nuestra sino también porque cada uno somos responsables de nuestra relación con el otro….eso es lo que importa y sobre eso se nos pedirá cuenta.
    Gracias de nuevo.

  12. Apreciada Susana,

    agradezco mucho el tono de su respuesta y que se discuta en público lo que nos atañe a todos es justamente lo que buscaba con mi escrito.

    Sobre la sentencia, que era el motivo del artículo, habrá visto que se han publicado las últimas semanas en muchos medios opiniones muy diferentes por parte de juristas. Muchas de ellas advierten de los mismo que yo hablo en el artículo, la sentencia sienta un precedente de criminalización de la resistencia civil noviolenta. Hay también opiniones contrarias, evidentemente, pero que haya discrepancia y advertencia señala que algo podemos estar perdiendo en cuanto a derechos y libertades. Me gustará escuchar en unos días el informe de Amnistia Internacional al respecto. Creo que puede ayudarnos y darnos luz por su garantía de objetividad.

    Respecto al resto de cuestiones relativas «al procés» no voy a intentar responder a sus afirmaciones, primero porque estamos lejos de poder abrir un diálogo sereno sobre ello sin un reconocimiento previo de donde se encuentra cada interlocutor y que conoce y como ha vivido lo que ha pasado, segundo porque yo también considero que se han hecho muchas cosas mal. Muchísimas. Pero la explicación que doy es en algunos casos bien diferente.

    Su últimas preguntas si me atañen pues, apelan a nuestros cuadernos y a la defensa que solemos hacer y que nos es propia: la de la acogida, la hospitalidad, la teologia de las migraciones…. Eliminar fronteras y muros es una de nuestra preocupaciones más claras. Pero creo que en el caso del conflicto Catalunya – España, no estamos hablando de más fronteras sino de explorar nuevas formas de reconocerse, de ejercer el gobierno, de democracia participativa en un sentido más amplio y de repensar relación entre las partes de un Estado. Creo que esto es lo que se juega en el caso de Catalunya y debería poder ser algo de lo que hablar dialogar y negociar. Y nada tiene que ver con la realidad de migrantes y refugiados en nuestras fronteras, cuyo sufrimiento y exclusión es indecible.

    Gracias de nuevo y saludos fraternos.

  13. Estimado Xavier. Gracias por tu tiempo y tu respuesta. No he tenido oportunidad de leer completo el informe de AI. Sí que por diversos medios he sabido que pone en duda, al parecer, la condena a los sres Cuixart y Sánchez al considerar que la redacción del actual delito de sedición puede atentar contra el principio de legalidad. La sentencia, sin embargo, fundamenta su condena en el levantamiento tumultuario con dos fines: 1 Impedir a los funcionarios el ejercicio de sus funciones 2) Ataque a derechos de la población. Es a este último apartado al que yo me refería, pues no debemos olvidar que días antes, el ocho de septiembre, se aprobó en el parlament, en la forma por todos conocida y ya juzgada por el TEDH la ley 20/2017 de transitoriedad jurídica en cuyos art 7 se determina quién es nacional catalán y en su art 26.2 se priva ya del derecho al voto al que no lo es. En mi opinión, seguramente equivocada, esto es convertir en desigual a los iguales, en extranjeros a los que antes eran nacionales. Creo que esto es causar exclusión y marginalidad y levantar fronteras. Y tampoco consigo encajarlo, ni en el fondo ni en la forma, con lo que leo en esta revista, por ejemplo el num 206 » Hijos e hijas de un emigrante».
    En fin, ya digo que es una opinión y agradezco esta oportunidad para el debate, lo mismo que agradezco de corazón la publicación de esta revista.
    Un abrazo fraternal,
    Susana.

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