Víctor CodinaYa sabemos que es un anacronismo juzgar el pasado con criterios del presente. Históricamente el fascismo nace como un movimiento político-social italiano, después de la primera guerra mundial.

Etimológicamente el fascismo tiene relación con los fasces romanos, insignia del cónsul romano que se componía de un conjunto de 30 varas de madera fina, atadas con una cinta de cuero rojo que formaban como un cilindro que sujetaba una segur o hacha.

Sin duda, Jesús vivió en Palestina bajo el poder de los fasces del Imperio romano.

En realidad, como ya decía Eco en 1995, el fascismo es un término muy amplio, una especie de collage, que sirve para nombrar a diversas ideologías totalitarias que defienden el culto a la tradición y el rechazo de lo moderno, la negación de la diversidad, el miedo a la diferencia, la apelación a los que se sienten frustrados económicamente, el machismo, un populismo selectivo contra el parlamentarismo, la acción por la acción y el grito de “¡viva la muerte!”.

A estas características de Eco, otros autores, como Andrés Ortega (El País 23 de diciembre de 2018) añaden hoy al fascismo el nacionalismo sin compromiso (we first), el racismo antiinmigratorio (sobre todo antimusulmán), el supremacismo blanco, la homofobia y el machismo, la negación del cambio climático, el liderazgo fuerte, el autoritarismo, el rechazo del poder judicial independiente, la crítica a los medios críticos y a la libertad de información, la afirmación religiosa cristiana de cuño fundamentalista, (católica, evangélica y ortodoxa) y la política del miedo.

Algunos autores hablan de que el fantasma del fascismo amenaza al mundo de hoy e incluso ven cierta semejanza con lo que en los años 30 sucedió en Europa.

Todas estas nominaciones y aproximaciones son cuestionables, pero lo que sí es cierto es que la extrema derecha se va implantando en Europa y América de modo alarmante. Y que en algunos casos dice apoyarse en raíces cristianas y quiere formar a jóvenes bajo la bandera de una extrema derecha política cristiana y eclesial.

El mensaje y el estilo de Jesús es lo más opuesto al fascismo: habla de amor y fraternidad, justicia, preferencia por los últimos, humildad, servicio, comunidad, perdón, respeto a los diferentes, confianza y alegría sin miedo ni violencia, defensa de mujeres y descartados sociales, defensa de la libertad y crítica de los poderosos que oprimen al pueblo y luego se hacen llamar bienhechores. El evangelio de Jesús es lo más opuesto al Duce, al Führer, al Caudillo “por la gracia de Dios”, a los dirigentes actuales que se autoproclaman únicos Salvadores y Mesías insustituibles y necesarios.

Y aunque Jesús murió por instigación de la teocracia de las autoridades religiosas judías, fue el procurador romano Poncio Pilato que actuaba en nombre y defensa del César quien lo condenó a muerte por sedicioso y defensor de un reino que, aunque no era de este mundo, cuestionaba la Pax Romana.

Por esto es muy significativo que, en el credo, símbolo de la fe cristiana, se diga que Jesús murió bajo el poder de Poncio Pilato. Algunos se escandalizan de que en el credo se nombre a Poncio Pilato junto al Dios Padre creador de cielo y tierra, junto a Jesucristo que nació de María virgen y junto al Espíritu Santo presente en la Iglesia y la vida eterna. Pero esta afirmación de Poncio Pilato en el credo, más allá de afirmar la historicidad de la figura de Jesús, indica que Jesús fue víctima de los fasces del Imperio romano.

Y aunque a lo largo de la historia, la Iglesia lamentablemente ha sucumbido muchas veces al autoritarismo, al fundamentalismo, a la autorreferencialidad y al clericalismo, no podemos olvidar que los mártires de los primeros siglos murieron por negarse a quemar incienso ante la imagen del César, ya que para ellos Jesús era el único Salvador y Señor, el único Kyrios.

Actualmente el papa Francisco condena el clericalismo como “la lepra de la Iglesia”, defiende una Iglesia pobre y de puertas abiertas, poliédrica y pirámide invertida con el pueblo arriba y la jerarquía abajo, una Iglesia que profesa la misericordia, el cuidado de la casa común, la libertad, la opción por los pobres y descartados y la alegría del evangelio. Estamos ante las antípodas de una extrema derecha fascista.

Que la extrema derecha no invoque raíces cristianas, ni confunda al pueblo para formar una ultra derecha cristiana y eclesial. Jesús no se adhirió jamás a lo que luego se llamaría fascismo, sino que fue víctima del poder de los fasces del Imperio romano, bajo el poder de Poncio Pilato.

Imagen extraída de: ClipArt ETC

¿TE GUSTA LO QUE HAS LEÍDO?
Para continuar haciendo posible nuestra labor de reflexión, necesitamos tu apoyo.
Con tan solo 1,5 € al mes haces posible este espacio.
Jesuita. Estudió filosofía y teología en Sant Cugat, en Innsbruck y en Roma. Doctor en Teología, fue profesor de teología en Sant Cugat viviendo en L'Hospitalet y Terrassa. Desde 1982 hasta 2018 residió en Bolivia donde ha ejercido de profesor de teología en la Universidad Católica Bolivia de Cochabamba alternando con el trabajo pastoral en barrios populares Ha publicado con Cristianisme i Justícia L. Espinal, un catalán mártir de la justicia (Cuaderno nº 2, enero 1984), Acoger o rechazar el clamor del explotado (Cuaderno nº 23, abril 1988), Luis Espinal, gastar la vida por los otros (Cuaderno nº 64, marzo 1995).
Artículo anteriorEl año de la verdad para Francisco
Artículo siguienteEl sentido de la vida en Homero: una mirada a La Odisea

10 Comentarios

  1. Jesús es Jesús y no se deja atrapar por categorías meramente políticas o ideológicas ya que no subsumiría el hombre a mera colectividad (sea del color que sea). Pero su mensaje, no me cabe duda, es anti fascista: débil, inclusivo y pacífico,  siempre abierto a una posible nueva pregunta, con entrañas de misericordia.
    Jesús es contra dogmático y anti totalitarista, por eso lo mataron. He escuchado decir de todo sobre Jesús (comunista, filósofo, anti social…y hasta extraterrestre) pero lo que nunca he escuchado (ni creo que escuche porque no hay por donde cogerlo) es un Jesús fascista.

  2. Comparto 100% el artículo.
    Pero hay que reconocer que la Iglesia tiene caras fascistas, especialmente su cara más pública.
    Menos mal que Francisco está limpiando un poco.
    Pero hay colectivos (y de mucho poder y presencia) que reafirman principios cercanos a esa ideología fascista. La Iglesia no da a la mujer el protagonismo de igualdad que Jesús propugnaba. Miembros muy encumbrados de la Iglesia (obispos y cardenales) tratan a los homosexuales casi como a los leprosos. Por citar algunas cuestiones.

  3. Jesus no es ni fascista ni nacionalista
    Ni comunista
    Ni socialista
    Ni bolivariano
    Ni troskista
    Ni liberal….

    Pero hay cristianos socialistas…
    Y hay cristianos liberales…

    ¿puede haber cristianos fascistas?
    En mi opinión tanto como comunistas. Imposible. Toda ideologia totalitaria y que no defienda la dignidad de cada ser humano es incompatible con seguir a Jesus de Nazaret

  4. JESÚS ES Camino, Verdad y Vida. ! Jesús, ES !. Y nos llama: ¡ ven y sígueme !.

  5. «habla de amor y fraternidad, justicia, preferencia por los últimos, humildad, servicio, comunidad, perdón, respeto a los diferentes, confianza y alegría sin miedo ni violencia, defensa de mujeres y descartados sociales, defensa de la libertad y crítica de los poderosos que oprimen al pueblo y luego se hacen llamar bienhechores»

    Cuidado, cuidado.

    Los fascistas «de verdad» (no esa amalgama que ahora está de moda etiquetar como fascista) y los nazis «de verdad» (ídem), o sea los seguidores del Duce y de Hitler, también defendían la comunidad, el respeto y apoyo a los últimos y descartados sociales que estaban oprimidos por los «poderosos» (ellos vieron en ese grupo desde a los judíos «de a pie» como al gran capitalismo) .

    Cuidado, cuidado

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingresa tu comentario!
Please enter your name here