En el coloquio del pasado 25 de septiembre con el Padre General de los jesuitas, Arturo Sosa, en la iglesia del Sagrado Corazón de Barcelona, este afirmó que la secularización no es un drama para la fe. Al contrario, es una gran oportunidad para sacar de la fe todas aquellas adherencias que la han ido desnaturalizando a lo largo de la historia. Este podría ser el resumen de la respuesta del padre Sosa a la pregunta «¿Qué podemos hacer los cristianos ante la fuerte secularización de las sociedades contemporáneas?» Los cristianos no hemos de lamentarnos de la secularización, afirmó el padre Sosa. La añoranza de tiempos pasados ​​no ayuda a situar el cristianismo en sintonía con los tiempos actuales. Hay que adoptar un cambio de perspectiva y entender la secularización como un signo positivo del tiempo, a través del cual Dios está hablando a los creyentes de hoy.

Ante la secularización no se necesitan respuestas defensivas. El fundamentalismo religioso no es ninguna respuesta positiva. Es un error similar al propuesto por cualquier ateísmo porque, en el fondo, vacía de sentido el hecho religioso y se convierte en una negación de la propia religión. El fundamentalismo religioso no es una religión, es una idolatría. La secularización es un fenómeno real de nuestras sociedades, por eso, en lugar de reeditar nuevas formas de cristiandad desde una nostalgia de tiempos pasados, lo que hace falta es preguntarnos: ¿Qué nos dice Dios en estos momentos a través de la secularización? ¿De qué nos libera la secularización?

Los procesos de secularización son positivos, porque permiten liberar al cristianismo de una serie de factores que no ayudan a que las personas que se encuentran en camino de búsqueda del sentido de la vida, tengan curiosidad por saber qué aporta el cristianismo a través de la Buena Nueva de Jesús. Porque, a pesar de la secularización de la sociedad, las personas siguen formulándose las grandes preguntas que dan plenitud a la vida. El cristianismo debe saber escuchar la demanda de esas personas, ofrecerles la Buena Nueva y ayudarles en el camino de encontrar referentes vitales. La Iglesia debe saber estar al lado de esas personas que están buscando en la religión aquellos significantes que sostienen la vida.

La secularización es una gran oportunidad para evitar hacer cristianos automáticamente por razones sociales. Si la sociedad y sus instituciones no son cristianas, los individuos podrán optar, como un ejercicio de su libertad, ser cristianos. En una sociedad secular ser cristiano es una elección. El mundo secularizado ayuda a sacar de las instituciones públicas y de los relatos políticos los referentes cristianos y separar los ámbitos de la fe y de la política como dos realidades autónomas. La Iglesia ha de vivir esperanzada este cambio de época convencida de que el Señor está presente también en y a través de la propia secularización. La secularización nos libera.

[Imagen extraída de Pixabay]

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Jordi Lopez
Doctor en Biología, diplomado por ESADE en Gestión Pública y máster en Calidad de la Formación por el Instituto Nacional de Administración Pública. Es de la generación de mayo del 68. Desde su ingreso a la universidad ha estado vinculado a la política activa y movimientos eclesiales. Ha sido Director General de Asuntos Religiosos de la Generalitat y previamente Jefe de Servicio de Formación Local de la Diputación de Barcelona. Hasta enero de 2011 fue Presidente de la Comisión Ejecutiva del Patronato de la Montaña de Montserrat adscrito a la Presidencia de la Generalitat. Durante el año 2012 ha sido gerente de cultura de la Diputación de Barcelona y actualmente trabaja en esta institución. Blog personal: Vita Moleskine
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2 Comentarios

  1. Hacia tiempo que esperaba esta respuesta explícita y responsable por parte de la Iglesia. Falta ahora transferir esta nueva interpretación y comprensión intelectual (filosófica y teológica ) al terreno de la vida ordinaria eclesial. Aprovechemos los vientos de Francisco…

  2. También me ha reconfortado esta reflexión. Dice, “la secularizacion nos libera”. Siento que es una oportunidad para ir a las raíces y a las fuentes de la fe. Una oportunidad para perder el miedo y apoyarnos en la confianza, y sobre todo, una llamada a confiar en el Dios de la Historia que camina con nosotros, y que nos va guiando por nuevos caminos. Decía un artículo leído en esta misma sección, “hemos de aprender a acoger y a despedir”, acoger lo nuevo, sin miedo, y despedir aquello que dificulta o obstruye.
    Estar atentos y atentas a los signos de los tiempos, para poder dar respuesta desde la Buena Nueva del Evangelio.
    Gracias por invitarnos a la reflexión

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