Agustín OrtegaRecientemente, la iglesia ha presentado un documento muy importante, “Oeconomicae et pecuniariae quaestiones (OPQ). Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del sistema económico-financiero actual”. Ha sido elaborado por la Congregación para la Doctrina de la Fe y el Dicasterio para el servicio del Desarrollo Humano Integral, con la aprobación del papa Francisco, y viene precedido por otros textos relevantes sobre estas cuestiones financieras, como el del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, “Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la prospectiva de una Autoridad Pública con com­petencia universal”, en el que ya se ejercía la crítica y deslegitimación ética de la ideología del neoliberalismo y del sistema económico capitalista, que cada vez crea más desigualdades e injusticias sociales y globales causando el empobrecimiento de la mayor parte de la humanidad, tal como nos muestra igualmente OPQ (n. 5).

Y es que, de igual forma, el papa Francisco ha denunciado y deslegitimado repetidamente este sistema bancario y financiero actual de tipo capitalista, marcado por la especulación y la usura. Por ejemplo, en la conferencia «Invertir en los pobres», promovida por el Consejo Pontificio Justicia y Paz, Francisco muestra que es intolerable el que «los mercados financieros gobiernen la suerte de los pueblos». En este sentido, sigue enseñando Francisco, ahí está como escandaloso ejemplo la especulación sobre los precios de los alimentos. Esta práctica «tiene graves consecuencias para la seguridad alimentaria de los más pobres». Por eso, continua el papa, «el inversor que tiene impacto es aquel que es consciente de la existencia de situaciones de injusticia, de profunda desigualdad social y de las penosas condiciones en las que se encuentran poblaciones enteras».

Como se observa, “la economía especulativa hace a los pobres cada vez más pobres y eso es inaceptable», como asimismo nos transmitió en su visita al barrio romano de Trastevere (Junio 2014). OPQ, junto con El Papa Francisco, sigue y profundiza la tradición y enseñanza de la Iglesia, como es su Doctrina Social (DSI), en la que se nos muestra que la economía financiera, de tipo especulativa y usurera, es inmoral e inhumana; con esos créditos e intereses que son abusivos y nada éticos y que nos ha metido en crisis a lo largo del tiempo que son absolutamente injustas. Por ello, se deben promover unos créditos morales y justos, unas empresas, finanzas y banca éticas (OPQ 16-17).

Se trata de promocionar una economía real que sirva al trabajo que está por encima del capital, al empleo y al desarrollo social e integral (OPQ 15) con la gratuidad, la solidaridad y la justicia, tal como nos enseña todo esto León XIII (RN 1), Juan Pablo II (CA 43), el Compendio de DSI (369-72) y Benedicto XVI (CV 65). En esta línea, no se pueden anteponer el pago de las deudas a la vida y dignidad de las personas, de los pueblos y de los pobres. Y más cuando está deuda es fruto de la usura, con esos préstamos e intereses abusivos, injustos y especulativos (OPQ 15). Así nos lo muestra el Evangelio, la tradición y el magisterio de la Iglesia. Por ejemplo, S. Juan Pablo II (SRS 19, CA 51, IM 12, TM 51, EA 22, EA 12) que manifiesta la injusticia de la deuda externa o endeudamiento de los países, pueblos y familias; en especial los del llamado Tercer Mundo o Sur empobrecido.

Frente a la esencia perversa del capitalismo, hay que regular la economía para que sea justa y social, solidaria y sostenible. Un control ético y político del mercado, de las finanzas y la banca, de las empresas, del comercio y el trabajo (OPQ 13) desde los principios de la justicia social, global y ecológica. El sentido de la economía se encuentra en la ética y en el bien común (OPQ 6), en el bien de toda la humanidad y en la justicia con los pobres (OPQ 10). La economía tiene su fin en este servicio a las necesidades de todo ser humano, en el destino universal de los bienes, con la justa producción, distribución y consumo de los bienes que tiene la prioridad sobre la propiedad, valor y principio básico de la DSI.

Este bien común que ha de guiar a la economía y al mercado, por tanto, supone ineludiblemente el control y regulación económica, financiera y bancaria, de toda actividad empresarial o laboral (OPQ 21). Y debe ser ejercida por la sociedad civil, por los pueblos y los pobres de la tierra en una auténtica democracia y estado social de derecho(s). En esta línea, ha de establecerse un sistema fiscal con equidad donde contribuyan más los que más tienen: los ricos y el capital con sus empresas, la banca con su actividad financiera. Erradicando así la inmoralidad de los paraísos fiscales y toda fuga o fraude tributario con el lavado de dinero (OPQ 31) que, muchas veces, procede de actividades inhumanas, delictivas y del crimen organizado.

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Imagen extraída de: Pixabay

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