Agustín OrtegaAcaba de salir la Constitución Apostólica del papa Francisco «Veritatis Gaudium (VG), la alegría de la verdad” sobre las universidades y facultades eclesiásticas. En donde pide “el compromiso generoso y convergente que lleve hacia un cambio radical de paradigma, más aún, «una valiente revolución cultural»” (VG 3). En VG, Francisco presenta claves y criterios para estas instituciones educativas de filosofía y teología. A continuación, con VG vamos exponer estas claves que nos comunica Francisco de la mano de Santo Tomás de Aquino que es el autor, Doctor de la Iglesia, más citado por el papa en su magisterio. Dichos criterios están en sintonía con unos principios, ya mostrados por el papa en su enseñanza anterior, que recogen lo más valioso de la filosofía y la teología. El papa nos transmite una perspectiva y método muy interesante e importante. Y que como vamos a ver, en el camino de Santo Tomás, son muy importantes para la vida ética y social con su discernimiento. En el primer principio, la realidad está por encima de la idea. Nos presenta el realismo filosófico y teológico, la pasión por la realidad. El ver y ser honrado con lo real, el hacernos cargo de la realidad. Una metafísica del ser y de la existencia, con una antropología integral, que no inventa ni tergiversa lo real. Es pues una filosofía y teología encarnada en la realidad, religada al ser real que, en la mirada teológica, tiene su luz en la Encarnación de Dios en Jesús de Nazaret (VG 4). Dios en Jesús se ha encarnado en la realidad humana, personal, social, histórica y trascendente, asumiendo solidariamente todo lo real y humano para que se encarne la salvación liberadora de todo mal e injusticia.

El segundo principio nos dice que el todo es mayor que la parte y nos muestra esa cosmovisión de lo real que es universal, co-relacionada, interdisciplinar e integral (VG 4). La parte y el todo se unen, confluyendo; lo local y lo global se entrelazan. El fragmento y la totalidad no se oponen, sino que se fecundan en comunión. En la interrelación y retroalimentación de todo con todo.

El tercer principio, la unidad está antes que el conflicto (VG 4), nos lleva a cargar con la realidad y sus sufrimientos, males e injusticias, con las luchas dramáticas entre el bien y el mal. En sentido teológico, es la conciencia de la pugna entre el Don de la Gracia y el egoísmo del pecado con su maldad e injusticia. Asimismo, se expresa aquí el principio y virtud de la misericordia, el mismo Ser de Dios que es Amor y Misericordia, por el que asumo todo este dolor e injusticia que padecen los otros, el grito de los pobres y de la tierra (VG3). La pasión de los pueblos crucificados por el mal, injusticia y pecado del mundo. Y es que la unidad fraterna se rompe con la opresión e injusticia que se causa a los otros.

No es humana ni ética cualquier realidad que no promueva el amor y la justicia liberadora con los otros, con los pueblos, los pobres y esa casa común que es el planeta (VG3). La fe y la teología nos muestran al Dios de la vida que nos regala el ser, que nos dona la existencia y que se opone a todos estos falsos dioses idolátricos que dan muerte como el dinero y el poder que sacrifican la existencia los pobres.

El cuarto y último principio sostiene que el tiempo es superior al espacio y señala el dinamismo y trascendencia de lo real, y que, en la clave de la opción por los pobres, significa que las personas, los pueblos y los pobres son los sujetos protagonistas de la misión.

Vemos pues toda la fecundidad de estos principios filosóficos y teológicos que, con su enseñanza, nos muestra el papa Francisco de la mano de Santo Tomás. Y que expresa todo ese humanismo espiritual, ético e integral tal como asimismo nos transmite la Doctrina Social de la Iglesia (VG 2).

Veritatis Gaudium

Imagen extraída de: Ecclesia

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3 Comentarios

  1. A propósito de la Amoris Laetitia se evidenció que el Papa no sólo cita descontextualizado a santo Tomás, sino que retuerce su pensamiento.

    En ningún momento afirma el Angélico la inanidad esa soberana, fuera del contexto bioquímico que le es propio, de la retroalimentación. Al sacarla de su contexto científico, el término se tornasola en analogía e imprecisión. Lejos del espíritu del Aquinate esa palabrería vana en que se basa la analogía.

    En ningún momento habla santo Tomñas de otra expresión muy del gusto de Francisco pero carente de toda base de la superioridad del tiempo sobre el espacio. ¿Por qué no superación de la energía sobre la velocidad o cualquier otra comparación ayuna de base?

    Los documentos de Francisco son asombrosamente inanes con pretensión de profundidad. Son una delicia para el análisis filosófico (para la filosofía analítica). El neopositivismo lógico hubiera encontrado una mina.

  2. Puede que el problema sea ese: el racionalismo y cientismo tecnocrático impiden ver la sabiduría y profecía del sucesor de Pedro que, inspirado por el Espíritu, actualiza y profundiza claramente al genio de Santo Tomás de Aquino. Tal como se ha estudiado e investigado y, claramente, se nos muestra todo el humanismo cristiano e integral que comparten el Papa y el Aquinate.

    Y, en esta línea, sería bueno leer y estudiar más al Papa, para ver el sentido y significado de que el tiempo es superior al espacio. Esto es, que desde la Gracia de Dios las personas, los pueblos y los pobres son los sujetos protagonistas de su desarrollo, gestión y liberación integral en la promoción del bien común y la justicia; frente a los espacios de poder, dominación y riqueza-ser rico.

    Cualquiera que haya estudiado e investigado la vida y obra del santo dominico, por ejemplo su pensamiento social y moral, verá claramente toda esa afinidad entre la enseñanza del Papa y del Doctor Angélico que, como indico, comparten todo este humanismo ético, espiritual y liberador.

    Algo más escribí por aquí:

    https://diocesisdecanarias.net/discernimiento-espiritual-moral-desde-francisco-tomas-aquino/

    Saludos fraternos desde Ecuador

  3. no son los documentos de Francisco los» asombrosos inanes con pretensión de profundidad» sino la estupidez cerrada de quienes se sienten «depositarios de la profundidad»

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