Ramon Centelles. Entrar en una prisión por primera vez impone. Porqué el CIE, ya lo sabemos, funciona igual que una prisión para personas extranjeras en situación irregular. Yo había estado delante del CIE en ocasión de movilizaciones. Pero traspasar su entrada es diferente. Una mezcla de inquietud y de emoción al saber que vas a hacer algo bueno.
Durante los dos años que he visitado, me he encontrado con personas que acababan de llegar a territorio español en patera y también personas que llevaban diez o quince años entre nosotros. Recuerdo el caso de un hombre que llegó antes de que yo hubiese nacido.
Me he encontrado personas enfermas física y psíquicamente. Me he encontrado personas que decían ser menores. Me he encontrado personas con antecedentes penales, es cierto, pero otras muchas, la mayoría, sin ninguna condena penal. También he visitado padres de menores residentes en España e incluso, padres de niños españoles.
Lo único que tenían en común todas ellas es no tener papeles, y la angustia de estar encerrados en el CIE sin saber si mañana serán liberados o expulsados. Personas vulnerables que no han tenido la suerte de nacer en el llamado primer mundo.
Acompañar en el CIE no es fácil: está alejado del centro de la ciudad, la presencia policial impone, el CIE no dispone de traductores para los voluntarios… A veces sales de la visita desanimado porqué su destino no está en tus manos o insatisfecho porque no has podido resolver sus dudas o peticiones. Para acompañar hace falta compromiso, ilusión y fortaleza.
Pero esto es muy útil para los internos, y no solamente para los que reciben alguna visita sino para el conjunto: para ellos es una brizna de esperanza, es saber que le importas a alguien, es hacerles saber que no están solos. Acompañar implica escuchar, se trata de una escucha activa, sin juzgar ni cuestionar, poniéndose en la piel del otro, empatizando, queriendo entender. Es tratar al otro de igual a igual, con independencia de dónde haya nacido y de si tiene permiso de residencia o no. Es dar valor a la vida del otro, hacer parte del camino juntos, aportar luz.
Un interno a quien acabaron expulsando me dijo con lágrimas en los ojos que un pequeño gesto cuando alguien está en una situación de extrema vulnerabilidad significa mucho más que un gran gesto cuando todo nos va de cara.
Acompañar es, al fin y al cabo, amar una causa o, simplemente, amar.
A lo largo de la historia de los CIE en España hemos vivido motines y huelgas de hambre, vejaciones, denuncias por agresiones físicas, muertes por una atención médica deficiente y diversos suicidios. No podemos cerrar los ojos ante tanta injusticia.
Algunos aspectos han mejorado, con frecuencia a raíz de la presión social y de las sentencias de los jueces: ahora los internos tienen lavabo dentro de la celda, pueden usar el teléfono dentro del CIE (sin internet ni cámara) y no hay una mampara que impida el contacto físico en la sala de visitas. Pero queda camino… Recordemos que teóricamente el único derecho que tienen limitado es la libertad deambulatoria.
Migra Studium no sólo acompaña, acompañar es el primer paso par visibilizar, concienciar la sociedad y defender la dignidad y los derechos humanos de los internos, los derechos de los olvidados, de los invisibilizados. El hecho de acompañar aporta conocimiento de la realidad de primera mano, hace que nuestra voz sea la de los internos. Queremos transparencia, exigimos una mejora en las condiciones del internamiento, y nuestra meta es el cierre de todos los CIE, acabar con las expulsiones exprés y un cambio en las políticas migratorias que tanto dolor provocan y que nos dividen entre personas con derechos y personas sin derechos.
Imagen cedida por el autor.
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