Josep F. MàriaEl proceso político que se vive en Cataluña y España, junto con la incertidumbre que está provocando, seguramente afectan a organizaciones con diversidad donde las posiciones sobre el proceso están divididas. En este sentido, algunas pistas pueden ayudar a mejorar el clima o la cultura organizativa:

a) Cuidar de las personas. Las opiniones sobre el proceso nos pueden dividir, pero compartir la tensión que todos sufrimos nos puede unir.

b) Espacios no virtuales de diálogo. En este sentido, así como hay palabras hirientes, también hay silencios hirientes. Por lo tanto, con cuidado, se pueden abrir espacios (¡no virtuales!) donde los miembros de la organización dialoguen sobre cómo está afectando a cada uno el proceso (¡no la posición!). La dirección de la organización no debería estar presente en estos espacios para no desencadenar malentendidos y dar libertad a la gente. ¿Quién convoca? Comité de empresa, otros órganos «de la sociedad civil» en el interior de la organización…

c) Comunicados y posicionamientos. Seguramente la palabra escrita no ayuda porque, en momentos de polarización, hasta las que nos parecen más neutrales no lo parecen a los que tienen otra posición. Si es necesario hacer un comunicado escrito oficial, es bueno dejarlo leer a gente de ambos lados. Y remitirse al último comunicado para no tener que volver a posicionarse.

d) Atentos a los que más sufren. Es posible que los extranjeros estén sufriendo más que los catalanes/españoles. Tienen menos contexto, y pueden asociar el proceso a situaciones traumáticas vividas en sus países de origen. ¿Cómo se les puede acompañar personalmente u organizativamente? En todo caso, es bueno cuidar más de ellos.

e) «¿Cómo estás?». Este tiempo puede ser apropiado para gastar tiempo con la gente, en conversaciones particulares. Más vale empezar con un «¿Cómo estás?», y mostrar decididamente que amamos a las personas por encima de sus posicionamientos.

f) Profecías de contingencia. Los miedos son malos consejeros, y a veces generan catastrofismo e inquietud. Gestionar serenamente el presente es lo mejor que podemos hacer, y dejar las profecías para otro día. Bienvenidos planes de contingencia, mal-venidas profecías de contingencia.

San Ignacio recomienda: «En tiempos de desolación, no hacer mudanza, sino mudarse contra la desolación». Pues eso: vivir el cada día con el mínimo de miedo y catastrofismo, aceptando la situación tal como llega («estamos en tiempo de desolación»); normalizar al máximo la gestión («no hacer mudanza»), y cuidar de las personas («mudarse contra la desolación»).

desolación

Imagen extraída de: Pixabay

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Jesuita. Doctor en Economía (UB). Licenciado en Teología (FTC). Profesor de Análisis Social, Ética y Religiones del Mundo en ESADE. Miembro de Cristianisme i Justícia. Patrono de la Fundación IQS y miembro del Consejo Superior de la Universidad de Comillas. Estudia sobre valores y educación superior, en particular desde la tradición jesuita.
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