Santi Thió. Después de curar al paralítico de la piscina de las ovejas, el Evangelio de san Juan recoge la intrigante afirmación de Jesús cuando las autoridades protestan porque trabaja en día festivo. Ahora, al considerar los sucesos pascuales, palpamos una concreción absoluta del aprendizaje de Jesús.
La respuesta de Jesús a la demanda de Felipe refuerza el interés por la contemplación de los hechos pascuales. Felipe quiere que en aquel momento solemne Jesús le muestre al Padre, pero el segundo le responde: «El que me ha visto a mi, ha visto al Padre […]. ¿No crees que yo estoy en el Padre y que el Padre está en mí? (Jn 14, 9-10).
Es obvio que esto lleva a considerar que Dios Padre lava pies, se da en eucaristía, llora ante la tumba del amigo o busca a la oveja perdida en el barranco; pero surge el deseo imperioso de un conocimiento mayor de Jesús, persiguiendo el rostro de Dios.
La plegaria de dos horas de hoy la dividiremos en dos tiempos y, en cada uno de ellos, consideraremos dos actuaciones de Jesús que nos revelen la manera de ser de Dios y que inspiren nuestra forma de vida.
En el primer tiempo, meditaremos sobre la burla de la coronación de Jesús porque su reino no es en absoluto de este mundo. La realeza de Jesús es dejar en el redil a las 99 ovejas y descender el barranco a buscar a la oveja perdida. En consecuencia, quedan cuestionadas nuestras formas de ejercer la autoridad sea cual sea el nivel de nuestras relaciones humanas, así como nuestra dedicación a aligerar el dolor del mundo. El papa Francisco denuncia la vergüenza humana que permite los sucesos en el Mediterráneo y pide que las comunidades eclesiásticas sean hospitales de campaña. En Lampedusa, el doctor Bartolo, médico que atiende en un primer momento a los migrantes recién llegados, agradeció el apoyo decidido del Papa a tanta labor humanitaria.
En el segundo tiempo, compartiremos la presencia amorosa al pie de la cruz cuando Jesús le entrega la madre al discípulo amado y, finalmente, confiado, abandona su espíritu a manos del Padre. Esta escena nos invita a adentrarnos en el acompañamiento humano de tantas situaciones extremas que vivimos en este mundo nuestro tan desbaratado. Según el Papa, solo con la capacidad de autotrascenderse seremos capaces de reconocer a las personas en su propio valor y fomentar sanamente el equilibrio ecológico de toda la creación.
Aquella noche, de luna llena y fiesta por doquier en Jerusalén. Multitudes, niños y niñas, cantos, jolgorio, multitud de corderos a cuestas, de camino a ser sacrificados en el Templo para la Cena Pascual. En el calvario han de retirarse tres muertos. Una lanzada. Sangre y agua.
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