Lourdes ZambranaEn la fiesta de la espuma del instituto del verano pasado, a una de mis hijas adolescentes le tocaron un pecho aprovechando la confusión.

Una tarde de invierno, a las 6 de la tarde que ya estaba muy oscuro, otra de mis hijas, también adolescente, tuvo que salir corriendo de una calle poco transitada porque un hombre la seguía y la increpaba.

Llevo una falda por encima de la rodilla. Algunos hombres en el metro me repasan como si yo fuera el ganado que van a comprar en la feria.

Escucho una canción por la radio, es reggaeton. El estribillo dice “Eres mía y solo mía”. Cambio de emisora. Un grupo de rock catalán canta “Heu vingut a robar-nos les dones” (“Habéis venido a robarnos las mujeres”). Apago la radio.

En la fiesta de carnaval del colegio una clase se disfraza de jugadores de baloncesto. Los chicos de jugadores, las chicas de animadoras. Cuando un grupo de madres nos quejamos de que se reduce a las chicas a papeles pasivos y ornamentales, otra madre nos dice que no es para tanto.

La hija de unos amigos ha sufrido ciberacoso con una captura de pantalla de una frase fuera de contexto, que pudieron parar a tiempo.

Acompaño a una compañera de trabajo a la comisaria a poner una denuncia porque está sufriendo violencia de género.

En el metro, un hombre se acerca a una amiga mía a pedirle una dirección y la invita a tomar algo. Sale corriendo porque el hombre sigue insistiendo aunque ella le dice claramente que no.

El marido de una amiga se cambia de trabajo y acepta el trabajo sin preguntar el horario que va a hacer, a pesar de tener hijos en edad escolar y de que mi amiga también trabaja.

Mi hija mediana me enseña  una cuenta de Instagram donde se hace apología de la violencia de género. Mi hija denuncia la cuenta para que Instagram la borre.

Veo un programa de televisión donde se explica que se usan drogas de sumisión para violar a jóvenes en entornos de ocio nocturno. Es muy difícil conseguir una condena porque no se puede probar la falta de consentimiento y no se presentan secuelas físicas.

En el metro escucho a una chica con una hija de 4 años que habla con otra joven, y le explica que no puede ver a su hija por las noches porque la niña necesita acostarse pronto, y ella, aunque trabaja en contenidos web y podría trabajar desde casa, tiene que estar en el trabajo hasta las ocho de la tarde porque no le dejan flexibilizar su horario.

¿Feliz Día Internacional de la Mujer?

Día Internacional de la Mujer

Ilustración de Lara Fuster para Artivismo Feminista.

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Amarillo esperanza
Anuario 2023

Después de la muy buena acogida del año anterior, vuelve el anuario de Cristianisme i Justícia.

Diplomada en Trabajo Social, licenciada en Ciencias Políticas y diplomada en Ciencias Religiosas. Trabaja en la Fundación Mambré que atiende a personas sin hogar, en el programa de Vivienda. Miembro de Cristianismo y Justicia. Ha publicado en CJ el cuaderno «Nuevas militancias para tiempos nuevos» (nº 110).
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