Jesús RenauLos nacionalismos están sirviendo de legitimación de los estados europeos que hoy representan un grave freno para la construcción de la Unión Europea. El concepto de estado se ha sacralizado de tal forma que de hecho tiende a ser totalitario. Como tal puede pactar, puede concertar acuerdos, vender y comprar, y todo ello puede responder a una legitimidad democrática de baja intensidad que legaliza su estructura económica y política según los criterios de los partidos que ganan las elecciones. Lo que no quiere perder es la capacidad de poder interno y externo para cederlos a una comunidad de estados de la que forma parte.

Ello explica que el parlamento europeo no pueda decidir y controlar los acuerdos o desacuerdos que se han gestado y concretado en las cumbres de jefes de gobierno o de estado. Un parlamento que representa la legitimidad de los pueblos de Europa no puede controlar los pactos de los estados, a menos que se hayan acordado en las cumbres de los poderes estatales, como ocurre en temas de déficit y endeudamiento.

Así es como la Unión Europea está parada y más bien da la impresión de que va perdiendo aquel empuje y la utopía que la condujeron a ser un modelo nuevo de gobernanza de todo un continente. La idea de los fundadores, escarmentados por los desastres de las dos guerras mundiales, era poder llegar a construir un auténtico estado federal en el que las tradiciones, culturas, religiones y capacidades de todos fueran respetadas y valoradas por todos. El gran mito que ha parado este proyecto es el Estado nacionalista, arraigado en la historia e incapaz de evolucionar hacia un futuro global basado en el respeto, la democracia, la libertad y el bienestar de todos los ciudadanos.

Aquellas naciones sin estado que aspiran a coronar los procesos hacia un estado propio, si tienen como modelo los estados nacionales que hay en Europa, mejor que se planteen si vale la pena ir aumentando el número de estas fortalezas casi inexpugnables. Ellas deberían representar un nuevo modelo de estado abierto hacia una federación de estados fuerte y operativa.

Por otra parte muchas de las críticas que se hacen a estos nacionalismos recuerdan las palabras de Jesús sobre los fariseos que querían sacar una pequeña mota del ojo de otros y no veían la viga en sus propios ojos. El modelo actual de estados nacionales ha caducado para dar paso al estado federal de los pueblos organizados en estados europeos renovados y sometidos a un verdadero control democrático por parte de la Unión Europea.

Unión Europea

Imagen extraída de: Pixabay

¿TE GUSTA LO QUE HAS LEÍDO?
Para continuar haciendo posible nuestra labor de reflexión, necesitamos tu apoyo.
Con tan solo 1,5 € al mes haces posible este espacio.

Amarillo esperanza
Anuario 2023

Después de la muy buena acogida del año anterior, vuelve el anuario de Cristianisme i Justícia.

Foto del avatar
Jesuita. Profesor de Teología Espiritual en el ISCREB. Director Espiritual del seminario interdiocesano. Miembro de Cristianisme i Justícia y del equipo de pastoral del Casal Loiola de Barcelona. Autor de artículos y publicaciones sobre la dimensión social de la espiritualidad y temas educativos.
Artículo anteriorCambio climático: nos estamos jugando la vida
Artículo siguienteMusulmanes y cristianos se unen para pedir puentes, no muros

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingresa tu comentario!
Please enter your name here