[Dos días después de la elección, el equipo de comunicación de la Congregación
General se encontró con el Padre Arturo Sosa, SJ para conversar sobre su vida y su
pensamiento.
Este post solo recoge algunos fragmentos de dicha conversación. Para leer la entrevista completa, haced click aquí].
Equipo de comunicación de la Congregación General/Arturo Sosa. Como todos los electores llegué a la Congregación preguntándome quienes serían los mejores candidatos para el cargo de Padre General y, obviamente, yo no me tenía en esa lista. El primer día de las murmuraciones fue empezar a averiguar sobre los que yo creía que eran los candidatos, el segundo día empecé a escuchar que me preguntaban a mí, o que habían preguntado por mí, el tercer día comencé a preocuparme pues ya era mucho más directo y el cuarto más todavía. En los tres días últimos hablé con 60 personas, y muchos ya preguntaban por mi salud. Así que empecé a hacerme a la idea, aunque rogando que los compañeros se tomaran en serio lo que dice San Ignacio sobre ir a la elección sin la decisión cerrada. El día de la elección, al ver las votaciones, me fui haciendo a la idea, con una profunda intuición de que aquí me tengo que fiar del juicio de los hermanos, pues del mío no me fío. Si ellos me eligieron ha sido por algo, y trataré de responder lo mejor que pueda.
En esta elección yo creo que se valora la experiencia de trabajo local e internacional, y no dudo que los últimos años en Roma tienen que ver con ello. Pero principalmente entiendo que soy uno de tantos jesuitas de la Compañía Latinoamericana que ha intentado poner en práctica lo que las Congregaciones han dicho en los últimos 40 años. Yo lo entiendo como una confirmación de la dirección que comenzó la Compañía en tiempo de Arrupe. Entiendo esta elección como una confirmación de que hay que seguir por aquí. Pero yo, personalmente, soy como muchos jesuitas de mi generación.
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Mirando al futuro
La gente me pregunta ¿cómo está? y siempre respondo que estoy tranquilo. Estoy convencido que no hay Compañía si no es «de Jesús». Y esto tiene dos vertientes: no habrá Compañía si no hay una unión íntima con el Señor, y por otro lado si verdaderamente es de él, confiamos que nos ayude a cuidar de ella. Creo que esa centralidad es una de nuestras claves: si la persona de Jesucristo no está delante de nosotros, dentro de nosotros y con nosotros todos los días, la Compañía no tiene razón de ser.
Una consecuencia de esta intuición es la certeza de que se trata de «su» misión, la misión que compartimos nosotros es la de Jesús, junto con todos los demás que comparten dicha llamada. Por eso hay dos temas que me parecen fundamentales, y que abordé en la homilía de la Eucaristía de acción de gracias: la colaboración y la interculturalidad.
El énfasis en la colaboración no es una consecuencia de que no podemos solos, es que no queremos. La Compañía de Jesús no tiene sentido sin la colaboración con otros. Ahí estamos llamados a una enorme conversión, pues en muchas partes aún vivimos la nostalgia de cuando hacíamos todo, y no nos queda más remedio que compartir la misión. Creo profundamente que es exactamente lo contrario, nuestra vida está en que podamos colaborar con otros.
El otro es el de la multiculturalidad/interculturalidad, pues es lo propio del Evangelio. El Evangelio es una llamada a la conversión de todas las culturas para afianzarlas como culturas y llevarlas a Dios. El verdadero rostro de Dios es multicolor, multicultural y multivariado. Dios no es un Dios homogéneo. Todo lo contrario. La creación nos está mostrando por todas partes la diversidad, cómo se complementan unas cosas con las otras. Si la Compañía logra ser imagen de esto estará siendo ella misma expresión de ese rostro de Dios.
Creo que tras el Concilio la Compañía ha logrado esta variedad cultural. Hemos logrado enraizarnos en todas partes del mundo y de ahí surgen vocaciones tan auténticas unas como otras. Puedes encontrar jesuitas, verdaderos jesuitas, en cualquier lado, de cualquier color, en cualquier actividad. Creo que hay ahí un signo de la Iglesia para el mundo. En nuestra diversidad nos une la vinculación con Jesús y el Evangelio y de ahí surge la creatividad de la Compañía y la gente con la que compartimos misión. Es increíble cómo son capaces darle el propio toque al mismo mensaje que es el mensaje para todos.
Conclusión
Tengo una gran esperanza en que esta congregación ayude a la Compañía y al recién electo General a tener claro hacia dónde hemos de caminar y cómo. La Compañía no tiene muchas dudas de cuál es su misión, pues lo que formuló la CG 32 y reformularon las siguientes ya se ha hecho sangre en nuestra gente. Podemos decir que ya sabemos lo que podemos ofrecerle a la Iglesia. El gran desafío de la Compañía de Jesús es ahora cómo nos organizamos para ser eficaces en esa misión. Por eso introduje el otro tema de la profundidad intelectual, porque no es una cuestión de copiar modelos, sino de crear. Crear significa entender. La creación es un proceso intelectual muy arduo. Entender lo que está pasando en el mundo de hoy, en la Iglesia de hoy, poder entender la fe… es lo que nos puede dar las claves para focalizar la misión sobre la que ya hemos encontrado un gran consenso y encontrar los modos más eficaces de hacerlo.
Mi impresión es que la Compañía está muy viva y que hay muchos procesos en marcha. Hay que focalizar lo que hacemos, hemos de abonar, sabiendo que podemos plantar, pero no sabemos cómo crecerán nuestras semillas. Eso lo sabe Dios. Él es el que labora, la clave es ayudar, no estorbar. Nuestra pasión está fundada en la certeza de que acompañamos a la gente con la garantía de que Dios está con nosotros, precediéndonos.