Josep M. Rambla Blanch. Este mes de octubre se reúne la Congregación General (CG) de la Compañía de Jesús con una doble finalidad: aceptar la renuncia del actual Superior General, Adolfo Nicolás, y elegir a su sucesor, así como elaborar las líneas de acción de la orden para los próximos años.
Hace ya cuarenta años, en la Congregación General 32, la Compañía definió que ser jesuita es comprometerse en el servicio de la fe y la promoción de la justicia que esta misma fe implica. Las siguientes Congregaciones Generales (CCGG) fueron confirmando y desarrollando esta definición de la vida y acción de los jesuitas.
Congregación General 32 (1974-75): Integración de fe y justicia como punto focal
La CG 32 hizo cristalizar una evolución de la Compañía que venía ya de los inicios del siglo XX. En 1948 el Superior General, Joan B. Jansens, daba una instrucción a toda la Compañía estimulando el compromiso social. Este impulso se hizo más fuerte a raíz del Vaticano II: el P. Pedro Arrupe, en diversas circunstancias y en diferentes países, repetía la llamada al compromiso social de los jesuitas, los jesuitas obreros se extendían por diferentes países de Europa y de América Latina, crecía el compromiso social y político de algunos jesuitas, se producía una adhesión significativa de algunos a la Teología de la Liberación, etc. Cuando se reunió la CG 32, se vivía una notable sensibilidad social y un deseo de profundizar en la dimensión social del carisma ignaciano.
Las largas y duras tareas de esta CG llegaron a la definición del carisma del jesuita: comprometerse en el servicio de la fe y la promoción de la justicia que esta fe implica. La definición, expuesta y ampliada en los documentos de dicha CG, tiene la originalidad no sólo de destacar la importancia capital del compromiso social, sino de precisar la unión indisoluble del servicio a la fe y el compromiso por la justicia. Por tanto, el compromiso por la justicia no es simplemente un sector del trabajo de los jesuitas, los que se dedican a actividades consideradas sociales, sino que debe informar todo lo que los jesuitas viven y hacen: las personas, las comunidades, las actividades y las instituciones. Esta concepción del carisma jesuítico indica un modo particular de entender la fe y también la justicia. Jesús, que da la identidad a la Compañía, ilumina con su vida y su acción la manera de entender la relación con Dios, pero también la justicia, no rebajándola, sino dándole profundidad e inspiración.
Esta misma CG 32, en los amplios documentos promulgados, muestra como la justicia no se refiere solamente a aspectos económicos, sino también culturales, y que se ha de practicar en comunión con otras personas creyentes y otras religiones en la búsqueda de una humanidad más fraterna.
Congregación General 33 (1983): La opción por los pobres
La finalidad principal de la CG 33 era aceptar la renuncia del P. Arrupe como Superior General y elegir a su sucesor, y también retomar la marcha de la Compañía con el gobierno ya ordinario, después de dos años de excepción bajo el gobierno de un Delegado del papa Juan Pablo II. Aceptada la renuncia del P. Arrupe y elegido P. H. Kolvenbach como su sucesor, la tarea más importante, y casi única, era la de señalar el norte de la Compañía una vez superada la crisis institucional mencionada.
Quizá la aportación más valiosa de esta CG en relación al compromiso por la justicia, fue confirmar, rotundamente y sin ningún tipo de ambigüedad, la línea de la CG 32, hasta el punto de afirmar que el servicio de la fe y la promoción de la justicia expresa perfectamente el carisma de la Compañía de Jesús y debe ser lo que oriente en el futuro la misión de la Compañía. Además, introdujo por primera vez, con una notable intervención de Ignacio Ellacuría en el debate previo, «la opción preferencial por los pobres». Esta expresión destacaba aún más la dimensión personal y evangélica del compromiso por la justicia. Al cabo de 6 años Ellacuría, con cinco compañeros y dos mujeres colaboradoras, pagarían el precio ya anunciado por esta opción.
Congregación General 34 (1995): Justicia, cultura y diálogo interreligioso
Esta CG tuvo una tarea de gran peso: revisar el Derecho de la Compañía de Jesús y hacer una nueva reflexión sobre su apostolado. En cuanto a la opción fundamental fe-justicia, bien consciente del carácter progresivo e históricamente evolutivo de la justicia, consiguió elaborar un planteamiento muy rico, desplegando la intuición inicial de la CG 32 de que la justicia debía concretarse en la inculturación y en el diálogo interreligioso. A su vez, esta CG ensanchaba notablemente el campo donde se concreta la lucha por la justicia: la defensa de los derechos humanos; el trabajo por la paz, la superación de las discriminaciones por razón de raza, sexo o religión; la pobreza y el hambre en aumento en el mundo; la marginación de África; los pueblos indígenas; los refugiados; los excluidos (parados de larga duración, niños de la calle, ancianos etc.). Y, al hacer la revisión del Derecho de la Compañía y actualizar algunos de sus puntos ya obsoletos, elaboró una amplia serie de complementos a las Constituciones jesuíticas, incorporando a la opción por la justicia las dimensiones cultura y diálogo interreligioso. Eso sí, dejando bien claro que la fe-justicia es el factor integrador que debe dar forma a todo en la Compañía: el apostolado, las instituciones, así como la vida de los jesuitas y las comunidades.
Congregación General 35 (2008): reconciliación y nuevas fronteras
Esta CG constata que los cambios del mundo y la gran complejidad de la sociedad van abriendo nuevos aspectos en la comprensión y actualización de la justicia, pero no modifican el sentido hondo de la opción por la fe-justicia, que se encuentra «en el corazón de nuestra misión». Por eso la Congregación, después de aceptar la renuncia al cargo de General del P. Kolvenbach y de elegir a su sucesor, Adolfo Nicolás, proyectó la opción fe-justicia hacia nuevos campos y compromisos. El mundo globalizado obliga a tener una visión más unificada, con conciencia de la interdependencia de los unos y los otros. Este mundo, sin embargo, es un mundo dividido y conflictivo, donde la propia naturaleza sufre las repercusiones, por eso la reconciliación emergió como una de las manifestaciones del compromiso por la justicia: ayudar a la reconciliación con Dios, con la humanidad y con el cosmos. La ecología toma ahora un nuevo relieve en el compromiso por la justicia. Además, las nuevas fronteras de la increencia y de la injusticia se convierten en norte de las opciones para la justicia: «llegar a lugares físicos y espirituales donde otros no llegan o lo encuentran difícil».
Seguir, pues, las huellas de las CCGG precedentes exigirá a los jesuitas reunidos en la actual CG 36 lo que el papa Benedicto XVI pedía a los jesuitas de la CG 35: valentía e inteligencia, fe y pasión. ¡Que no les falten, pues!
Imagen extraída de: Curia Jesuita