Tere Iribarren. «Dos hermanos pequeños de seis y cuatro años mueren en el fuego de un piso del Besós de Barcelona.
El menor de los hermanos, de dos años, está ingresado en el hospital de la Vall d’Ebron. Su estado es crítico. Los tres pequeños estaban solos en casa, como otras tantas veces, según reconocieron apenados los vecinos desalojados del inmueble. En el barrio se han vivido escenas de dolor, consternación y rabia.
La policía científica de los Mossos d’Esquadra se hará cargo de la investigación para determinar las causas del inicio del incendio. Pero puede ser cualquier cosa. Un cortocircuito de algún electrodoméstico, una subida de tensión no controlada, porque la familia estaban enganchada ilegalmente a la luz.
Frente a la vivienda, hay un parque infantil en el que habitualmente jugaban los pequeños, que durante todo el día han sido recordados y llorados por sus vecinos. Estos días estaban de vacaciones y era habitual verles desnudos corretear por el parque o en la pequeña calle Rodes en la que vivían desde hacía cuatro años. Los padres ocuparon la casa ilegalmente, propiedad de un banco después de que el propietario la perdiera por impago» (La Vanguardia, 12 de julio de 2016).
Una noticia que para los que vivimos en el barrio tiene cara de dolor y rabia. Tiene también rostro de solidaridad y ayuda, sabor de barrio, color gris en medio de una tarde de sol y calor.
La oración convocada por la comunidad de Sant Egidi reunía a gente que conoce a la familia, que sabe de pobreza y de desalojo, que acoge el dolor y lo comparte. Vecinos de otros pisos aún descolocados oían las oración que juntos hicimos.
Mn. Salvador Torres, el párroco del barrio recuerda la celebración:
«Hicimos la primera plegaria, llena de atrevimiento: Concede, Señor, felicidad eterna a los que han tenido breves años de vida en la tierra.
La segunda plegaria aún fue más audaz: Que nuestra ciudad de Barcelona, sea capaz de afrontar unos retos que abruman el día a día de nuestro barrio del Besós: pisos deplorables degradados por la aluminosis, instalaciones eléctricas o de gas incontroladas, cultivo y tráfico de estupefacientes en algunos pisos, falta de alojamiento digno, mayoría de jóvenes y adultos sin trabajo, niños mal alimentados que subsisten por debajo del umbral de la pobreza…
Y pedimos a la administración que no demore respuestas urgentes, que las ayudas especiales del Plan de Barrios “Besòs-Maresme” lleguen cuanto antes. Unos niños fallecidos en el umbral de la vida, claman por un futuro más humano y más digno para todos, donde pueda brillar el arco iris de la fraternidad».
Nos despidieron los columpios vacíos que como cada tarde esperaban a Gonzalo y a Carmen, las casas con humo y con colores grises, la tristeza honda de los que las habitaban iluminada por unas velas como signo de pequeñas esperanzas.
El barrio del Besós, la calle Rodes y otras muchas que sufren el mismo deterioro, claman por mayor atención y cuidado.