Voces. Xavier Merino. [Diari de Girona] Cuando ACAT y Justícia i Pau preparábamos el acto para el Día Internacional de Apoyo a las Víctimas de la Tortura, instituido por la ONU, que se celebra el 26 de junio, pensamos que quizás habría que reflexionar para ampliar el campo de hechos que entendemos normalmente como tortura.
La Convención de la ONU contra la tortura, aprobada el 10 de diciembre de 1984, ratificada por el Estado español y aplicada en España a partir de octubre de 1987, define así la tortura: «Se entenderá por tortura todo acto por el que se inflijan intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos graves, físicos o mentales, con el fin de obtener información o una confesión (…), cuando estos dolores sean infligidos por un funcionario público u otra persona en el ejercicio de funciones públicas (…)».
El diccionario filosófico de Comte-Sponville dice que «tortura es imponer a alguien, deliberadamente, un sufrimiento extremo, en ocasiones por pura crueldad (…)». Definición que permite ampliar el campo de acciones o situaciones calificables como tortura.
El artículo 3 de la Declaración Universal de Derechos Humanos proclama que «Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y la seguridad de la persona». El artículo 5 refuerza la anterior: «Ninguna persona será sometida a tortura ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes».
Ante esto nos parece razonable considerar tortura una serie de hechos habituales en la sociedad violenta en que vivimos, que más que por los poderes políticos de los estados, parece regida por el dictado del gran capital, que vela para favorecer sus intereses.
Entre los hechos que más destacan actualmente se encuentran:
– Rechazo de aquellas personas que huyendo de guerras o conflictos buscan refugio en los países del este de Europa y que son expulsadas a Turquía, recluidas en campos o devueltas a los países de origen.
– Contención violenta de la inmigración africana, de la que tenemos un ejemplo en las vallas de Ceuta y Melilla, o en la imputación de 16 guardias civiles por los hechos de Tarajal. Hay que remarcar que unas 12.700 personas han muerto desde el 2010 al querer alcanzar las costas de Europa.
– Hace pocos días, los medios de comunicación nos decían que en el mundo hay unos cuarenta y nueve millones de esclavos, un 24% más que en 2014.
– La evolución económica de los últimos años ha propiciado que más de un 20% de la población viva por debajo del umbral de pobreza. Vivir en la pobreza extrema, con niños desnutridos y, tantas veces, sin luz ni medios de calefacción, ¿no se puede considerar una situación de tortura?
– Muchas personas viven en la calle, algunas con techo para pasar la noche, aunque sea en condiciones inseguras o nada higiénicas, y otras sin un lugar fijo donde refugiarse.
– Muchas más hace años que no tienen trabajo y han agotado las posibilidades de obtener subsidios y ayudas para poder vivir con un mínimo de dignidad.
– Las víctimas de violencia doméstica, las personas mayores que viven solas y de las que nadie se acuerda…
Imagen extraída de: Amnistía Internacional