Josetxo Ordóñez Echeverría. El 15 de junio es la fecha elegida desde 2012 para recordarnos la existencia de los Centros de Internamiento para Extranjeros y la necesidad de su crítica. Este año, además, el día contra el internamiento y los CIE coincide con la reapertura anunciada por la policía el 16 de junio del centro en Barcelona-Zona Franca, que llevaba cerrado desde hacía 8 meses. Sin olvidar que cada 20 de junio la ONU invita a conmemorar el Día Mundial de los Refugiados. En qué estaría pensando el Ministerio del Interior para elegir el 16 de junio… Así que esta reapertura tan oportuna pudiera parecer una cruel bofetada al movimiento social y político que cuestiona la existencia de los CIE y, por ello, las actuales políticas migratorias, y es posible que muchas personas analicen así las cosas.
Para mí, es un síntoma más de la enfermedad de la torre de marfil en que están instalados nuestros gobiernos. Ocho meses después, nuestros gobernantes no han escuchado nada de lo que les hemos dicho.
Sin ser exhaustivo, algunas efemérides. En julio pasado, el Parlament de Catalunya aprobaba una moción instando el cierre progresivo de los CIE. En octubre pasado, escribí invitando al gobierno a deconstruir el CIE y usarlo como centro abierto de acogida primaria de los 16.000 refugiados que había de recibir España según el “plan de cuotas”. En noviembre, el pleno del ayuntamiento de Barcelona reiteró la moción parlamentaria por mantener cerrado definitivamente el CIE de la ciudad y por el cierre de todos los otros CIE. En diciembre, también escribí sobre la alarma que nos producía a muchos juristas el hecho de que no solo no llegaban los refugiados sino que el subrayado de la política europea se estaba haciendo en la expulsión de refugiados más que en su acogida y reubicación. En enero, un juicio popular de un millar de ciudadanos, celebrado a las puertas del CIE de Barcelona-Zona Franca, declaraba culpable a este establecimiento de graves y reiteradas vulneraciones de derechos humanos y lo condenó a su desaparición. Ese mismo mes, la segunda vigilia de oración propuesta por Migra Studium “clamaba al cielo” para que el CIE no reabriera. En febrero, asistimos a la publicación del acuerdo UE-Turquía que legaliza las expulsiones de personas a Turquía (“país seguro”) desde cualquier país de la UE y no ya solamente desde Grecia. En mayo, abogados europeos de cinco países constatábamos in situ el bloqueo deliberado a las solicitudes de asilo en Grecia.
A diferencia de los gobernantes en la torre de marfil, nosotros hemos seguido escuchando la realidad, mal que bien. Hemos visto y oído. Hemos comprendido unas pocas cosas más. Los ocho meses de barbecho del CIE para nosotros no han sido improductivos. Nos hemos hecho mayores y hemos cambiado: la geografía ha ayudado a nuestra biografía: Atenas, Alepo, Melilla, Nador, Idomeni, Lampedusa, Beirut, Ceuta, Mosul, Libia, Turquía, Lesbos, Barcelona, Sudán del Sur, Damasco… Hemos madurado más. No somos los mismos de 2012, cuando el primer 15J contra los CIE y por la dignidad y libertad de las personas migrantes. No somos los mismos de octubre de 2015.
Y es que, año tras año, el internamiento de extranjeros en España desciende inmisericorde:
Año |
Internados |
2009 |
26.032 |
2010 |
16.590 |
2011 |
11.456 |
2012 |
11.325 |
2013 |
9.002 |
2014 |
7.340 |
Aun queda mucho para lograr que los números de la privación de libertad de extranjeros la conviertan en una práctica irrelevante y para que los CIE sean dispositivos inservibles. Y queda mucho para erradicar las prácticas que abusan de la privación de libertad. Sin embargo, es un hecho que hay menos personas víctimas del internamiento ahora que hace unos pocos años y esto se debe, en parte, a todos nosotros.
Sabemos que el internamiento desciende, aunque la expulsión, no. En 2013, de todas las expulsiones ejecutadas en España -11.188-, solamente 4.726 -4 de cada 10- lo fueron desde los CIE. Las expulsiones desde comisaría, sin paso por CIE, han venido a nosotros con voluntad de permanecer. Igual que las devoluciones en caliente, especie de expulsiones sumarias ad hoc.
Un fruto de nuestra madurez es criticar y cuestionar no ya solamente el internamiento en CIE, sino la propia medida de la que los CIE toman parte de su pretendida legitimidad: la expulsión.
La generalización de la expulsión en la política europea, ya evidente en la Agenda Europea de la Migración de mayo de 2015 y más aún tras la firma del Acuerdo UE-Turquía, es una oportunidad de plantearnos como reto este cuestionamiento crítico: cuál es la legitimidad, la idoneidad y la proporcionalidad de la expulsión para dar respuesta a la inmigración de personas.
Lo más probable es que, en nuestra madurez tras el barbecho del CIE, desde la torre de marfil sigamos recibiendo un arrogante silencio (y alguna bofetada). O no. Quizá las elecciones del día 26 ayuden a dar pasos hacia ese “no”.
Mientras tanto, el 15J sigue siendo el día contra los CIE y por la dignidad y libertad. La manifestación el día 14 en el centro de Barcelona sirve para recordarnos que el camino es todavía largo, pero su final está seguramente más cerca.
Imagen extraída de: Close the camps