Héctor L. Palacios. «Si alguien sabe dónde puedo conseguir este medicamento, les agradecería muchísimo», publica un venezolano. El tema principal de conversación es dónde conseguir bienes básicos, y el vértigo que producen los precios al subir. Mi amigo Luis me cuenta de un niño a su lado que se desmayó por no desayunar, mi madre me cuenta de otro que repite convulsiones por falta de medicinas, mi amiga Naky comenta del vigilante que le pidió comprarle algo para desayunar, y como en casa el vigilante y su mujer habían acordado tácitamente comer menos, por los niños. Mi madre baja a hacer cola en el supermercado, el día de la semana en que le toca el turno de poder comprar alimentos a precios regulados. «Hoy no llegó nada», me dijo. Otro día me contó de la reacción de la gente en un mercado popular al ver a una familia con muchos niños, todos revisando la basura, rescatando verduras semipodridas. Venezuela es un gato en llamas. Es difícil precisar el color, qué parte del cuerpo arde. Va corriendo, gritando.
Hay que decirlo claramente: es una crisis humanitaria en cuanto a la capacidad de acceso a alimentos, medicinas, e insumos médicos por parte del grueso de la población. No se trata de anécdotas y casos aislados. En la presentación de PROVEA de su informe 2015 sobre Derechos Humanos, un médico contaba un terrible relato que hablaba de un adolescente y una amputación innecesaria. De hecho, 10 médicos iniciaron una huelga de hambre, que concluyó 130 horas después. Reclamaban insumos para poder atender a los pacientes, que se les mueren en las manos en situaciones de rutina. Siguen exigiendo al gobierno que acepte ayuda humanitaria. Mientras tanto, 6 de cada 10 venezolanos hacen entre 6 y 8 horas de colas para comprar comida. Venezuela es por tercer año consecutivo el país con mayor inflación del mundo: 104% en 2015. El gobierno estima 900% para 2016. El informe denuncia niveles de pobreza y de pobreza crítica iguales o peores a antes de la era Chávez: «Los resultados de la gestión de Maduro… son peores que los aplicados en los años 90 con el neoliberalismo».
El gobierno dice que se trata de una «guerra económica», que quieren acabar con la revolución bolivariana. Lo cierto es que los gobiernos de Chávez y Maduro son los principales responsables. ¿Cómo es que tras tanta riqueza petrolera y electoral, el país haya llegado a esta situación?
En suma, la corrupción y las políticas destruyeron la economía. Va un sólo ejemplo. Según un informe interno, PDVal –el programa de alimentos de la petrolera estatal– pagó 2300 millones de dólares en 2008 por 1,05 millones de toneladas de alimentos, pero sólo 266 mil llegaron al país, y apenas 143 mil se distribuyeron a los venezolanos, tan sólo el 14% de lo pagado. En total se perdió el equivalente al consumo anual de 910 mil personas. PudreVal es como se conoce el escándalo de los alimentos podridos en contenedores: carne, frijoles negros y leche, desde Brasil y Argentina.
Gracias a los controles, importar se convirtió en un negocio mucho más rentable que vender lo importado. Así, la importación no obedecía a las necesidades, causando escasez esporádica. Poderosos ricos emergieron de golpe, como volcanes nuevos. Los ricos de verdad seguían haciendo mucho dinero. Producir era para oligarcas. Muchas empresas se expropiaron, y luego quebraron en manos del gobierno, como el mismo chavismo ha reconocido. La abundancia de dinero desató la fiebre por la ganancia rápida. El fuego de la inflación alimentó la especulación. Frente a la crisis, aumentaban inútilmente los controles. Por ejemplo, transportar alimentos requiere notificar formalmente al gobierno. Al final, se destruyó la producción nacional, se gastaron todos los ahorros, y después bajó el precio del petróleo. Venezuela quedó arruinada y endeudada.
Hay intereses económicos y políticos, pero el gobierno es sobre todo víctima de sí mismo: Venezuela es un país soberano, con capacidad de tener sus propios malos gobiernos. Ni los EEUU, ni los otros países ricos, ni los líderes opositores pasados y presentes, han ejercido presión suficiente para provocar este desenlace. El chavismo fue omnipotente. No se trata de errores menores, ni de contradicciones fruto del cambio. Es un crimen.
El gobierno usa al Tribunal Supremo de Justicia como un francotirador, declarando la inconstitucionalidad de las acciones de la Asamblea Nacional (AN), que ahora no puede, por ejemplo, interpelar ministros ni plantear votos de censura. No puede ni legislar en lo más crítico, ni controlar al ejecutivo. Todo esto porque la oposición obtuvo mayoría parlamentaria, hace apenas cinco meses, y mediante el 65% de los votos. El mal no tiene derechos.
Así, los venezolanos están sin instituciones a las cuales acudir. Se impone una profunda anomia social. Algunos toman la ley por sus propias manos. Tengo grabado en la memoria el grito de un joven a quien capturaron in fraganti robando en un transporte público. Lo quemaron vivo. Pocos días después, un señor mayor que se había caído y un chef, que iba a trabajar, quiso ayudarle. Alguien pensó que lo estaba robando, y también lo quemaron.
En este contexto, el Foro por la Vida ha denunciado que la reciente declaración de Estado de Excepción hecha por el gobierno de Maduro supone la ruptura del orden constitucional. Se ha aprobado sin contar con la autorización requerida por parte de la AN. Señalan que el decreto implica la usurpación de poderes, legaliza la seguridad nacional por encima del derecho a reunión, expresión, manifestación, señalando a los que se oponen al gobierno como «enemigo interno». También da funciones de control del orden público a organizaciones partidistas, que formaron parte de los recientes ejercicios militares, los más grandes de la historia venezolana. El Foro por la Vida es la más antigua y seria agrupación de organizaciones de derechos humanos, que incluye a PROVEA, oficinas de Derechos Humanos o Caritas de la iglesia de Caracas, Amazonas, de las Religiosos y Religiosas, el Servicio Jesuita a los Refugiados (SJR), y a Cofavic, el comité de defensores de las víctimas del Caracazo.
Frente a esta situación, es necesario evitar la parálisis ideológica y ocuparse de las víctimas. Hay que evitar quedarse en el análisis geopolítico, en los cálculos de a quién conviene la crisis, quién sacará dividendos. De lo contrario somos el levita que, fiel a la ley de las ideologías, pasa de largo frente al hombre golpeado y tirado en una cuneta de la historia.
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Conscientes de que la situación sociopolítica en Venezuela genera discrepancias a la par que interés, además de este artículo de Héctor L. Palacios, mañana publicaremos otro texto que nos llega de las Hermanas del Sagrado Corazón de Venezuela.
Imagen extraída de: Contrapunto
Nunca viene mal tener «religiosamente» una 2ª opinión. Esto no justificada nada, pero pone las cosas en su sitio: hay tonalidades de grises en un lado y otro…
http://ctxt.es/es/20160601/Politica/6388/Venezuela-Hermanas-del-Sagrado-Coraz%C3%B3n-escasez-de-alimentos.htm
És increïble que Cristianisme i Justícia publiqui un escrit tan desorientador, que assenyala la situació que es viu a Venezuela sense que quedin en evidència els autèntics culpables d’aquesta situació, que per cert no és la revolució bolivariana. Per sort m’he format opinió llegint Redes Cristianas, que, de fa temps, fa un seguiment de la situació d’aquest país i publica molts bons escrits. El que diu Chomsky és molt diferent. De l’escrit en qüestió, només estic d’acord amb l’últim paràgraf.
I ara, a l’article de demà, l’opinió de les germanes, molt lúcida i real. A què juguem? a orientar o a desorientar?
Aja Feli Blanch, ya que estas de acuerdo con el último párrafo, que a la final es lo más urgente, ¿qué vas a hacer? ¿vas a ayudar a recolectar medicinas, alimentos?, ¿vas a pedir a los de «Redes Cristianas» a que influyan con sus camaradas en Venezuela para que permitan que la Iglesia por medio de Caritas (o la Cruz Roja) envíe donaciones de medicinas? Con gusto acá las recibiremos, una simple caja de paracetamol puede ayudar a salvar más de una vida o a palear los síntomas del Zika.
Poder resumir en tan poco espacio la situación del país es un logro. Y lo digo, como venezolana, viviendo en Venezuela. El comentario de Feli Blanch me recuerda un ejercicio de antropología visual de BERGER, John, y MOHR, Jean:
El investigador (Mohr) entrega una fotografía a diferentes personas para escuchar sus opiniones:
La fotografía es de un grupo de hombres sentados esperando por una vasectomía.
La interpretación que una mujer le da es la siguiente:
“¿En qué cree esta gente? Asusta la manera en que miran. A uno le gustaría ofrecerles algo. Comida no –no es lo que están pidiendo-. Están esperando y están preocupados. Y ¿qué nos harán si les decepcionamos? Está ahí, en ese momento, una fuerza incontrolada, positiva o negativa” (Berger, J. y Mohr; 2008:53)
Algunas personas fueron capaces de describir lo que veían (muchos hombres sentados, por ejemplo), otras necesitaron recurrir a su cajita de herramientas ideológica y dieron respuestas como las tensiones y el poder. En este momento Venezuela, si fuera esa fotografía, pide a gritos que se difunda lo que se ve, lo que ocurre, que vean la necesidad, que se denuncie lo que le ocurre a las víctimas (porque una imagen del país ahorita mismo dice mucho), y que nos ayuden. No que nos interpreten… para eso estamos nosotros.
Sin comentar el eurocentrismo con el que está cargado un comentario que ni siquiera da lugar a la sospecha o a la duda, porque a final de cuentas las Redes Cristianas Españolas saben mucho más que nosotros los dolientes, venezolanos. Considerando que buena parte del chavismo ya está activamente haciendo las mismas denuncias que el autor de este artículo.
Pero, si necesitan escucharlo de los propios chavistas, aquí va:
véase https://www.youtube.com/watch?v=7pIQ3epefI8).
Por si no lo sabe (o por si no me cree):
Pérez Pirela @maperezpirela
Dr en Filosofía Política. Escritor y Comunicador venezolano. Creador de http://www.LaIguana.TV y de Cayendo y Corriendo por VTV. Conduce Infraganti por Telesur
Vanessa Davies @VanessaDaviesD
Reconocida periodista venezolana que ha apoyado la Revolución Bolivariana
Anterior Directora del Correo del Orinoco
Referencia:
BERGER John, MOHR Jean. Otra manera de contar. Barcelona: Gustavo Gili, 2008. [Another way of telling. London: Penguin Books Ltd, 1982].
Jesús, de hecho esa segunda opinión es la que publicaremos hoy en el blog tal y como anunciamos ayer al final del artículo.
Feli, tal com vam dir també ahir, som conscients que el tema de la situació a Veneçuela és controvertit. No tenim cap intenció de confondre ni desorientar. Simplement ens han arribat aquestes dues publicacions, ambdues de persones que coneixen la realitat de primera mà; dos textos que en algunes parts del diagnòstic coincideixen, però que també difereixen en molts aspectes causals, és cert, però precisament, per això, i des de la llunyania, em pensat que era bo posar els dos prismes en diàleg perquè l’anàlisi de la realitat no es pot dur a terme des de certeses absolutes, sinó parant atenció a totes les gammes de grisos. Gràcies sempre per la teva fidelitat al blog.
Ok. Disculpa.
Un abrazo!
Jesús
En primer lugar, y en eso coincidimos las hermanas y yo, la gente está sufriendo. Lo importante son las víctimas. Por eso, cuando le preguntaron a Jesús por un paralítico de nacimiento, no se paró a responder si pecó el paralítico o sus padres. Lo curó. Las organizaciones de derechos humanos tienen los casos frente a sus ojos y exigen autorización -necesaria- al gobierno para recibir medicamentos. Es muy claro.
Volviendo al paralítico: justamente uno no se de cuenta cuando está haciendo una pregunta incorrecta. En el caso de los que presentaron al paralítico era «¿quién peco?». En este caso es, «¿de quién es la culpa?». Peor aún es cuando damos por sentadas las respuestas. Pero es difícil. La escucha es un don, indomesticable.
En este caso concreto, creo que hay donde escuchar. Creo que la referencia más fuerte en el texto es la del Foro por la Vida. Esas organizaciones estuvieron con las víctimas cuando el Caracazo, en el 89. Señalaron como bajó la pobreza y mejoraron las condiciones en los años de vacas gordas del chavismo. También señalaron como aspectos de la democracia se debilitaban. Ahora hablan de ruptura del orden constitucional. No es poca cosa. No hablan a la ligera.
En el Foro por la Vida participan, por ejemplo, la conferencia de religiosos y religiosas, que me consta directamente son muy afines a las líneas de este blog. Participa el Servicio Jesuita a los Refugiados. Ojo que no estoy hablando del Servicio Jesuita a los MBA, de quienes se podría trivialmente querer sospechar.
Lo primero son las víctimas. El gobierno venezolano debe permitir por los menos que las organizaciones trabajen. Es gente concreta que se juega directamente el pellejo. (Al médico que amputó arriba, el chico amputado le buscaba luego para matarle).
Lo segundo, es que los diagnósticos hay que hacerlos sin fundamentalismos, sin prejuicios, escuchando. Escuchad al menos a estos hermanos que están allí, y que conocen no sólo las anécdotas -que conocen las hermanas citadas- sino que trabajan con seriedad para no dejarse llevar por las primeras impresiones.
Pongo aquí esa pedazo de canción de Pedro Guerra que viene «como anillo al dedo» en estos momentos de incertidumbre política y social aquí y allá. Ya sea de izquierdas o de derechas, religioso o cientificista-ilustrado: NO AL PENSAMIENTO ÚNICO!