Jordi López. El laborista Sadiq Khan ha sido elegido alcalde de Londres venciendo en las urnas al conservador Zac Goldsmith. Su victoria es, en algunos aspectos, un pequeño juego de contrastes. Lo más relevante, evidentemente, es el político. Khan y Goldsmith representan dos visiones políticas antagónicas y contrapuestas. Si para el nuevo alcalde lo importante es garantizar la igualdad de oportunidades para todos, para el político conservador este no es el problema fundamental a resolver. Khan defiende encarnizadamente la igualdad de oportunidades porque su experiencia vital es la prueba del éxito de las políticas sociales orientadas a garantizar la igualdad de oportunidades. Para Khan los problemas sociales están en el centro de sus preocupaciones; los intereses de Goldsmith son otros.
Khan es un abogado hijo de un emigrante paquistaní que es conductor de autobuses; Goldsmith es un multimillonario hijo de un notable banquero y heredero del negocio financiero familiar. Khan nació en una barrio popular y vivió en una vivienda social con sus padres y numerosos hermanos; Goldsmith, en una mansión propia de la gente adinerada. Khan estudió en un colegio público; Goldsmith, en la elitista escuela de Eton. Mientras Khan practicaba el boxeo como deporte; Goldsmith jugaba al selectivo críquet. Khan es musulmán ismaelita practicante, de mentalidad abierta, como se puede comprobar por su defensa del matrimonio homosexual; Goldsmith es judío no practicante. Khan trabajó como abogado defensor de los derechos humanos; Goldsmith dirigió una revista ecologista. Khan es un socialdemócrata de centro izquierda; Goldsmith es un liberal libertario. Khan es partidario de que Gran Bretaña siga en la Unión Europea; Goldsmith no.
Parece que estos contrastes han sido determinantes a la hora de la elección de Khan como alcalde de Londres. Las opciones contrapuestas se presentaban como un juego de estereotipos y de diferencias vitales. Parece que los electores han valorado más esto, que las propuestas políticas para que, más allá de las diferentes sensibilidades, ambos proponían cosas similares. Lo que ha sido determinante es que detrás de los dos candidatos se expresaban dos comprensiones de la vida y de la justicia totalmente contrapuestas. Los directores de campaña se han dedicado a acentuar los diferentes contrapuntos. Pero en la manera de hacerlo, también los contrastes han sido más que notables. Mientras Khan, no ha usado su condición de musulmán para atraer el voto religioso islámico, aunque no ha escondido que era de religión musulmana, ni ha reprochado a Goldsmith que era miembro de la clases privilegiada; Goldsmith, así como el propio primer ministro Cameron, han intentado magnificar la dimensión étnica y religiosa de Khan procurando relacionarlo con los islamistas extremistas.
El gran activo de Khan es su perfil personal. Los analistas dicen que esto es lo que le ha dado la victoria más que su fe musulmana. Su experiencia vital, su sensibilidad social y el tono de sus intervenciones le han dado la victoria. Muchas personas, con itinerarios personal similares al recorrido por Khan, se han sentido representados por éste. La vida de Khan ejemplificó uno de los lemas de su campaña: Londres es una ciudad de oportunidades. Khan se ha presentado a sí mismo como un modelo exitoso de la multiculturalidad de Londres: la identidad personal puede forjarse a partir de muchas identidades particulares. Durante la campaña Khan se ha mostrado como una persona de múltiples identidades: londinense, europeo, británico, inglés, musulmán, de origen asiático, de herencia paquistaní, un padre de familia y un amante esposo. Su perfil personal refleja las múltiples identidades que muestran muchas personas en las sociedades occidentales. Se acabó el tiempo en el que la nacionalidad comportaba una identidad estereotipada. Ahora no es así. Cada persona construye su propia identidad a partir de muchos referentes.
La elección de Khan como alcalde de Londres evidencia que se ha acabado el tiempo de la uniformidad de identidad nacional. Los londinenses, como no hace muchos años atrás lo hicieron los habitantes de Rotterdam, han elegido como alcalde a una persona que, entre sus múltiples referencias de identidad, profesan una fe que no es la mayoritaria de su sociedad. Y si todo esto no era lo suficientemente claro, la elección de la catedral protestante de Southwark, como lugar para tomar posesión del mandato de alcalde es un mensaje de respeto democrático a la diversidad religiosa. Uno de los valores básicos que Khan tendrá que consolidar para hacer real esta idea de que Londres es una ciudad llena de oportunidades sea cual sea el origen de los londinenses. Por ello, es de esperar que, en un futuro inmediato, la noticia no sea la religión de los candidatos sino el acierto de sus propuestas políticas en el campo de la justicia, la integración y la cohesión social.
Imagen extraída de: Wikipedia
La verdad no veo nada de malo que un musulmán acepte el cargo de alcalde de Londres. Mientras haga bien su trabajo y lleve a cabo su cargo. Un país tan primermundista y con tanto avance debería ser consciente de ellos y no discriminar sus capacidades por su religión.