Tere IribarrenSiempre me pareció falso
el nombre que nos han dado: emigrantes.
Porque emigración significa éxodo.
Y nosotros no hemos salido voluntariamente
eligiendo otro país.

Ni migramos a otro país
para establecernos en él.
Nosotros hemos huido.
Expulsados, desterrados.

Estamos inquietos junto a las fronteras,
esperando el día de la vuelta.
Con los ojos en la espalda.
Mirando hacia atrás.

No olvidamos nada,
a nada hemos renunciado.
No podemos perdonar…
llegan gritos a nuestros tiendas.
Somos como rumores que traspasan el océano.

Llevamos los zapatos rotos, el corazón  partido.
Cargamos con los niños a quienes nos cuesta mirar.

Levantamos los ojos y el corazón en grito de súplica
a este sociedad  injusta
que mancha nuestra tierra.

Ninguno de nosotros se quedará aquí.
La última palabra aún no ha sido dicha.
La tenéis vosotros.

enjambres_Baja

Imagen extraída de: Gráffica

¿TE GUSTA LO QUE HAS LEÍDO?
Para continuar haciendo posible nuestra labor de reflexión, necesitamos tu apoyo.
Con tan solo 1,5 € al mes haces posible este espacio.
Religiosa del Sagrado Corazón. Licenciada en teología. Coordinadora de los cursos y actos de Cristianismo y Justicia. Miembro del patronato de la Fundación Lluís Espinal – Cristianismo y Justicia.
Artículo anteriorTrata y explotación sexual: la víctima en el centro
Artículo siguienteNo tenemos sueños baratos

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingresa tu comentario!
Please enter your name here