Victor Codina. El 22 de marzo se cumplen 36 años de la muerte de Espinal.
La figura de Espinal es polifacética: poeta, artista, especialista en cine, radio y televisión, escritor, hombre comprometido con la política, luchador contra la dictadura, mártir de la democracia… Yo quisiera referirme a su dimensión más profunda, a su espiritualidad que es la raíz última y el sentido más profundo de su vida.
Nació en 1932 en el seno de una familia muy cristiana en St. Fruitós de Bages, pueblo vecino a la ciudad de Manresa, donde Ignacio de Loyola tuvo grandes experiencias místicas que se plasmaron en el libro de los Ejercicios Espirituales. En este clima nació en Lluís Espinal la vocación a la Compañía de Jesús a la que ingresó en 1949. Acabados sus estudios, fue ordenado sacerdote en 1962, el mismo año en que comenzaba en Roma el Concilio Vaticano II. Espinal vivió la primavera eclesial del concilio.
Como compañero de Espinal durante unos 20 años, soy testigo de su profunda experiencia humana y cristiana, de su espiritualidad, de su honradez y autenticidad, expresadas muchas veces en forma poética y artística. Esta experiencia espiritual y humana es la que se manifiesta en sus Oraciones a quemarropa que se han hecho populares y que seguramente escribió cuando estudiaba en Bérgamo medios de comunicación social.
Pero esta vivencia espiritual, que al comienzo fue más bien personalista, poco a poco se fue abriendo a la dimensión social, a la justicia, a la defensa de los derechos humanos, a la crítica de la dictadura, primero de la dictadura franquista en España y luego de la dictadura de Bánzer en Bolivia.
Hay fechas muy significativas en su vida. Espinal llega a Bolivia el mítico año 1968, cuando los obispos latinoamericanos reunidos en Medellín para aplicar el Vaticano II a sus Iglesias locales, disciernen los signos de los tiempos, escuchan el clamor del pueblo oprimido y optan por los pobres y por su liberación.
Por otra parte, en 1974-75, la Compañía de Jesús, reunida en su Congregación general 32, redefine el carisma ignaciano de los jesuitas de defensa y propagación de la fe como promoción de la fe y de la justicia. Y en sus decretos se dice que esta opción evangélica seguramente tendrá un gran costo humano y social.
Todo esto influye en Espinal que a la dimensión tradicional de la fe en Cristo unirá la lucha por la justicia. Su experiencia espiritual se vuelve compromiso social, la fe le lleva a la justicia, su mística conduce a la profecía, su huelga de hambre con las mujeres mineras se convierte en una experiencia existencial y eucarística. Y cuando la policía desaloja a los huelguistas del local donde hacían la huelga, Espinal pide que se lean las bienaventuranzas. En su mesita de noche estaba el evangelio de Juan abierto en el diálogo entre Jesús y Pilato. La talla de Espinal que el Presidente de Bolivia Evo Morales entregó al Papa Francisco en su visita a La Paz que representa la hoz y el martillo con el crucifijo de sus votos clavado en ella, expresa de modo artístico esta confluencia de la fe y la justicia en la vida de Espinal.
Por esto su muerte, como la de Mons. Romero asesinado el 24 de marzo de 1980, dos días después de Espinal, no es simplemente casual ni tampoco un hecho solamente político, es un martirio por la fe y por el evangelio, una muerte en seguimiento de Jesús de Nazaret que fue asesinado por los poderes políticos y religiosos de su tiempo. El Papa Francisco en su visita a Bolivia, al descender del aeropuerto del Alto a La Paz, se detuvo unos minutos cerca de Achachicala donde había sido hallado el cuerpo acribillado a balazos de Espinal, rezó por él y dijo que Espinal había sido asesinado por predicar el evangelio.
Espinal forma parte de los más de 50 jesuitas asesinados desde que la Compañía de Jesús hizo su opción por la fe y la justicia. Es un testigo del evangelio vivido hasta sus últimas consecuencias. En el aniversario de su muerte, recordamos su figura profética y subversiva. ¿Qué nos diría Espinal hoy?
Imagen extraída de: El deber
Poco conocía de Luis Espinal, pero me llama la atención la coincidencia, con la vida de Romero. El compromiso de la fe y la justicia llevado hasta el martirio. El reto es nuestro¡¡¡