Cristianisme i Justícia / Justícia i Pau / Mans UnidesEn la próxima sesión del ciclo de conferencias “Los lunes de los Derechos Humanos” que tendrá lugar el próximo 7 de marzo a las 19h en el salón de actos de Cristianisme i  Justícia, María Jesús Vega, portavoz y responsable de Comunicación y Relaciones Externas de ACNUR, y Miguel González, director del Centro Ellacuría de Bilbao y coordinador del Servicio Jesuita a Migrantes en España, nos hablaran sobre las medidas que es necesario abordar para transitar de una sociedad hostil a una de acogida ante el drama de las personas refugiadas. La mesa estará moderada por Carles Solà, periodista y director del programa «Tot un món» de Televisió de Catalunya.

Antes del acto del lunes hemos podido hablar con Miguel González. Esto es lo que nos ha contado…

– Albert Camus escribió las siguientes palabras: «Europa ha vivido en sus contradicciones, fundamentadas en sus diferencias y, superándose constantemente de tal manera que ha creado una civilización de la que el mundo entero depende a la vez que rechaza. Esta es la razón por la que no creo en una Europa unificada bajo el peso de una ideología o de una tecnocracia que pase por alto estas diferencias «. ¿La crisis de refugiados actual es la prueba que muestra el fracaso de una Unión Europea que no ha tenido suficientemente en cuenta las diferencias entre los países miembros?

Lo que llamamos “crisis de refugiados” es en realidad una profunda crisis política de la Unión Europea. Hasta el Economist ha reconocido que las cifras de llegadas hubieran sido relativamente sencillas de gestionar si hubiera habido una buena colaboración entre los estados miembro. En vez de eso, nos hemos encontrado con una espiral de contracción, en la que la reacción negativa de algunos estados provocaba la reacción en cadena de otros. Entiendo la cita de Camus como un refrendo del propio lema de la UE (“unida en la diversidad”), pero yo diría que lo que estamos viendo hoy poco tiene que ver con esa diversidad, y mucho con la renuncia a valores fundamentales que cimentan la Unión.

– ¿En qué consiste la protección internacional, el derecho de asilo, y cómo ha evolucionado, especialmente en el marco de la Unión Europea y del Estado español? ¿Es un derecho tan fácil de vulnerar?

Después de la Segunda Guerra Mundial, que tanto sufrimiento trajo a poblaciones enteras desplazadas en el corazón de Europa, en 1951 la comunidad internacional se dotó de la Convención de Ginebra sobre el Estatuto del Refugiado. Por tanto, a los países ratificantes de la misma, les nace una obligación jurídica del derecho internacional. Además, en el caso europeo, se ha ido armando un derecho de la unión en los últimos 15 años, lo que constituye el SECA (Sistema Europeo Común de Asilo), que hoy se ve muy insuficiente para responder a los retos que enfrentamos. La limitación más conocida quizá sea la proveniente del sistema de Dublín, según el cual una persona ha de solicitar el asilo por el primer país europeo por el entra, lo cual penaliza a los países limítrofes, del Sur en este caso. También el derecho español cuenta con una ley de asilo del año 2009, aunque todavía está sin desarrollar su reglamento.

– Últimamente hemos oído hablar de los miles de niños y niñas que están desapareciendo en las fronteras. ¿Qué está haciendo la UE ante esta situación?

En realidad, la voz de alarma que dio Europol hacía referencia a niños y niñas de los que, después de haber sido registrados en centros de acogida en diferentes países, se perdía la pista. Existen varias hipótesis que pueden explicar este fenómeno. Una primera, que muchos niños han abandonando los centros para reunirse con familiares que habrían llegado a otros lugares de Europa. La segunda, hace referencia a la existencia de redes de trata de menores, para su explotación sexual, laboral o de otro tipo. Este segunda produce escalofríos. La existencia de redes de trata es conocida, y los niños y niñas son extremadamente vulnerables, máxime cuando están llegado por miles a las costas europeas. Creo que hay que poner mucho más esfuerzo para combatir estas redes, empezando por reconocer su existencia en suelo europeo.

– Otra realidad sangrante es la que tiene que ver con la violencia sexual que sufren las mujeres refugiadas. Recientemente Amnistía Internacional ha denunciado que las mujeres sufren acoso de otros refugiados, coacciones de traficantes y policías, y pésimas condiciones en territorio europeo. ¿Se están tomando medidas para garantizar que estas mujeres y niñas tengan canales seguros de llegada a Europa?

En las rutas migratorias y de huida de las guerras siempre nos encontramos con que a las mujeres se les suma un plus de violencia y agresión sexual que es inaceptable. Hay que tener en cuenta que, al revés de lo que sucedió en años anteriores, el porcentaje de mujeres entre las personas refugiadas ha ido en aumento. Mujeres y niños ya suponen el 60% de las personas que llegan. En el fondo, cuando reclamamos un pasaje seguro, también hacemos referencia a esto. La securitización y militarización de fronteras hace que la gente busque rutas alternativas, más inseguras y en manos de intermediarios. Eso genera una grandísima vulnerabilidad, especialmente a las mujeres. No olvidemos esto. Algunos países sí que están tomando medidas, como por ejemplo, poner dormitorios o baños separados en los campamentos. También organizaciones como ACNUR han creado unos “puntos azules” de protección especial para mujeres y menores. Pero ahora es muy preocupante lo que dentro de la crisis humanitaria que se desate en Grecia pueda suceder con las mujeres.

– ¿Qué medidas necesitamos para hacer el tránsito de una sociedad hostil a una de acogida?

Creo que a la ciudadanía nos toca, en primer lugar, exigir a nuestros gobernantes que actúen y cumplan con la obligación de proteger que establecen las leyes. Según recientes encuestas del Eurobarómetro, un alto y mayoritario porcentaje de la población europea y española está de acuerdo en que se debe ayudar a las personas refugiadas. Los gobiernos han de notar esa presión. Por otro lado, la sociedad civil organizada también puede colaborar en las tareas de acogida e integración, especialmente allí donde los poderes públicos no llegan, o donde se desbordan sus obligaciones legales. Y por último, es crucial hacer una pedagogía pública que resista al populismo xenófobo que está recorriendo Europa. Esto es crear cultura de hospitalidad e inclusión.

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Imagen extraída de: Diócesis de Bilbao

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