Cristianisme i JustíciaEl Papa Francisco quiere que la Iglesia mire el mundo desde esta perspectiva especial. Esta mirada misericordiosa ha de ser la que la Iglesia y el pueblo de Dios tienen que tener hacia todos aquellos que fracasan en el intento de lograr el ideal evangélico propuesto por Jesús. También debemos tener una mirada de misericordia cuando los que fracasamos somos nosotros o la propia Iglesia.

La misericordia va más allá de la justicia. Un mundo justo eliminaría la gran mayoría de problemas de la humanidad actual. Pero la justicia según la cual se tiene que “dar a cada uno según lo que le corresponde” nos aboca a una meritocracia religiosa o económica que requiere sistemas de compensación para todos aquellos que no consiguen “hacer méritos”. Sin misericordia, un sistema de justicia se vuelve cruel hacia los más débiles. Un Dios exclusivamente justo acaba siendo implacable con los pecadores. Jesús, en cambio, se rodeó de gente que no tenía ningún mérito ante la sociedad: pecadores, ladrones, leprosos, ciegos, prostitutas… Igualmente, un sistema económico que fundamente toda la retribución en el mérito acaba condenando a la marginación a mucha gente que, por falta de oportunidades, de educación o de suerte en el reparto de talentos y capacidades, son incapaces de conseguir o mantener un trabajo y una vida “normales”. Los méritos no son iguales porque los puntos de partida tampoco lo son.

La mirada de misericordia es necesaria para dejar de mirar a todos los marginados de nuestra sociedad como culpables y merecedores de su propia suerte y pide al ser humano una acogida sin condiciones. Para lograr esta mirada de misericordia, también la Iglesia necesita una revolución de afecto y ternura, para mirar al mundo y para mirarse a sí misma y para actuar desde la compasión.

Acabamos el año 2015 particularmente “maltrechos y desesperanzados, como las ovejas sin pastor” y con la tentación de encerrarnos en nosotros mismos y dejar para otro año la lucha por el otro mundo posible que anhelamos. El mal con su manera de hacer estrepitosa y espectacular es un enemigo demasiado grande para nuestra pequeñez. ¿No será que es ahora cuando nos tenemos que negar al hecho de que el mal triunfe en nuestro corazón y cuando tenemos que ser pastores, soporte y consuelo los unos para con los otros? Sin duda es ahora, cuando el mal nos deja desnudos y a la intemperie, cuando tenemos que confiar en el poder del afecto y de la ternura, desde lo más pequeño de nuestras relaciones y vidas cotidianas para transformar el mundo.

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A lo largo de esta semana hemos ido publicando en el blog el resto de apartados de la reflexión de fin de año de Cristianisme i Justícia. Aquí tenéis el documento completo.

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Imagen extraída de: Pixabay

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